Un Girona sin giro

En su mejor momento, el Girona siempre fue un equipo sencillo, que se adaptaba al rival mientras rentabilizaba cada acercamiento al área, libra por libra, como ningún otro equipo en el campeonato. Christian Stuani viene ofreciendo los mejores años de su carrera, goleando casi sin participación en el juego, martilleando el área con una puntualidad que el Girona sí logró rodear de autovías simples, sin demasiados adornos. Esta manera de afrontar los partidos sirvió para sumar un buen colchón de puntos y establecer diferencias con quienes aún buscaban su sitio en la categoría. Pero la ausencia de evolución ha consumido a los catalanes en el peligroso sendero angosto que es protagonizar la peor dinámica en el peor momento: el tramo final.

La sencillez de la propuesta de Eusebio derivó en una ausencia de evolución para resolver dinámicas negativas

A dos fechas del final, la falta de evolución ha condenado el proceder competitivo de los de Eusebio. El técnico vallisoletano trató de variar la configuración de su línea defensiva desde lo numérico, alternando tres centrales con zaga de cuatro, exprimió el ímpetu de Pedro Porro y mantuvo la fe en su delantero uruguayo pero no encontró más alternativas que un centro al área y algunas incursiones inconexas de sus mediapuntas. De chispazos no logró vivir en estos últimos cuatro meses, y la ausencia de giro argumental, paradójicamente, lo metió en una espiral o helicoidal que no encuentra sentido. A falta de dos jornadas, sólo tiene cabida la capacidad de sufrimiento, también una dificultad sin margen: ¿qué ocurrirá si comienza sus partidos perdiendo? En lo mental, una colina vertical; en lo futbolístico, un páramo sin relieve.

El Girona es el equipo de la competición que menos dispara, el segundo que menos goles lleva y el equipo que menos aporta en lo goleador quitando a sus delanteros de la ecuación. Es decir, los caminos al gol tienen muy pocas variantes y no hay goles consecuencia de un sistema que activa el balón parado, la llegada de segunda línea o la creación de superioridades en fases más posicionales. La erosión del sistema, fruto de la simplicidad expuesta y de los negativos resultados sumados, exponen al equipo al esfuerzo excesivo y prolongado, a cubrir espacios muy largos y a ejecutar acciones muy poco productivas. Este fin de semana, chocará con un Levante con el que guarda algunas similitudes a nivel táctico e individual, directo en el juego, con jugadores veloces y necesidad de atacar espacios. Con 12 derrotas en los últimos 17 partidos, la necesidad no es ahora hecha virtud por el Girona, pues ahora mismo tiene menos argumentos, Stuani y su irracional puntualidad goleadora sin suministro, que los que luchan por mantener la categoría.