El 4-3-1-2 de Fernando Santos ante Suiza hizo aguas por todos lados. Y lo que es aun peor: por varios al mismo tiempo. El sistema, con Bernardo Silva por detrás de Cristiano Ronaldo y Joao Félix, dejó a Portugal en una clara desventaja numérica y posicional ante los Xhaka, Freuler, Zakaria y Shaqiri, que cumplían con la premisa de atacar todo el ancho. Un rombo, como el del Real Madrid de Isco o el del Tottenham de Dele Alli, que, con Rubén Neves en el vértice inferior y William Carvalho y Bruno Fernándes en los dos interiores, ocasionó graves desajustes en la transición defensiva de los portugueses. Una cuantía de imperfecciones sin balón, tanto en la forma como en el fondo, poco propicias para cualquier colectivo; pero aun menos para una selección tan poco definida como la lusa.
Portugal está habituada a dividir la posesión por partido: 51.71%
Porque Portugal, campeona de Europa en 2016 y octavofinalista en el Mundial de Rusia, se encuentra anclada en una ambigüedad prosaica, sin medida ni cadencia en sus versos, poco fructuosa para todo el talento -entre distintas generaciones- que está aglutinando. Resulta un ejercicio muy abstracto imaginar bien potenciados a los Jota, Trincao o Leao, las joyas portuguesas de principio de siglo, en una fórmula como la de Fernando Santos. Un proceso incompleto. Congelado por un desarrollo que no acaba de darse. Que, como ocurrió ante Suiza, o ante Serbia y Ucrania en el anterior parón, amenaza con dejar a Portugal en una vaguedad perpetua… de la que ya ha empezado a cumplir su propia condena.
Fernando Santos probó un 4-3-1-2 ante Suiza: con Bernardo Silva por detrás de Cristiano Ronaldo y Joao Félix, como doble punta
Por suerte para los portugueses, este Cristiano Ronaldo sigue necesitando muy pocas cosas para determinar el signo de los partidos. Dentro de este rombo, el jugador de la Juventus estuvo muy ocupado de recibir abierto en banda izquierda, a pie cambiado, desde donde cumplía el objetivo de aguantar el esférico, esconderlo -si fuese necesario- y juntar al equipo y/o lanzarlo. Un plan ciertamente reduccionista, con y sin balón, que, en suma, y para su fortuna, sigue dependiendo (en exceso) del colmillo de su delantero.
La Portugal de Fernando Santos no goza de un ataque posicional de excesiva calidad. No tanto por el talento que amontona en sus líneas, que obviamente es más que suficiente, sino porque la fase más reservada de su ataque, sobre todo ante rivales que le ceden toda la iniciativa, no ha demostrado ser lo suficientemente eficaz, eficiente y sostenida. Sin control alguno sobre sus pérdidas, pues algunas de ellas se producen con el colectivo demasiado distanciado entre sí y respecto a la posición de la pelota, es bastante común que el cuadro de Santos, habituado a dividir mucho la posesión por encuentro (51.71%), sufra las transiciones al espacio de sus rivales. Algo que, por otro lado, también abre la puerta a que Portugal, ya acostumbrada a este guion de partidos, conecte con Cristiano para que este lance a Joao Félix/Guedes al espacio, el otro punta del 4-3-1-2, al tiempo que Bernardo Silva, más cuarto centrocampista que mediapunta, debe ir resolviendo los diferentes desajustes que se van produciendo por delante y por detrás del balón. Todo ello en una selección que, con Cristiano, Bernardo o Guedes, parece acomodada en un inmovilismo que no le acaba de favorecer. Ni a los que están. Ni a los que irán llegando.
AdrianBlanco_ 9 junio, 2019
Bonito partido el Portugal-Holalanda de esta noche. ¿Qué os parecieron ambas selecciones? Abro debate. 😀