En el último programa de ‘Las Gaunas’, en ‘Radio 38Ecos’, el equipo de ‘Ecos del Balón analizó la primera vuelta del Sevilla de Julen Lopetegui. Consumado en la noche de ayer ese periodo que debe servir como examen para sacar conclusiones del viaje de un equipo hacia su techo imaginario, constatamos que la lectura que mejor encajaba con las piezas descubiertas en el transcurso del diagnóstico, en clave mejora en 2020, seguía pasando por su parcela ofensiva, de la que no ha logrado ni el equipo ni las individualidades, una por una o de dos en dos cambiando los hombres de ataque, darle al conjunto un plus de imaginación que no lleve al equipo a necesitar una presión incesante y una banda derecha recurrente dando el último toque. Todo eso, en su primer contacto del año, topó con la iglesia. El evangelio según Gaizka.
La noche transcurrió con varias notas que apuntar, sobre todo por la banda izquierda utilizada por Julen: Koundé de lateral izquierdo y Oliver Torres en el falso extremo, dos hombres que de algún modo facilitaban la versión más defensiva del Athletic Club, la que saliendo de San Mamés viste de equipo abrigadísimo, de menor movilidad y presión, al que no le importa ceder el control y la anchura con tal de cerrar la frontal y el área. Si en izquierda el asunto ya iba a ser complicado en términos de profundidad o regate con dichos jugadores, con el extremo español sumándose al centro del campo para crear superioridad por dentro, sería, cómo no, la banda derecha, la que se encargaría de multiplicarse en apariciones, ritmo e iniciativa una vez recibía la pelota.
El Athletic volvió a ser incómodo para un Sevilla que lo intenta, casi siempre, de la misma manera
El problema del Sevilla en ataque organizado, más allá de su eficacia rematadora -se anotaron tres tiros a puerta entre ambos equipos en los 90 minutos-, es el juego interior en su conjunto, el cual carece de frescura, imprevisibilidad e imaginación. Ante equipos que rebajan tanto su defensa, lo hacen tanto por acumulación como por optimización de las ideas más defensivas, como es el caso del equipo bilbaino, quizás no deba interpretar y/o ‘culpar’ a quien gira la defensa y ocupa bien las zonas de remate aunque el gol no llegue, sino la carencia de trazos o toques diferentes que el rival no espere.
El Athletic lleva toda la temporada planteando muros que ya saben lo que esperar del rival, mientras el Sevilla, si es controlado su ritmo, frecuencia y presión y ha de jugar sin esa ventaja rítmica y buscando pensar cómo reinterpretar no solo el partido sino su propio ataque, suele quedarse más atascado de lo habitual si nos atenemos a la pura creación de goles por jugada, independientemente de sus recursos a balón parado o su superioridad por banda cuando logra meter la pelota a espaldas de la zaga y sumar saques de esquina. Resultado: un polvorón.
Alpieybotando 35p · hace 277 semanas