Cuando quiso darse cuenta, el Valencia se encontró sumido en un intercambio de golpes que condicionó lo que muy bien había arrancado. Lo más complicado estaba hecho. El equipo de Marcelino elevó el ritmo de su juego sin perder precisión y sin transmitir precipitación, fruto de la calidad de su trío de ases y de la ilusión por conectar con la grada. El equipo che metió la primera, y tuvo varias después, embolsando al Arsenal de Emery en el área, y viéndose con fuerzas para seguir percutiendo, pero la noche terminó deparándole un escenario de muchas marcas en el mapa y demasiados agujeros, tácticos y emocionales, que tapar. Necesitando mucha más efectividad que su rival y con la permanente amenaza de la dupla ofensiva del Arsenal, demoledora en arrancada y precisión, creciente ante cada arreón valencianista, Marcelino y sus chicos se despidieron de la final de Bakú.
El Valencia activó la parte más difícil: ataque permanente y poco tiempo entre ocasiones
Ese era el gran peligro de tener que asumir mayor iniciativa ante lo que Aubameyang, en la ida, cerró en el minuto 90. Aquel golpe dejó a Marcelino sin dormir, sabedor de que la remontada no dependía de hacer un partido de mucho volumen ofensivo sino de tener que equilibrar la propuesta ante el necesario riesgo asumido. Elevar el ritmo implica alargar el campo, abrir espacios, generar fuerza y dinámica para que el rival no tenga que utilizar fuerza desde cero, sino aprovechar toda esa necesidad y velocidad para tener ocasiones. En ese desgaste mental y físico se movió el Valencia, al que seguramente le afectó de manera implacable el 1-1, no del todo consecuente con el ida y vuelta que sí se dio con el pasar de los minutos.
En un escenario de posesión dividida, el Valencia sí tiene capacidad de ganar un partido pero no uno en el que tiene que solventar una desventaja de dos goles. La fiabilidad que el sistema Valencia necesitó ayer no estaba a su alcance, no al menos para ganar sin encajar. Las últimas semanas del conjunto che así lo reflejan: de los 12 últimos encuentros, sólo dejó la portería a cero en dos ocasiones. Y enfrente siempre estaban dos delanteros que, por nivel y rasgos, iban a hacer añicos las vigilancias de un balance defensivo desnudo y sin calidad individual para igualar. Pierre-Emerick Aubameyang y Alexander Lacazette, con ventaja estratégica, atacando espacios, son maravillosos. Y anoche estuvieron especialmente precisos -9 disparos, 4 goles-.
Marcelino vivió con la amenaza constante que le trastoca como equipo: ser inferior en las transiciones, su gran aval ofensivo
Los che habilitaron su 4-4-2 de tiempos rápidos, eléctrico por la banda de Guedes y demoledor a pocos toques. Aperturas a banda muy agresivas, área cargada en apoyo y llegada de Rodrigo, Gayà quitándole marcas a Guedes para tener centro raso o disparo a puerta en la frontal -con Maitland-Niles sufriendo mucho- y Daniel Wass llegando desde el lado débil para tener bien ocupadas todas las zonas de remate. El plan era reconocible y bien finalizado en todas sus fases, el Valencia hacía lo que sabía hacer y hallaba opciones cada poco tiempo, sin excesivo esfuerzo y generando mucho flujo ofensivo. Fue precisamente Maitland-Niles uno de los focos que explicaron bien el uso que hizo Emery de la fuerza y la velocidad del valencia para recoger esa inercia y salir con espacios. Sin necesidad de apoyarse en exceso en su mediocampo para transitar, el Arsenal pegó un puñetazo sobre la mesa cuando el gabonés movió la cuerda que mecía al Valencia en su intento de equilibrismo. Todo lo que fue pasando obedeció a la pesadilla que ha acompañado a Marcelino en todo el cruce: en las transiciones, su gran aval ofensivo, tenía las de perder.
AArroyer 10 mayo, 2019
Creo que no hay mayor frustración, además jugando sin red ni margen, que saber que tu mejor virtud es favorecer la mejor del rival. Porque el Valencia es un equipo sólido pero no es ninguna roca, y más a este nivel de exigencia, y cuando juegas a transiciones y al ritmo alto, que es donde el Valencia es un muy buen equipo -impresionante el primer gol, vaya tela Rodrigo Moreno-, y el rival es superior a ti, tienes pocas opciones. Era muy difícil remontar la ida con el escenario táctico global que se tenía que dar. Aubameyang es un martillo al espacio.