El primer gran choque entre dos de los candidatos al título en Inglaterra -una consideración que el Tottenham deberá ganarse en las veinte primeras jornadas- se saldó con otra pequeña exhibición liguera del Manchester City… sin mayor botín que el de un empate, una circunstancia que explica bien la extraordinaria productividad que de un tiempo a esta parte está logrando el Tottenham Hotspur cuando se mide al cuadro skyblue. Aunque Pochettino ha logrado inocular en su plantilla una capacidad demostradísima al máximo nivel para trajearse con todos los registros defensivos posibles, el conjunto de Pep Guardiola gobernó la cita con muchísima suficiencia, desbordando de principio a fin a su rival como si fuera la primera vez que el flexible Tottenham se enfrentaba a un equipo de Pep Guardiola. Sin embargo, dos goles en dos tiros a puerta pusieron las tablas en el marcador, subrayando y actualizando la correlación de fuerzas y el reparto de papeles que se está sucediendo entre ambos colectivos.
El manchester City cuajó una primera parte completísima
El grueso del partido no cambió sobre lo esperado en la forma, lo que seguramente sí se modificó con respecto a los planteamientos del último precedente, la eliminatoria de cuartos de final de la Copa de Europa, fue el grado de superioridad que durante algunos tramos, principalmente de la primera parte, ejerció el Manchester City sobre la defensa posicional elegida por el entrenador argentino en el día de ayer: un 4-4-2 en el que Rodri fue bastante vigilado y en el que se prefirió ser fuerte en el despeje en área propia antes que bascular para cerrar las progresiones del juego exterior de los de Pep. El Tottenham eligió, porque tiene mimbres para decidir cómo quiere defender, conceder un segundo más en banda para consolidarse en el centro posterior. Lo que quizás no supo es que en la defensa de los costados, sus laterales iban a sufrir tantísimo.
El City, un colectivo que ganó la Premier permitiéndose el extremo lujo de ganarla con un jugador como Kevin de Bruyne jugando sólo 19 partidos, martilleó la resistencia del Tottenham desde el primer compás. Asaltó Kyle Walker los primeros minutos para dar un aviso de lo que se le venía a Justin Rose en el flanco diestro, donde Bernardo Silva como extremo y el genio belga como interior se inventaron la mayoría de jugadas para activar a Sterling y Agüero como ejecutores de todo lo generado. La facilidad con la que un jugador exterior fijaba con balón mientras otro que partía desde dentro ganaba línea de fondo giró continuamente al finalista europeo demasiado fácil como para sobrevivir. Abierto el marcador con el gol del Kun, el City obtuvo premio.
El Tottenham creció cuando el partido más llegaba a su final, fruto de su acomodo en momentos definitivos
Pero una incomprensible colocación de Ederson en el primer disparo, de Lamela, de alguna forma, mezcló lo futbolístico con lo mental. Y vuelta a empezar. Y esto sucedería, se repetiría, tiempo después. El Manchester City, cuyo método permite tirar de memoria cuando suceden imprevistos y golpes del rival, puso todo más fácil para regenerar su actividad ofensiva, pero sobre todo, gracias a De Bruyne entre líneas, el Tottenham se quedó sin demasiada iniciativa. No obstante, con la entrada de Moura y desde el 2-2, el conjunto londinense recuperó cierto brío defensivo, sobre todo ajustando hacia atrás cuando era girado y metiendo el pie en jugadas delicadas, mucho más certero en la defensa del 3×2 en los picos del área. Con un nuevo momento de suspense en el desenlace, el Manchester City-Tottenham tuvo un nuevo episodio que acrecienta la otra gran rivalidad que está creciendo entre los banquillos de la Premier League.
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