El centro de Renan Lodi para Álvaro Morata en el minuto 77 de partido fue una catarsis. Rodeado de dificultades para fluir en ataque en su momento actual, el Atlético de Madrid abrió el tesoro de la victoria con la única llave que hasta el momento ha logrado entrar en la cerradura. La apuesta de Diego Pablo Simeone para esta temporada pasó por cargar todo su juego ofensivo para la llegada o desmarque de sus laterales y un posterior remate que, en bruto y en neto, tenía, muy por encima de Diego Costa y Joao Félix, al madrileño Álvaro Morata como claro y potencial destinatario. Rematador de cabeza consumado, el delantero rojiblanco pinchó el globo de la forma en la que pensó su entrenador que más rápido y con mayor frecuencia podría poner a prueba al portero rival día tras día pero que ha ido deteriorándose entre lesiones, sanciones, falta de efectividad o diferentes probaturas.
En el duelo que midió a los colchoneros con el Bayer Leverkusen de Peter Bosz, el arranque marcó el ánimo del encuentro. Carente de control, el choque nació desde la decisión de Simeone de colocar a Koke en la punta del rombo del 4-3-1-2, en ausencia del lesionado Joao Félix. El vallecano, el centrocampista más capaz de desempeñar ese lugar y esas funciones para recibir de espaldas y suministrar balones a dos puntas, arrancó el encuentro como ’10’, pero ni la circulación de balón ni la presión adelantada ni el repliegue posterior permitieron a los locales controlar la situación. La imprecisión técnica, la aparente ausencia de automatismos y la cantidad de espacios que comenzaron a aparecer condicionó tanto el encuentro que, tras la lesión de Giménez, Simeone formó de nuevo una medular en línea para frenar a los germanos.
Koke Resurrección inició como ’10’ en el rombo rojiblanco
El Bayer tampoco supo cómo ponerle cara y ojos a su plan de partido. Aunque sí que logró salir a espalda de laterales, donde el rombo se hace estrecho y los jugadores de la última línea, mediocentros y centrales, han de salir de posición a cubrir las caídas y progresiones de los hombres ofensivos. Fue común ver a Bellarabi, Havertz, Amiri y Volland explotar espacios ante el ida y vuelta en el que se metió la noche. Aunque entre ellos no llegaron a conectar con acierto, la sensación de vulnerabilidad rojiblanca se vio palpable hasta el cambio de dibujo. Desde esa corrección, el partido entró en una serie de disputas constantes en las que el Atlético no salió, ni mucho menos, ganador. En los costados, el Bayer se encontró firme y rara vez perdió las pequeñas batallas a escala que se generaban. Weiser y Bender cerraban y agredían con su posición, lo que silenciaba el ataque rival, incapaz de abrir vías desde la recepción de sus delanteros, Costa y Correa.
La situación sólo la lograba desbloquear momentáneamente, de forma aislada, el brasileño Renan Lodi, seguramente el jugador más despierto en la combinación entre arrancada y gesto técnico. En sus botas estaba la esperanza de superar una situación de igualdad o incluso inferioridad en su zona. Desde él llegó la profundidad y el desequilibrio, pero faltaba el receptor de sus acciones. La entrada de Morata vino acompañada de la de Thomas Lemar. Y fue en una acción muy directa y agresiva, tan natural como acertada en timing y técnica, que recordó lo que a nivel de sistema -sinergias individuales- más funcionó en el esperanzador arranque. Si la apuesta son laterales como creadores, Morata tendrá que rematar más veces que ningún otro. Al menos por el momento.
AArroyer 23 octubre, 2019
La verdad es que pocos equipos salen tan airosos a nivel de resultados cuando atraviesan baches profundos de juego como el Atlético de Madrid. Eso habla bien de su estructura, pero qué poquito volvió a ofrecer ayer. Si Thomas no hace virtuosismos y pases imposibles el tema es preocupante. Nada de sus puntas, poco de sus interiores, laterales muy solos… El gol es paradigmático de la necesidad del Atlético de tener a Morata en el área y de ganar profundidad por fuera. Ahora mismo tiene poquito más, salvo la creatividad del propio Partey. El rombo ayer salió realmente mal a nivel de ocupación de espacios y de progresión por dentro.