Algo ha cambiado en la élite mundial del fútbol. Si la cita de Rusia ya dejó numerosas pistas al respecto, con selecciones construidas a partir de presiones muy adelantadas y constantes transiciones hacia uno y otro lado, el Chelsea -que se fue hasta los penaltis en su eliminatoria ante el Eintracht- le puso la guinda a esta teoría al convertirse en el cuarto y último finalista británico. Una fotografía que ilustra bien esta nueva tendencia, en la que además de Liverpool, Tottenham, Arsenal y Chelsea, los dos equipos que se han quedado a las puertas de Madrid y Bakú, el Ajax y el Eintracht de Frankfurt, también representan las singularidades de una escuela que se ha impuesto al “fútbol control” por el ‘derecho de conquista’.
El Chelsea logró igualar la contienda por calidad: técnica y táctica
El propio Chelsea, sin ir más lejos, también debió recurrir a esta predisposición cada vez más extendida para superar al cuadro de Hütter. Con Kovacic -derecha- y Loftus-Cheek -izquierda- en los interiores, prueba inequívoca del guion que ya había previsto Maurizio Sarri, el equipo londinense se vio en serios apuros para gobernar el partido tanto con la pelota como desde los espacios. El Eintracht, que a diferencia de la ida recuperó a Rebic para acompañar a Jovic en la última línea, planteó una presión muy adelantada a través de la cual, con el serbio muy pendiente de los dos centrales, con el croata muy encima de Jorginho y con sus dos interiores, Gacinovic y Rode, emparejados con Loftus-Cheek y Kovacic, consiguió incomodar la salida de balón del Chelsea. Hasta que este, pizarra en mano, con Hazard, Willian y Giroud arriba, encontró el modo de sortear esa presión para acelerar con ventaja.
Retrasando a Jorginho hasta la altura de los dos centrales, generando una superioridad numérica frente a Jovic, en primer lugar, y atrayendo las vigilancias al hombre de Hütter, que apostó porque sus futbolistas persiguieran muy de cerca a su par más cercano, el Chelsea consiguió ir ganándole una serie de centímetros al Eintracht en su presión que le permitieron actuar a sus lanzadores -entiéndase Jorginho, Kovacic y Loftus-Cheek- con relativa ventaja. Algo que poco a poco, a golpe de balones largos al espacio, aprovechando los desmarques de apoyo de Giroud y las rupturas en velocidad de Willian y Emerson, le fue entregando el timón de los últimos 20 minutos (de la primera mitad) al Chelsea de Eden Hazard.
El Eintracht de Frankfurt de Adi Hütter ha sido un muy buen equipo
Sea como fuere, y a pesar de su aciago destino tras la prórroga, el Eintracht de Frankfurt ha sido uno de los equipos más estimulantes de la temporada en Europa. Estructurado en su 3-5-2, comandado en defensa por Hinteregger, que estuvo inmenso en Stamford Bridge para preservar la integridad colectiva de los suyos, dirigido en mediocampo por Hasebe, que volvió a estar muy inspirado con el esférico, y apostando por transiciones ofensivas en las que siempre ha pretendido rodear a Jovic de cinco o seis futbolistas, el equipo alemán se ha convertido en una de las grandes sorpresas del curso. Y lo que es aun más importante: la confirmación de que este nuevo fenómeno está ya muy extendido. Y no parece pasajero.
Mirard 10 mayo, 2019
Sí que hay paralelismos entre esta Champions y el pasado Mundial, sí. No sólo por el tipo de fútbol que parece estar imponiéndose como fórmula ganadora, sino también por el mismo transcurrir de ambos torneos, con selecciones y equipos del fútbol control cayendo prematuramente ante rivales incluso de inferior categoría, lo cual nos ha dejado torneos muy emocionantes pero sin enfrentamientos entre los mejores. Hasta ambas finales muestran cierta semejanza. Francia y Liverpool, de corte similar y que partían como favoritos aunque tampoco como los "más" favoritos, y dos outsiders como Croacia y Tottenham.