Era cuestión de tiempo que llegaran. Puede incluso que hayan tardado menos tiempo de lo previsto, pero como si de ello dependiera, la velocidad a la que juega el RB Salzburg es un símil de lo que ha sido su recorrido europeo hasta dar con el día de hoy, en el que pueden clasificarse a octavos de final de la Champions League. La empresa es tan ilusionante como escarpada: dependen de ganar al actual campeón de Europa, el Liverpool de Jürgen Klopp. Sin embargo, los hombres de Jesse Marchs representan el ritmo de juego que ha caracterizado, de diversas formas, a la Champions más reciente, la que Liverpool y Ajax regaron de verticalidad y vértigo hasta derrotar a Madrid, Juventus o Barcelona.
Pero, ¿qué hace tan bien el Red Bull Salzburg a nivel colectivo para competir al máximo nivel en su primera participación en la Champions teniendo un talento individual menor y poco contrastado?. Como ha ido ocurriendo en varios proyectos recientes que han modificado su razón de ser y su juego, todo en el Salzburg nace desde la presión, no tanto desde la elaboración de la posesión. La naturaleza de su juego, que ya es escuela, con el consiguiente componente identitario e incondicional, implica que su manera de interpretar los partidos incida en llevar al rival a un extremo. Incomodar su posesión de diferentes formas y a diferentes alturas es su mayor activo y valor como equipo de fútbol. Cuando el balón cambia de dueño, cuando el Salzburg tiene la pelota, su misión es quitarle todo el tiempo posible a su oponente de cara a su rearme defensivo. Sin medias tintas y con un evidente porcentaje de riesgo que el rival también puede aprovechar y castigar de vuelta.
El Red Bull Salzburg logra incomodar continuamente al rival. Siempre, en campo contrario
Por norma, con pocas excepciones condicionadas al rival o al momento del partido y su correspondiente marcador, su deseo es defender en campo contrario. Allí va utilizando diferentes formas de construir su defensa: puede activar marcas individuales de alta intensidad o presiones mixtas con rivales flotados y otros más asfixiados, donde siempre se muestra hiperagresivo en su última línea. Su zaga nunca puede dejar espacio al giro ni al pensamiento, de ahí que es común que los laterales del sistema, si el rival progresa por fuera, vayan como depredadores a anticiparse al extremo y que la pelota no cruce la divisoria. Ante el Napoli, por ejemplo, nunca dejó recibir con frecuencia a los hombres de fuera, mientras por dentro obligaba a los napolitanos a salir en largo. Sea su presión templada o acalorada, el RB Salzburg protagoniza los partidos en campo contrario, con hambre por robar y atacar.
Su protagonismo en los partidos, entrando ya en la arteria principal de su juego, que viene marcado por el ritmo defensivo y no por el dominio de la posesión, conforma un marco estadístico tan peculiar como interesante por su singularidad:
– Tiene la pelota un 45% del tiempo en Champions League 2019-2020 (23º en la competición)
– 75% acierto en el pase (28º)
– Top-5 en tiros por partido en UCL (16)
– Top-2 en tackles por partido (22)
– Equipo que más faltas hace por partido (16)
Entre los rasgos más características de su forma de plantear los partidos y ocupar el campo en el momento de esperar al rival consta el cambiar por completo su dibujo, partido tras partido. El RB Salzburg no ha repetido formación en toda la fase de grupos, adaptándose a las exigencias con la intención de sacar máximo provecho de lo que sucede tras robo de balón: dónde parte cada futbolista y cómo puede, con sus características físicas y técnicas, dañar al rival en la transición posterior. De ahí que entre en juego el factor individual, con varios nombres destacando por su capacidad para reproducir el sistema y convertir un robo en una ocasión de gol.
La frenética actividad de sus cuatro últimos hombres define bien el ataque imprevisible y elástico de un equipo acostumbrado a priorizar el toque directo sobre el acierto del mismo. Su ataque ve mucho desmarque cruzado, agresividad en el envío y mucha conducción para alejar al poseedor de su rival más cercano con tal de llevar el balón a la zona u compañeros de la línea posterior. Si un jugador tiene la opción de pasar de una línea defensiva a otra, en lugar de elaborar e involucrar de más a sus compañeros, lo hará. Así, la movilidad de Minamino y Hee-Chan, sobre todo por su temperamento y mentalidad de insistir y jugar los 90 minutos a un ritmo alto, les convierten en piezas muy importantes. Sin dejar de lado a su verdadero panzer, un ‘9’ espectacular, actual pichichi de la competición.
Haaland es el que permite al Salzburg amenazar a los mejores de Europa en área contraria
Erling Braut Haland, quien no pocas veces parte desde el banquillo, supone un plus evidente en las inmediaciones y dominios de todo el área y su alrededor. No hay elogio desmedido ni aventurado cuando se habla de Haland como un goleador voraz pero a la vez único y formidable. Su físico nunca le impide realizar acciones más propias de un hombre menudo, sacando total provecho de un instinto y una gama de movimientos sobre el fuera de juego y el ataque de las zonas de remate de primerísimo nivel. Con su presencia en el último tramo, su maravillosa arrancada con o sin balón para encontrar disparo, el RB Salzburg completa una idea y un sistema que puede esta noche dejar al Liverpool campeón fuera de la Liga de Campeones, la mejor competición de clubes del mundo.
Asier Harro 10 diciembre, 2019
Para los realizadores tiene que ser un suplicio hacer un partido del Salzburg, porque todas las acciones son susceptibles de ser un "highlight". Para un lado u otro, pero hay porcentaje de jugadas de peligro por minuto de juego que tiene que fatigar. Como cansino tiene que ser para los defensas rivales llevar todo el partido aguantando las carreras, fricciones y apoyos de Hee-Chan y que luego llegue Håland y esprinte y defina como si jugara al FIFA. Vaya prueba le espera al Liverpool en una suerte de juego de espejos con mucho que perder. Eso sí, es un equipo de Klopp y parece que el alemán tiene el antídoto para el vértigo y el miedo a ganar.