En el fútbol, el tiempo es un concepto que no existe. Mientras no entre aire insuflado en el silbato del árbitro, este deporte guarda todo tipo de posibilidades para romper en pedazos cualquier tipo de relación causa-efecto entre los méritos y el resultado. La Copa Libertadores 2019 añade otro capítulo más a una condición que es vida y es deporte de por sí, y que anula el valor de 89 minutos bien competidos hasta encontrarse con la derrota. Marcelo Gallardo y su River Plate lo habían vuelto a hacer. Su templanza y jerarquía para jugar partidos por un título tendrá también a la final disputada en Lima como un ejemplo añadido de toda su historiografía, pero en apenas dos minutos se puso fin, cuando nadie lo esperaba, a 38 años de sequía rubro-negra. Flamengo es campeón de Sudamérica.
La presión de River fue el primer punto táctico sobre el que descansó la final
Fue una final algo extraña, porque nunca llegó Flamengo a encontrarle la vuelta a un partido en el que River lo vio siempre de cara, salvo su desenlace. No tuvieron que indagar demasiado los Millonarios para plantear, enfilar e interpretar un partido que, a su modo, controló. Quizás la palabra dominio no sea la más exacta visto su desarrollo pero sí que volvió River, sobre todo tras adelantarse, pero también antes, a jugar y competir un tipo de partido para el que se le vio cómodo y reconocible. En él jugó con las blancas, y después ajustó cuando Fla corrigió algunas cosas que sorprendieron en el primer tiempo.
Dos conceptos van a marcar la final y la continuidad del equipo que por calidad y necesidad más capacidad tiene de tener, y retener, la pelota. Flamengo tuvo mucho más el esférico pero la presión de River, y la falta de respuesta del Mengao después, condicionaron por completo la gran final del Monumental de Lima. Con respecto a lo primero, Flamengo fue presa de verse desde el inicio en un ‘tú a tú’ con River en todo el carril central. El juego fue directo, impreciso, en el que Gallardo tuvo mucho que ver tras decidir jugar con líneas adelantadas y embotellar a un rival que no supo desentrañar lo que le hubiera dado la oportunidad de cambiar la dinámica de, al menos, esa primera media hora.
La dificultad de Flamengo para darle amplitud al juego fue clave durante toda la final
Y es que a la presión argentina, Jorge Jesus no logró transmitir a sus jugadores la imperiosa necesidad de abrir el campo hasta pincharlo como una sabana estirada. Los brasileños jugaron sin amplitud la práctica totalidad de la primera mitad, una carencia que facilitó la agresividad defensiva de River de mitad de cancha hacia adelante. Revisado el partido, es aún más llamativo como Flamengo saca la pelota, de aquella manera, sin referencias en banda. A su conocida superioridad técnica y numérica que ejercen los laterales, el equipo necesita que alguien abra y ensanche si Filipe y Rafinha abren una línea de pase interior para sus mediocentros.
Y al no suceder, pues ni De Arrascaeta, ni Bruno Henrique ni Ribeiro permanecían abiertos para que la circulación se desahogara y permitiera a Flamengo instalarse arriba. De esto modo, River intimidaba en los duelos individuales y sacaba partido de un juego directo, discontinuo y sin claro dominador, pero favorable a quien no tenía la pelota y a quien iba por delante en el marcador. River manejaba la parte emocional de la final desde la atalaya que tantas otras veces le vio situarse como equipo dominante en lo competitivo y táctico. El ‘Muñeco’ sonreía feliz por el paso de los acontecimientos.
River resistió un tramo final que parecía no tener un último ‘punch’
Por supuesto, la jerarquía de Flamengo se comenzó a ver en la última media hora, cuando sí pudo asaltar la muralla de River, que nuevamente parecía lograr resistir ante la calidad individual de un equipo que asaltaba a la desesperada. Fue entonces cuando, en una pérdida de balón no consecuente con la final realizada por River, y en un balón largo suelto y controlado, el vigente campeón asistió a su caída. Gabigol, un delantero que lleva todo el año en estado de gracia, cazó dos acciones inusitadas, aisladas en mitad de una final en la que apenas compareció, y coloreó el imponente Monumental de rojo y negro para mayor gloria de un equipo y un entrenador, Jorge Jesus, que asistían lentamente a una aparente y rutinaria victoria del gigante Gallardo. La Copa Libertadores vuela rumbo Rio de Janeiro.
Fausto 24 noviembre, 2019
Decepcionante final de Flamengo, esperaba bastante más en juego de ellos, e increíble cómo terminó ganándolo al final(a lo United vs Bayern) el ingreso de Diego le dio un plus de calidad al Mengao y Que decir de Gabigol, su partido estaba siendo horrible y en 3 minutos termino siendo el héroe de la final ^^ y bueno Ojalá compitan mejor en el mundial de clubes que ya es hora que el título regrese por estos lares