Uruguay se está cargando de razones y argumentos en esta Copa América. En un día más áspero en lo técnico, y más complicado en lo táctico, la celeste se llevó tres puntos de oro gracias a un cabezazo de una de sus dos estrellas. Cuenta el maestro Tabárez, desde hace muchos años, con dos delanteros de primerísimo nivel, que además se valen como pareja para darle a Uruguay esperanzas de victoria en los días de mayor resistencia y defensa cerca de Muslera. No se mentiría si se argumentara que Uruguay presenta la dupla atacante más intimidante de toda la Copa y del continente en general y no se avergüenza de sacarles el máximo partido aunque no les suministre de juego con continuidad. Uruguay cruzará con Perú en cuartos tras chocar con la Chile de Rueda, derrotada, pero con la sensación de que dominó buena parte del encuentro cuando el tablero comenzó a moverse.
Arrancó la noche con una pregunta. Sabiendo que Chile llevaría la iniciativa con la pelota, de qué manera podría Uruguay encontrar salidas tras robo ante un sistema de tres centrales. De nuevo, las filas uruguayas, alineadas en un clásico 4-4-2, encontraron serias dificultades para llegar antes a la zona del balón y poder morder en las conexiones interiores. Con Díaz y Opazo ubicándose a una altura intermedia entre lateral y volante de banda, la defensa charrúa no pudo leer ni tapar los pases en campo contrario. Los apoyos de los puntas chilenos, como añadido, impedían a Uruguay poder interponerse en la anticipación. Chile no sufría pérdidas mientras Uruguay sólo podía defender abajo. A los puntos, la lectura era doble, cualquiera de las dos podía encontrar razones para el 1-0.
Chile respondió bien a los cepos uruguayos en salida de balón
Debe apuntarse que Tabárez tampoco quería robar tan abajo. De hecho, buscó permanentemente crearse espacios para transitar dividiendo a sus puntas en la presión. En lugar de ubicarse en paralelo, Cavani se quedaba por detrás de Suárez, fijando la marca sobre Pulgar, el mediocentro de Rueda, mientras Suárez se interponía en la línea de pase horizontal de los centrales chilenos para que el que tuviera la pelota sólo pudiera o pasar hacia delante o conducir y abandonar su lugar para dejar un vacío que atacar cuando la conexión posterior fuera errónea o los medios uruguayos robaran y lanzaran a las bandas o hacia portería. Y efectivamente, Medel y Maripán conducían siempre, abandonaban su posición, pero después elegían bien, porque al dividir, atraían a una pieza uruguaya hacia ellos, enviando el cuero hacia el carrilero.
Uruguay no sacaba rédito, así que comenzó a comprender que enfrentaba una inferioridad táctica. Y Uruguay, en inferioridad táctica, come con las manos y se reboza en ello. Chile comenzaba a moverse para trenzar en espacios más reducidos y rodeados, con el cuarteto Hernández, Aránguiz, Alexis y Vargas alternándose la pared con los desmarques hacia línea de fondo. Allí, Giménez y Godín apretaban la mandíbula para impedir los últimos gestos o la llegada de los interiores, por lo que el partido se convirtió en esa sucesión descrita: Chile salía en superioridad ante presión uruguaya, se metía en campo contrario con ventaja táctica pero después no encontraba el ritmo y la superioridad concreta para crear ocasiones claras, de ahí que un disparo de Aránguiz fuera la más clara hasta el 45′.
Cavani sacó completo rédito de la inferioridad táctica uruguaya
El segundo tiempo fue mucho más parado, sin tanto ritmo ni cercanía chilena sobre Muslera, con un punto mayor de interrupción. No le tembló el pulso a ninguno de los dos como para que el encuentro entrara en desmadre, así que todo quedó decidido a acercamientos más frontales y no tan elaborados, llegando un gran gol de Cavani en un momento ya delicado del choque. Tabárez metió a Coates para sellar con silicona el resultado y cerrar con un ‘no más’ una victoria que siempre se escribe del mismo color.
Asier Harro 25 junio, 2019
Pocos ejemplos mejores de una selección que funciona como un club. Qué difícil es encontrar hoy día un conjunto con tantas certezas competitivas durante tantos años sin interrupción. Tabárez no es Maestro por nada, ahí hay trabajo táctico pero sobre todo humano de mucho valor.