Joachim Löw ha entendido este periodo de transición en la Mannschaft como una oportunidad para reciclarse. Sin rastro alguno de tres auténticos pilares de la selección en los últimos años, como Hummels, Boateng y Müller, Alemania lleva ya unos cuantos meses trabajando en su futuro mirando al frente. Con un sistema de juego muy versátil, que durante esta fase de clasificación a la Eurocopa se ha ordenado indistintamente en dibujos de tres centrales y dos mediapuntas y otros menos sofisticados como el 4-2-3-1, resulta cada vez menos novedoso que, ante selecciones de mayor envergadura, como puede ser el caso de Argentina y Países Bajos, Löw esté apostando por un modelo mucho más reactivo al espacio. Alemania ha cambiado muchas cosas desde el verano ’18.
Joachim Löw ha utilizado numerosos sistemas hasta ahora
Si bien es cierto que esta fase de clasificación a la Eurocopa le ha servido como banco de pruebas en un grupo en el que Alemania, más allá de Holanda, ha debido enfrentarse a Irlanda del Norte, Bielorrusia y Estonia, la selección de Joachim Löw empieza a tener claras dos o tres cosas a nivel de sistema -un volumen más que suficiente a siete meses vista de la gran cita-, que son, en este momento, las que dirigen su crecimiento a medio y largo plazo. Ya sea con dos o con tres futbolistas en el centro de su zaga, lo que parece claro es que Alemania no va a renunciar de primeras a su intención de salir jugando desde atrás. De dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro, en el camino inverso, Löw está insistiendo mucho en sus triangulaciones entre todas las líneas para hacer que la posesión avance siempre de forma muy vertical de un área a otra.
Especialmente llamativo está siendo el comportamiento de Alemania en su transición defensiva. Desde que pierde la pelota y hasta que consigue recuperarla, el bloque está ocupando zonas más meridionales entre las dos partes del campo. Regulando su presión en función de los caminos por los que decide optar su rival, Alemania está concentrando la gran mayoría de sus robos a media altura con el fin de atacar rápidamente al espacio. Un escenario menos agresivo posicionalmente que en el Mundial de 2018, que más de un disgusto le costó a la hora de controlar su transición ataque-defensa, pero más coherente e ingenioso teniendo en cuenta la camada de jugadores de la que dispone en este momento.
Alemania está sabiéndose adaptar al momento y a sus piezas
Un escenario, en definitiva, en el que Gnabry se está moviendo como pez en el agua. Joachim Löw cuenta con diferentes opciones para la posición de ‘9’, que eso sí, hasta el momento ha tenido un denominador común: el delantero, sea con uno u otro esquema, está jugando en solitario. Acompañado por dos extremos, en el caso del 4-3-3, dos volantes, en el 4-2-3-1 o incluso dos mediapuntas, en el 3-4-2-1, el punta de la selección alemana está teniendo que abarcar muchos metros. Y en ese plan de partido, el jugador del Bayern de Múnich, por dentro y no desde la banda, como acostumbra en su equipo, está ofreciéndole diferentes soluciones a su selección para que la manta no se quede nunca corta. Moviéndose todo el tiempo de espaldas a portería, entre el desmarque de apoyo y la ruptura, combinando giros y conducciones con descargas y devoluciones, el ex del Hoffenheim está dándole ese plus tan necesario a una selección que, entre la madurez de los Kroos, Kimmich, Can y Neuer, y la valentía de los Havertz, Waldschmidt y Brandt, ya se está armando para competir adaptándose a las nuevas normas del fútbol europeo. Es el cambio.
AdrianBlanco_ 13 noviembre, 2019
Me está gustando el proceso que está dirigiendo Löw en Alemania. Aún debe pulir muchas cosas, con y sin balón, pero el cambio está muy encaminado. Está desarrollando un nuevo plan adaptándose a muchos factores.