El Valencia viajó a Londres con seis defensas en su once titular, rompiendo así con su arquetípico sistema 4-4-2 para organizarse en un 5-3-2 muy coherente -vaya esto por delante- con la metodología ofensiva de su rival, el Arsenal de Lacazette y Aubameyang. Pero retomó el camino de regreso con el disgusto del que, después de un combate, lo que le duele no son los golpes sino la impotencia de no haber sabido cómo pararlos. Y eso que su noche empezó de la mejor forma posible gracias a una acción a balón parado. Sin embargo, una vez el Arsenal se repuso del primer mazazo y consiguió que la pelota pasase a rodar en una única dirección, primero Lacazette, que completó una grandísima actuación, y después Özil, que emergió para asentar a su equipo en la parcela rival, tiraron del hilo hasta dejar al Valencia completamente sin nada.
El Valencia se armó en un 5-3-2, con Rodrigo-Guedes en punta
Marcelino García Toral planteó para la ocasión un 5-3-2 en el que Diakhaby, por delante de la defensa, actuó como pivote en un centro del campo en el que Parejo -por derecha- y Soler -izquierda- fueron los interiores. Replegado a media altura desde un principio, cediendo toda la iniciativa al Arsenal, que salía jugando desde atrás con suma facilidad, el Valencia, no obstante, consiguió alternar distintas transiciones ofensivas -unas, para amenazar al espacio; las otras, con un control algo más pausado del esférico: sirviéndose de las alturas de Parejo y Soler- durante la primera parte. Así fue, al menos, hasta que Lacazette consiguió desaparecer del radar ‘che’.
El punta francés, que acompañó a Aubameyang en el frente de ataque, tiró de inventiva para adueñarse del encuentro a través de sus movimientos. Dejándose caer por el lado izquierdo, apareciendo entre el interior derecho -Soler- del Valencia y el carrilero de ese mismo sector -Piccini- para relacionarse directamente con la pelota, permitiendo así que fuese el delantero gabonés el encargado de atacar de manera vertical la corona del área; y a la inversa, acudiendo a la zona central del ataque, manteniéndose lejos del costado –a donde se dirigía Aubameyang– y del esférico para explotar el remate por detrás de los centrales, el ‘9’ del Arsenal castigó con suma crueldad el posicionamiento defensivo de los de Marcelino. Sobre todo a Roncaglia y Gabriel, los defensas que escoltaban a Garay desde las posiciones exteriores de la línea de tres, a los que hizo dudar tanto que se acabaron equivocando solos.
Aubameyang, y después Özil, castigaron la propuesta del Valencia
El otro gran nombre de la noche fue el de Mesut Özil. Más y mejor asentado en campo rival, el Arsenal encontró en el futbolista alemán el mejor recurso para juntarse en torno al esférico, aproximarse al área de Neto y apretar tras pérdida -con cuatro futbolistas en todo momento por detrás de la pelota- para negarle la salida al espacio al Valencia. Así las cosas, apoyándose constantemente en el ‘10’, que aparecía por los tres carriles para recibir y activar al compañero libre, el Arsenal consiguió accionar el mejor mecanismo con el que defenderse mediante la pelota a 60-70 metros de su propia portería. De esta forma, Özil volvió a ser ese nexo que tanto ha venido necesitando el Arsenal. Ese lazo que, como analizábamos en la previa, Unai Emery aún no ha conseguido movilizar a través de la pizarra. En lo púramente táctico. Pero que es vital para un equipo que precisa que sus dos mejores hombres acaben siempre dentro del área. Y más si los que defienden dentro son Gabriel y Roncaglia.
AdrianBlanco_ 3 mayo, 2019
Aunque el partido se le puso muy cara desde un inicio, el cambio al sistema de tres centrales no le sentó nada bien al Valencia. Tanto Gabriel como Roncaglia sufrieron muchísimo, y el mediocampo fue incapaz de sostener las fases de dominio prolongado del Arsenal en la segunda mitad.