Gennaro Gattuso cumplió con lo prometido. Tuvo un punto sabio, aunque fuese un haz, su plan de anoche en San Paolo, visto con perspectiva, pero tendrá que alinear algún que otro planeta para pasar la eliminatoria salvo que el Barcelona ponga de su parte. Y es por eso que escondió cierta lucidez lo que puso sobre la mesa en los primeros 90 minutos el técnico italiano, porque el Barça sigue poniendo de su parte en esa constante lucha interna que sus andanzas por el continente dirimen entre llevar el control, dominar el ritmo y sentirse a gusto entre lo que guarda y lo que agrede. Y no le sale natural. En ese mar de vaivenes se movió Quique Setién en su debut en Copa de Europa como entrenador, con 45 minutos de completa espesura y confusión entre el pase como medida de prudencia y no como medida de agresión. Y eso en Europa no termina de salir a cuenta por más que la vuelta se juegue en casa, con el Camp Nou, insólito refugio números en mano, para solucionar todo lo que sale regular fuera de él.
Gattuso no presionó arriba y esperó atrás exponiendo los déficits del Barça en posicional
Y cumplió ‘Rino’ con lo prometido porque no presionó nunca a Marc André Ter-Stegen. Pero tampoco a Gerard Pique ni a Samuel Umtiti. Ni a Sergio Busquets, ni a Nelson Semedo o Junior Firpo. El plan general del Napoli fue defender su propio campo pero haciéndolo de un modo concreto, nada irreverente ni singular pero sí medido. En él, la última línea, la de los zagueros, jugaría a medio alzar, por delante de la medialuna, tentando a los culés a que buscaran un pase por elevación, que ya podría ser muy medido, porque la distancia no daba para mucho más. Desde ahí, una segunda línea de cinco hombres completamente pegada a la defensa, oscureciendo por completo el espacio entre líneas; esa zona va a ser la más protegida del plan defensivo napolitano, lo que va a implicar una serie de consideraciones que facilitaban el pasar de los minutos con cero ocasiones creadas del cuadro blaugrana en toda una primera mitad que dejó mal sabor de boca al equipo visitante. Veamos por qué.
Cabe comenzar con la alineación del Barcelona, en gran parte obligada por las bajas y la configuración de la plantilla. No obstante, Setién se deja en el banquillo a Arthur Melo y Ansu Fati, dos elementos que llevan implícitas soluciones individuales a problemas vistos durante la primera mitad. Lo que logra Gattuso es dar por inválida la ocupación del campo estándar que utiliza el Barça cuando no dibuja extremos puros, con Griezmann y Vidal por fuera. Y no es otra que o bien abrir con el chileno y el francés, que abiertos influyen mucho menos y peor que por dentro, o bien hacerlo con los laterales, Firpo y Semedo, dos jugadores con un claro déficit creativo con el balón al pie como los jugadores que van a recibir el balón en posición abierta. Reza el ideario del juego en su evolución que los laterales suben su posición en los equipos protagonistas para que los volantes vengan dentro y creen superioridad en el carril central. Pero el Napoli, que ha eliminado toda el espacio intermedio, es quien tiene la superioridad por dentro, al acumular a tres centrocampistas y dos extremos bajando a formar línea defensiva. Entonces, ¿dónde queda la ventaja del Barça si sus laterales no ofrecen algo diferente?.
Arthur Melo y Ansu Fati sobrevolaron San Paolo tras lo visto al inicio
Gattuso sale ganador parcial en la defensa de su campo y en la nula capacidad azulgrana de cambiar de ritmo al carecer de pasillos y espacios. Al no tener desborde fuera porque Semedo y Firpo reciben y la pasan de nuevo atrás, la circulación nace y se desarrolla espesísima, los jugadores reciben de espaldas y enclaustrados en un futbolín en el que nadie desborda ni imagina, y donde el inmovilismo posicional confunde al jugador al perder las referencias de una posesión escalonada que el Napoli se ha encargado de eliminar ‘cargándose’ el entre líneas. No hay escalones, no hay pases de ruptura ni espacio para la improvisación. Messi tiene que salir de su zona para tocar la pelota, mientras De Jong y Rakitic piensan más en guardar posición que en provocar iniciativa. El Barça pasa la pelota sin interruptores que alumbren progresiones, sabiendo que es mejor pasarla que arriesgarla sólo por no correr hacia atrás. Un mal endémico que viene jugando en su contra demasiado tiempo.
El caso es que, además, como si fuera lo secundario, Dries Mertens, uno de esos puntas que más que jugar a veces bailan y olfatean con un remate de primer nivel adquirido en el tiempo, adelanta al Nápoles, pero no es hasta después del descanso cuando Setién mete a Arthur Melo en la ecuación. El brasileño viene ofreciendo un punto de sal y de pimienta a la circulación culé, pues en su lenguaje hay ímplícita una invitación mística y conquistadora que atrae atenciones e incluso termina por sacar de zona al que le está mirando de frente. Melo se mueve, orienta y atrae con más claridad, mientras el Barça aumenta, aunque sea ligeramente, la intención de sus acciones. Con un ligero cambio de rumbo en sus combinaciones, abre algún pasillo interesante y halla la acción que le va a meter en el partido. Es el brasileño clave porque incluso los puntas partenopeos nunca se sienten atraídos por las conducciones de los centrales para abrir espacio a su espalda y que puedan caer los interiores. Gattuso tiene muy claro que no quiere que nadie sienta el influjo del poseedor y que espere por detrás, siempre. Es ahí donde el partido invoca más ansia al Napoli, que sabe que el resultado ha empeorado ostensiblemente y debe buscar acercamientos y disparos, aunque se exponga más atrás. Politano y Milik, por lesión de Mertens, activan y agitan la ofensiva, pero va a ser tarde, porque el plan de Gattuso, aunque advertido en el primer párrafo como sabio en alguna de sus estancias, no ha terminado de atacar el sistema nervioso de su rival. Decidirá el Camp Nou, pero el Barça se va con la lección aprendida y la mitad del trabajo, a nivel de resultado, hecho.
rs21 26 febrero, 2020
Los costados del Barcelona son un drama. Para empezar no tienen ni un extremo puro. El que más se acerca a ello, Ansu Fati, no tiene ni la velocidad ni el regate para influir partiendo desde la cal. Luego, cuando Setien opta por profundizar con los laterales, se encuentra con jugadores que no tienen ningún tipo de desborde y que en algunos casos, como el de Junior Firpo o Semedo, parecen no contar con el nivel suficiente para la competición; carecen de un mínimo de creatividad o iniciativa para compensar sus deficiencias. Así es muy difícil girar al rival, tengas lo que tengas en el medio.
Desde que se fue Neymar, el único paliativo para esta acuciante falta de uno contra uno ha sido el pase largo de Messi para activar a Jordi Alba. Pero de eso hace ya casi 3 años. La planificación de la plantilla en este aspecto ha sido totalmente negligente.