Brasil parece condenada a comprender que para ganar esta Copa América va a necesitar más de los ajustes que de los planteamientos. Su concurso como anfitriona está encontrando un déficit entre la zona del ‘9’ y la del mediapunta que está llevando a Tite a cambiar muchas cosas, de inicio o mediado el encuentro. La Paraguay de Eduardo Berizzo tiró de intensidad defensiva en la primera mitad para hacerse un ovillo en la segunda y aguantar hasta el último aliento, mientras la ‘canarinha’ daba golpes al clavo con todo tipo de martillos sin poder sentir que la madera se abría. De menos a más, puede concluirse que la ‘verdeamarela’ llegó a tenerlo todo a punto de caramelo pero deberá revisar algunas de sus decisiones para los dos últimos pasos si quiere levantar esta Copa.
Paraguay nunca fue inferior en campo propio en la primera mitad pero su transición fue demasiado liviana
Eduardo Berizzo se plantó delante del favorito con un mensaje y un plan bastante meridiano, consistente en mantener un equilibrio defensivo entre meter el pie o cerrar el espacio para que Brasil sólo progresara en horizontal y por fuera. Allí, en los costados, trataría de ser más bloque mientras dentro buscaría más los emparejamientos de quienes recibían de espaldas o en apoyo. Brasil está ganando metros a través de su insistencia pero se está quedando algo corto a la hora de poder encontrar pases al espacio. Todo es balón al pie, donde los laterales, Dani Alves y Filipe Luis, se empeñan, en positivo, en ofrecer lectura y toques diferentes para compensar los problemas que Coutinho y Firmino están encontrando cuando quieren darle un sentido muy diferente a las jugadas. El primero se posiciona bien pero se le pide imaginar demasiado, mientras el segundo no está suponiendo ninguna ventaja para su equipo en escenarios posicionales.
Como ocurrió ante Venezuela, Brasil no encontró caminos claros. Cuando le cierran espacios sabe que tiene que elevar el nivel de agresividad y encontrar un gesto técnico o una pared que obligue al contrario a tomar decisiones más activas -meter el pie, hacer falta, sumar una ayuda dejando un espacio libre-, pero Paraguay logró igualar en intensidad y orden todo lo expuesto. Fue a través de Derlis y Almirón donde trató de amenazar y si bien hay que alabar el papel de ambos en sus incursiones en solitario para iniciar transiciones, el conjunto paraguayo echó en falta algunos momentos de presión para alzar la altura del bloque y darle algo de ropa a sus delanteros para sentir menos frío atacando huecos. Por más que el plan a largo plazo sea defender abajo y atacar espacios, el tipo de contragolpe de los de Berizzo reclamó claramente un contexto diferente: atacar hombres y no tantos carriles en solitario.
Los ajustes de Tite y el cansancio de Paraguay, con uno menos, dieron a Brasil el dominio total
Brasil entonces vio claro que el partido jugaba a su favor, porque no sentía amenaza real atrás -le atacaban pocas veces y siempre pocos hombres- así comprendió bien que las energías no aguantarían más de 60 minutos. Y Tite se quitó el guante y movió el asunto. Brasil cambió hombres y ocupación del campo y ganó diez metros. Paraguay ya no podía perseguir, sino esperar, tanto fuera como dentro, lo que llevó a su plan a una suerte de resistencia y despeje. La defensa del campo pasó a ser de área y frontal, y Brasil pinchó a dos hombres fuera, les ayudó con un segundo activo para hacer paredes y ganar línea de fondo y pudo superar marcas en el cambio de ritmo para después ajustar las posiciones de remate con más hombres -punto de penalti, palos y frontal-. Pero Paraguay logró aguantar y soñar con un milagro que se desbarató en la tanda de penaltis. Tite reflexionará con la almohada lo que parece un hecho. Su plan principal no es estático ni conformista pero tiene fisuras y necesita de ajustes.
AdrianBlanco_ 28 junio, 2019
¿Qué tal esas ojeras, amig@s? ¿Qué os pareció este Brasil-Paraguay? Menudo 'finde' tenemos por delante. 😀