El camino del Celta de Vigo durante la temporada 2018/2019 ha ido haciendo paradas en lugares demasiado dispares, cuestión que unida a una composición de plantilla que, por un lado, se ha quedado corta de calidad defensiva, y por otro, ha ofrecido soluciones demasiado parecidas en su ataque ante la prolongada ausencia de Iago Aspas, ha llevado al equipo a tener que vivir una situación límite.
Ya con el agua al cuello el cuadro vigués ha tomado la decisión de apostar por la llegada de Fran Escribá, un técnico que por conceptos se aleja bastante de los puntos en común que mostraron Antonio Mohamed y Miguel Cardoso. Una medida de urgencia que, además, representa un fracaso por cómo se entendió el club el pasado, con el foco puesto en una serie de futbolistas que demandaban un sistema de juego que buscase el control desde una estructura que priorizase el dominio de la pelota.
Fran Escribá ha llegado con la idea clara de arropar a la línea defensiva, que ha venido sufriendo de forma sistemática durante toda la temporada
La llegada del técnico valenciano, tal y como pudimos ver en su debut frente al Real Betis, va a priorizar arropar las lagunas defensivas mostradas en los primeros meses de competición. Un 4-4-2 con el equipo buscando cerrar el carril central, librando a los zagueros de convivir situaciones límite, y estando junto en el propio campo a pesar de que eso suponga alejar a los atacantes de la portería rival.
La idea es coherente con los problemas mostrados por el Celta en la primera mitad de curso, aunque por cómo está configurada la plantilla se abren algunas incógnitas ante las que Escribá deberá contestar con precisión desde la pizarra. La primera obviamente tiene que ver con la ausencia de Iago Aspas, que no sólo es un líder emocional y a nivel de finalización de jugadas, también un recurso imprescindible si el equipo necesita generar ocasiones viviendo a 40 o 50 metros de la portería rival.
El de Moaña es el único punta capaz de sostener a su equipo con movimientos sin balón profundos y constantes, algo que Boudebouz, Brais, Sisto o Boufal no sienten de forma natural, así que Escribá tendrá que compensar de alguna manera hasta el regreso del crack si la apuesta firme consiste en un repliegue a media altura durante gran parte del encuentro.
La apuesta del Celta en jugadores como Lobotka, Beltrán, Brais, Boufal o Boudebouz demanda una estructura donde el balón tenga un mayor protagonismo
La otra duda estriba en la capacidad para defender el carril central, que como vimos claro ante el Betis será una fijación tanto en la defensa posicional –donde las dos líneas de cuatro pretendieron cerrarse de forma estrecha para escupir la circulación hacia los carriles exteriores, lo que en el segundo tiempo provocó un problema debido a la presencia de Tello-, como cuando el equipo corría hacia detrás, donde la intención clara fue también agruparse por dentro y conceder, si era necesario, progresión exterior del rival para después despejar el centro.
El problema en este sentido es de calidad defensiva, sobre todo a la hora de cerrar la frontal del área. La apuesta del club por jugadores como Beltrán o Lobotka obligaban a una configuración diferente, y aunque es cierto que el turco Yokuslu puede encajar relativamente bien en la idea, el Celta se está moviendo en un limbo demasiado elevado entre sus activos y el camino para quedarse en primera. La clave será Aspas, pero es lógica una razonable duda entre los conceptos de Escribá y los puntos fuertes de la plantilla viguesa.
AdrianBlanco_ 16 marzo, 2019
Entiendo que Escribá querrá repetir esta tarde en el Bernabéu un planteamiento muy parecido al del otro día ante el Betis: líneas muy juntitas, muchos futbolistas por detrás de la pelota, etcétera. Pero es que estamos en lo de siempre. Este equipo necesita como el comer a Iago Aspas, porque incluso con este plan, que es muy coherente con el momento del equipo y las alturas del curso en las que nos encontramos, las cosas como son, el Celta necesita el "nexo" del de Moaña.