Al mismo tiempo que el Leeds United de Marcelo Bielsa desbordaba en 45 minutos al Arsenal de Mikel Arteta, en San Paolo, el Inter de Antonio Conte sumaba otra nueva victoria para seguir la estela de la Juventus al borde del término de la primera vuelta. Fue una victoria de prestigio si la entendemos como consecuencia de un recorrido, de un estatus adquirido, porque no fue brillante ni apabullante, y se labró principalmente, aunque fuese por tramos o momentos, desde la presión. Es este concepto uno muy presente que presume además de definirse como una idea refugio, a la que acuden los equipos así construidos para comenzar a competir, para incomodar al rival, para crear ventajas y ocasiones. El fútbol es presión, entre otras muchas cosas, sí, pero ahora mismo muchos lo ven así como punto de partida. Y luego viene todo lo demás.
La presión volvió a configurar el tipo de partido que le concede ventajas a Conte, Lukaku y Lautaro
De algún modo es uno de los resúmenes de un equipo que va a luchar, parece que definitivamente, por el título, y que no tiene la profundidad de plantilla y la calidad individual, línea por línea, para darle relevo y continuidad a su tramo de mejor juego. Saltó el Inter a San Paolo con su dibujo habitual, con Marcelo Brozovic asumiendo tareas mayores en ausencia de sus socios más importantes en la medular, pero con la firme idea de plantarse arriba y variar la presión al hombre con la presión a las líneas del rival, y un mayor protagonismo e incidencia en robar la pelota por fuera. Ante el desgaste de otras fases del juego que conlleva el paso de las fechas, el líder del campeonato italiano saca resultados por acoso.
Sacando ventaja de tener un hombre más en la última línea, cerrando con tres centrales, la presión como esencia está prevaleciendo en la mayoría de los partidos ‘nerazzurri’ en la Serie A. Sin mayor predicado ni matiz, no siendo una que se sucede tras la pérdida de la posesión o la que nace de una necesidad por el resultado, le renta a Conte morder o incomodar ante equipos que, o bien no tienen claros sus caminos, o bien no tienen capacidad técnica para superarla ni disponen de grandes delanteros que castigan a la espalda con velocidad y que en caso de tenerlos enfrentarían a tres hombres y no a dos antes de finalizar.
Los tres centrales le conceden al Inter más capacidad de ajustar una presión errónea cuando el rival logra salir y atacar con espacios a la espalda de la medular interista
Y el Napoli fue un meridiano ejemplo del método elegido por el técnico de Lecce en este ciclo en la Lombardía. En un partido sin dominador claro, en el que ambos equipos gozaron de espacio y donde ningún centro del campo se impuso para meter al partido en otro escenario de ataque posicional continuado y dominante, el Inter abrió el marcador gracias a la estupenda movilidad horizontal y vertical de Lukaku para ocupar los dos costados y después ir ajustando su defensa en base a la necesidad del Napoli. Pero siempre, tras la presión. Ir, acosar y luego todo lo demás.
Martín Seijas 7 enero, 2020
Vaya golazo el primero de Lukaku. Cierto que viene de un resbalón de Di Lorenzo, pero menudo despliegue de potencia y que gran definición. Está tremendo el belga, que para mí se comió a la zaga napolitana, que acusó mucho la ausencia de Koulibaly.