El Eibar ha arrancado el curso 2019/20 siendo de todo menos el Eibar. Las salidas este verano de Joan Jordán y Rubén Peña, así como el hecho de que sus dos primeros partidos (y un tercero, pues este domingo visita el Wanda Metropolitano) hayan sido lejos de Ipurua, han desnaturalizado por completo a un equipo que, en estos momentos, se parece a cualquier otra cosa que no es un equipo de José Luis Mendilibar. Por ahora no hay rastro de su colocación en campo rival, ni de su presión adelantada ni de su modo tan peculiar de cargar el área desde los costados. Porque todo está relacionado.
El Eibar es ahora mismo un ente sin fondo ni forma reconocibles. En su memoria anida la idea de jugar con la línea defensiva muy adelantada, como se pudo ver en Son Moix y la semana pasada ante Osasuna, pero el equipo ha dejado de reproducir todos aquellos automatismos que, durante estos años, le han permitido vivir en la parcela que ocupa su oponente. Sin Cote, que ha empezado la campaña lesionado, ni Rubén Peña, que ha cambiado Guipúzcoa por Castellón, los dos futbolistas de toda LaLiga que más centros metieron en el área la temporada pasada, el 4-4-2 de Mendilibar se ha encontrado con bastantes dificultades para poner a funcionar una maquinaria que, cuando está correctamente engrasada, es una auténtica trituradora de equipos. Y de esquemas.
El posicionamiento colectivo está dejando mucho que desear en este sentido. Pues este mismo está haciendo que futbolistas como Ramis, Oliveira y Sergio Álvarez, que han sido los centrales del Eibar en estos dos primeros partidos, estén sufriendo por mantener la línea defensiva a la altura de la divisoria. Los dos centrales y el mediocentro asturiano, que ya ha jugado más de una vez con Mendilibar en el eje de la zaga, son futbolistas que necesitan defender siempre hacia delante, metiendo el pie y no girando todo su cuerpo para correr a campo abierto. Algo que, por otro lado, no deja de ser consecuencia de un desarrollo ciertamente incongruente para con el plan establecido. El Eibar está atacando mal desde atrás y en efecto su transición defensiva está siendo de muy baja calidad.
Expósito es un futbolista que José Luis Mendilibar debe activar cuanto antes en la dinámica: tiene mucha calidad pero no está acompañando al bloque en la presión tras pérdida (con su pivote)
Ante el Mallorca, con Correa -derecha- y Tejero -izquierda-, y ante Osasuna, con Tejero -derecha- y Arbilla -izquierda-, el Eibar no consiguió en ninguno de los dos encuentros asentar, como manda su ideario, una superioridad exterior entre el lateral y el extremo de cada lado para dotar a sus dos delanteros, Sergi Enrich y Kike García, de la suficiente cantidad y calidad en los envíos como para que sus rivales, intimidados por la situación, se viesen obligados a replegar en muy pocos metros. Una circunstancia que los pivotes armeros, Escalante, Diop, Expósito y el propio Sergio Álvarez -que ante el Mallorca fue pivote y ante Osasuna, central-, deberían exprimir para adueñarse de todos los rechazos en la frontal del área.
Pero ni en Son Moix ni en El Sadar esto ha podido pasar de la teoría a la práctica. Y todo tiene que ver con el posicionamiento de las piezas sobre el tablero. Porque, del mismo modo que los laterales no están dándole a sus extremos una ventaja real en el último tercio, los propios pivotes -como se pudo comprobar con Expósito ante el Mallorca- no están acompañando al bloque. Ni por ritmo ni por altura. Una serie de causalidades, en definitiva, que la SD Eibar no ha logrado poner en marcha aún esta temporada. Y que, en lugar de mantenerlo junto, presionando, en un único bloque cerca del área, están estirando tanto de la manta que la están rajando por el centro.
AArroyer 29 agosto, 2019
Tiene pinta a que el Eibar está echando en falta jugar en Ipurua y volver a sobrepasar por ritmo a algún equipo superior a él en posibilidades técnicas, ese tipo de partido que le llena de seguridad e identidad.Ha jugado los dos partidos fuera, y ante Osasuna y Mallorca, que no asumen mucha iniciativa.
Y este domingo, el Atlético en el Wanda. A ver qué pasa.