El Valencia CF llegó a la final 45 minutos antes que su rival. El cuadro de Marcelino García Toral, ordenadísimo en un bloque bajo (4-4-2) desde que arrancó el encuentro, hizo absolutamente todo lo que estaba en su mano para acabar coronándose campeón de Copa en el Benito Villamarín. El equipo valencianista le puso así el broche de oro a una temporada que, coincidiendo con la de su centenario, quedará grabada para la historia. Con Parejo y Coquelin en el centro del campo, por delante de Garay y Gabriel, el técnico asturiano confeccionó a partir de estos cuatro futbolistas una especie de jaula para Leo Messi. Cierto es que el futbolista argentino, que arrancó el partido de falso ‘9’, se metió en ella por su propia voluntad -o la de su técnico, que no tuvo más remedio que situarlo arriba ante la ausencia de Luis Suárez-, pero el posicionamiento defensivo del Valencia consiguió mantenerlo aislado durante prácticamente toda la primera parte. Un guion de partido que fue cambiando con el paso de los minutos, como ocurre en cualquier duelo, y más en una final, que confirmó dos premisas que se han convertido en certezas en las últimas semanas: el FC Barcelona ha acabado ‘roto’ -más en lo moral que en lo físico- la temporada; y el Valencia, por su lado, es un señor equipo. Con un pedazo de entrenador.
Dani Parejo, primero, y Francis Coquelin, después, hicieron competir al Valencia CF en el Villamarín
Con los extremos -Soler y Guedes- unos pocos metros por delante de los laterales -Wass y Gayá- a la hora de efectuar el repliegue, el 4-4-2 del Valencia logró defender siempre de cara durante la primera mitad. Entrando ya en el análisis, no debe esconderse que el FC Barcelona tuvo serias dificultades desde el inicio para organizar una posesión eficaz, sostenida y de calidad en campo rival. Así las cosas, con el equipo muy adelantado, con Busquets posicionado entre centrales -Piqué y Lenglet- en la salida de balón para marcar una superioridad numérica inicial ante los dos puntas del Valencia -Rodrigo y Gameiro-, el cuadro de Ernesto Valverde trató de arrinconar a su rival a través de una circulación más precavida que otra cosa, sin desborde ni profundidad, ni por fuera ni desde dentro, que se le acabó ‘haciendo bola’ en el momento que el Valencia encontró cómo -y sobre todo a quién debía darle la pelota para- anular su presión tras pérdida. Fue el instante en el que emergió la figura de Dani Parejo. Un especialista en hacerle daño al FC Barcelona. Y que esta vez reventó (su débil) transición defensiva.
La exquisita calidad técnica de Parejo fue siempre una oportunidad para el Valencia. A pesar de estar recuperando muy abajo, cerca de la frontal defendida de Doménech, que es hasta donde estaba llegando el Barcelona con su circulación, el equipo de Marcelino García Toral pudo transitar al espacio a través de los toques de su mediocentro. Después de recuperar la pelota, en estrecha colaboración con Coquelin -que firmó un encuentro memorable en este aspecto-, el futbolista de Coslada se atrevió a esconderse la pelota para sortear la presión barcelonista y lanzar al contragolpe a los efectivos ofensivos del equipo. Una auténtica exhibición de talento, técnico y mental, con la que Dani Parejo le concedió a los suyos la posibilidad de defender y robar el esférico a 70 u 80 metros del área de Cillessen. Una actuación que, reforzada por la acción previa al 0-2, sirvió también para confirmar otra de las grandes evidencias de este final de campaña: llegados a este punto, después de un curso en el que ha asumido todas las responsabilidades, el centrocampista ‘che’ es uno de los mejores en ‘su posición’.
El FC Barcelona estuvo muy tocado en lo ‘anímico’ y en lo ‘futbolístico’ durante toda la primera parte
Con Messi reducido a una simple acción en la frontal, una devolución de cara para que fuese Rakitic, Coutinho, Sergi Roberto o Semedo el que atacase el área, y sin Luis Suárez ni Dembélé, que son los que previsiblemente le hubiesen dado al equipo ese punto de profundidad y desborde que tanto echó de menos, el FC Barcelona mostró un pequeño viso de reacción tras el segundo del Valencia. Desde que Rodrigo firmó el 0-2, después de la acción individual de Parejo y de la fantástica carrera de Soler contra Alba, Ernesto Valverde probó a alejar a Messi de la frontal para que este, con algo más de margen que ante los dos centrales y los dos pivotes rivales, empezase a recibir la pelota con relativa ventaja: de cara y no perseguido siempre por un defensor del Valencia, que ya fue una mejoría considerable con respecto a los 40 minutos anteriores. Un movimiento que, por pequeño que pueda parecer, sentó las bases de la mejora barcelonista tras el descanso. En lo moral y también en lo táctico.
El ‘paso atrás’ de Leo Messi y la entrada de Arturo Vidal -interior izquierdo- mejoraron al Barcelona
Con Malcom desde la derecha, amenazando en la ruptura y en su duelo directo frente a Gayá, Vidal en mediocampo, trazando mucho movimiento vertical sin el esférico, y con Coutinho más cerca del interior izquierdo que del extremo, el FC Barcelona dio un paso al frente en términos de cantidad, y, sobre todo, de calidad. Con Messi viendo la portería de cara, y no de espaldas como en la primera parte, el equipo culé empezó a embotellar al Valencia contra su propia área. Y justo en ese momento, con el equipo cada vez más hundido, fue cuando el gemelo derecho de Parejo dijo basta. Es decir, los de Marcelino García Toral fueron perdiendo metros de manera progresiva, y para colmo se quedaron sin su mejor antídoto ante esta situación. De esta guisa, con un Valencia mermado en lo físico, al que no le quedó más opción que aferrarse a las recuperaciones -que no fueron pocas precisamente- de Coquelin, con Wass y Kondogbia también por dentro, el cuadro de Valverde afrontó una última media hora de claro dominio posicional. De muchísimo contacto con el esférico. Y en la que Valverde, después del gol de Messi, decidió colocar nuevamente a Aleña desde el interior izquierdo. Un tramo del encuentro en el que Piqué acabó de delantero centro, aunque esto obviamente le abriese muchas puertas a su rival para correr al espacio. Pero que, a pesar de los múltiples intentos de Leo -12 remates y 8/10 regates-, no le dio al Barcelona para llevar la final al menos al tiempo extra. Así que terminó con el Valencia, exhausto en lo físico, como ganador de una final copera que había empezado a jugar antes que su rival.
TheOne 26 mayo, 2019
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