El Tottenham de Mauricio Pochettino comenzó el año sin fichajes. Esta decisión fue el punto de partida de su técnico para entender de manera completamente diferente al grupo de jugadores que durante varias temporadas había pulido, administrado, liderado y abonado. Condicionado por la ausencia de nuevos talentos que retroalimentaran la competitividad de la plantilla, Pochettino construyó su propia historia, la de un equipo que apenas repetiría once inicial y disposición táctica, creando un caleidoscopio como metáfora del reto que supone competir sin nuevos referentes. Para captar su atención y no dejar que la cabeza se comiera el día a día del equipo, el Tottenham impuso a sus futbolistas una serie de desafíos posicionales y tácticos con tal de que ellos mismos, desde la evolución por comprender sus nuevos roles, pudieran ser los nuevos fichajes y hacer del colectivo algo superior.
Pochettino interpretó que la ausencia de fichajes obligaba a ver a su plantilla como un terreno por abonar
Reinterpretar los caminos del ataque fue la principal razón argumentada por el conjunto londinense para progresar individual y colectivamente. Salvo la figura de Harry Kane, tan específica como adaptable a todo tipo de contexto, y como cerebro de una máquina que iba a comportarse de maneras muy diferentes, las demás piezas de mediocampo, bandas y delantera iban a mutar continuamente en su dinámica de movimientos. Sin que el sistema variase en su núcleo ni en la interacción de todos los jugadores, fue el dibujo y las diferentes capas adquiridas por sus atacantes lo que modificó la estructura. De un año a otro, los ‘Spurs’ han bajado más de un 3% su porcentaje de posesión, dando una mayor importancia a la capacidad para transitar y ejecutar con mucha más determinación el ataque a los espacios. Es ahí, en la suma de matices donde entra Heung-Min Son, el alma mater de la idea troncal, el verdadero fichaje de la historia contada por Mauricio.
El coreano, un jugador de direcciones fijas, responsable de una de las dos bandas, ha experimentado un crecimiento impresionante, seguramente el actor revelación de la temporada en las grandes ligas. Su transformación, integral, ha ‘atacado’ todas las parcelas del campo y explorado todos los sentimientos de su juego, creando una simetría difícil de creer valorando sus temporadas anteriores. En ida y vuelta, Son ha alterado por completo su esencia como jugador, añadiendo a su condición de paso intermedio las dos fases que completan su revolución: jugador que da pie y es inicio de la transición con su primer movimiento y el ejecutor final en la zona de finalización, convirtiéndose en un consumado rematador que hace jugadas individuales y llega a gol con la puntualidad de un verdadero especialista. Visto en el pasado como un elemento conciliador y desengrasante, Son es ahora un creador de ocasiones.
En esa transformación, el más alterado fue Son: cambió la banda por la punta y el principio por el fin: un goleador de primer nivel
En lo más posicional, su paso de la banda a la punta ha completado la mencionada simetría. En su juego siempre hay matices a cada lado de la linea que separa dos opciones; tiene gol y juego, maneja la pierna derecha para conducir, quebrar o disparar tanto como la pierna izquierda, ha aprendido a ser freno y desenfreno; comprende y explota la aceleración tanto como la pausa y los tiempos dentro del área; su fútbol es tan evidente como sutil, desprende potencia pero también calidad, rebosa conducción y ahora, por supuesto, un finísimo desmarque. No hay seguramente algo extraordinario en toda su gama de recursos ni en su relación con el juego, pero nadie se duplica y se multiplica como él. Es precisamente su efecto multiplicador el que describe a la perfección qué había en la preproducción de esta película llamada Tottenham finalista de Champions para que todo saliera bien.
En la final ante el Liverpool de Klopp, y aunque la sucesión de los acontecimientos haya permitido a Pochettino pensar que ninguna baja comprometería la competitividad de su equipo, Heung-Ming Son, junto a Harry Kane, no competirá ante Virgil van Dijk desde la inferioridad. Todos los movimientos y patrones de juego del jugador asiático nacen como fortalezas para inquietar al entramado ‘red’. El coreano es tan importante como cualquier otro jugador dentro de la final del Metropolitano. Él es el hilo conductor y expresivo de la evolución de su equipo en una temporada tan particular.
eldayan 31 mayo, 2019
En algunos foros consideran que el Liverpool es muy favorito para ganar la Champions y tiene sentido, puesto que la velocidad del trío atacante red contrasta con la lentitud de la defensa del Tottenham, además es lamentable que Kane venga de lesión y no esté al 100%. Otro aspecto es que en los últimos 4-6 partidos, los de Pochetino solo han ganado una vez contra los reds.
Pero el ni el Liverpool ni equipo alguno es invulnerable; Son, Kane, Alli y Eriksen son armas de calidad para hacer daño en transiciones. Yo solamente espero que resistan los primeros 30 minutos de asedio reglamentario y a ver qué pasa después.