El otro ‘9’ de Gareth Southgate

El Chelsea que capitanea Frank Lampard está dando forma a un proyecto preso de las circunstancias, que le ha permitido encarar el horizonte como un contexto de oportunidades. Una vez comprendió las ataduras que le ha impuesto el mercado de fichajes, la leyenda ‘blue’ decidió apostar por una serie de jóvenes talentos, canteranos, que son el futuro del club. Y lo son porque atesoran un potencial realmente importante; no han sido promocionados prematuramente, obligados por las circunstancias. Ahora, mientras hay parón por selecciones, su cuenta corporativa, como hacen muchos otros clubes que no tienen competición que cubrir ni información que compartir, se puso a recordar equipos concretos de su pasado.

Entre esos momentos, el Chelsea publicó recientemente un video de acciones de Gianfranco Zola, Eidur Gudjohnsen y Jimmy Floyd Hasselbaink, allá por 2001, cuando compartieron equipo. Las imágenes hablan por sí solas, porque el golpeo seco, casi inanimado del holandés, rápidamente expone las virtudes que uno recuerda de manera imborrable, pocas pero determinantes, que tenía Jimmy Floyd, uno de los delanteros más descomunales armando la pierna y a la vez menos imaginativo y participativo que han poblado los grandes campos ingleses y europeos. Lo suyo, dicho en contexto, uno en el que todavía se concebía al ‘9’ exclusivamente para meter goles, era aún más especial, por lo excepcional que dentro de su estirpe representaba. Hasselbaink fuera del área era un jugador sumamente escaso, que cuando llegaba a las inmediaciones de la misma, sacaba la guillotina. Todo, de la misma forma: empeine y potencia. Y como el fútbol era más estático en su concepción, el reproche y la duda eran menores: hasta llegar a su disparo, había un ‘Zola’ que ponía la creatividad.

Tammy Abraham sólo promedia 13 pases por encuentro pero en la frontal se mueve realmente bien, sus movimientos y su ‘timing’ son más que interesantes

Viene a colación este recuerdo para imaginarse qué camino puede esperarle al nuevo y más que interesante delantero centro del Chelsea, recientemente convocado por la selección inglesa. Tammy Abraham es uno de esos goleadores al que se le pueden ir pidiendo cosas. En lo meramente descriptivo, su físico es flexible. De altura va sobrado para jugar directo y cabecear volumen ofensivo llegado desde las alas; tiene zancada y desmarque para aprovechar espacios y explotarlos con poderío, sin ser tampoco un Aubameyang. En lo técnico, sí es cierto que destaca por su contundencia: la amplia mayoría de sus acciones y sus goles son a un toque o con un gesto previo que delata su talento como especialista. Estamos ante un delantero, sin entrar en lo relacionado con la finura de sus pies, de maniobras inteligentes y gráciles.

Lo más interesante en este descubrimiento y aterrizaje entre la élite, se percibe en sus movimientos, no tanto en sus contactos o intervenciones con la pelota -13 pases por encuentro, una cifra exigua-. Para los más esperanzadores, el gol que obra ante los Wolves, en un ‘uno-dos’ fugaz y arrebatador, desconocido hasta el momento. Para los más prudentes pero ilusionados, su gama de entradas y salidas en las jugadas. No hay que obviar que hablamos de un gran rematador, que depende de que el ‘cerebro’ de las jugadas, a diferencia de su compañero en la selección Harry Kane, dirija el ataque y él ejecute las ideas, pero Tammy Abraham tampoco es aquel Jimmy Floyd Hasselbaink. 20 años después de tamiz y evolución dan para que hasta el más rematador de los rematadores se preocupe por moverse bien y no ser ser parte del decorado. Ser un constructor de equipos siendo delantero centro está al alcance de muy pocos pero ser parte de la jugada, además de sumar grandes cifras goleadoras, es parte del oficio.