El Sevilla Fútbol Club lleva el vértigo en la sangre. Por él han pasado multitud de entrenadores que por principio propio o por inercia del Sánchez-Pizjuán han dado rienda suelta a la identidad de Nervión, que no es otra que el constante reencuentro con un fútbol directo, no tanto en la forma como sin lugar a dudas en la raíz. Sin descubrir nada sobre lo que siente Joaquín Caparrós como entrenador, el Sevilla ficha y juega en virtud de sus virtudes. Su mediocentro, sus laterales, sus interiores, ahora y ayer, mañana y siempre, hacen las cosas de manera rápida, con determinación. Si no es así, llegan las crisis. Cuando el Sevilla baja el pistón, pierde las referencias. Y sin aspirar todavía al fútbol que en otros tiempos llevó a cabo, este último tramo de Liga sí le ha hecho reencontrar parte de sus peculiaridades como equipo, que a la vez son del club.
El Sevilla desató un juego de transiciones de primer nivel
Enfrentando a un Rayo que le va la vida igual que al Sevilla en sus objetivos, y entendiendo que por las diferencias de calidad y rasgos que los definen, el conjunto hispalense gozaba de las blancas sobre el tablero, la tarde en Sevilla terminó siendo muy placentera para los locales. Nació al partido el Rayo tocando desde atrás y el Sevilla buscando muy arriba y con exceso de ímpetu e intensidad, un plan que si bien no le reportó beneficios netos, tampoco condicionó su presencia ofensiva. El Rayo comenzó a salir bien pero, en ausencia de Raúl de Tomás, le costó maniobrar ofensivamente cuando las líneas de pase no eran claras. Entre las carencias rayistas está que no hay perfiles que retengan y protejan la pelota para darle tiempo al equipo si por la zona del balón encuentra freno. Nadie logró aguantar la acción jugando de espaldas o usando su cuerpo.
Fue pasados los minutos cuando el Sevilla dio continuidad a un plan, descrito en esta web hace pocas fechas, tras el derbi sevillano, que ha conectado piezas más olvidadas. Caparrós no ha tardado en prescindir de Amadou para ubicar a Mesa junto a Banega y, sobre todo, explotar los costados con la presencia de Sarabia y la movilidad de Munir-El Haddadi. Si el primero habla por sí solo por compensar la ausencia de un segundo punta, partiendo desde la banda y no como interior, el segundo está volviendo a demostrar que es un elemento de enorme valor para sumar en plantillas de primer nivel. Y de él hay que hablar, pues una vez salió del Barcelona, asomó por Valencia y en Vitoria, acaso tímidamente, pero puede ser en Sevilla donde rompa, porque si su carácter tarda en mostrarse, su fútbol compensa por abundancia.
Munir está jugando realmente bien; auténtico comodín del sistema
Caparrós está sirviéndose del delantero hispano-marroquí como un comodín en todo tipo de situaciones. Y se antoja importante en la actual estructura porque hay pocos como él y porque sus virtudes crean sistema, facilitan procesos y automatismos. Munir es un tipo que aporta una fluidez y naturalidad en las dos fases de ataque -posicional y en transición- porque sale y entra de las jugadas en tiempo y espacio correctos y, más importante aún, porque en muchas ocasiones lo hace de espaldas, dando réplica a quienes necesitan aparecer y tocar de cara. Esta virtud infravalorada, extremadamente necesaria y siempre más complicada de hallar -muy pocos futbolistas juegan de espaldas a la jugada con sencillez-, permite a laterales y extremos encontrar apoyos y desmarques de máximo valor. Munir es uno de los culpables de que el juego sevillista embrague en once contra once y que además pueda correr. No hay que esconder que el Sevilla no tiene verdaderos velocistas pero tiene dentro uno de los mejores contragolpes, por ocupación de espacios y determinación en oleadas, que hay en el campeonato.
AdrianBlanco_ 26 abril, 2019
Qué bien le está sentado al Sevilla lo de Munir en banda izquierda. Una de las grandes decisiones de Caparrós hasta el momento, sin duda. Pues esta, además, implica que el 'Mudo' acompañe a Ben Yedder por dentro.