El primer tiempo en el Camp Nou estuvo marcado por la facilidad rayista para que su sistema ofensivo fuese profundo, a pesar de que en ningún momento fue capaz de juntar varios pases más allá de la divisoria. Una circunstancia que dijo varias cosas buenas de lo planteado por Míchel, pero también expuso algunos de los problemas que el Barça ha venido mostrando de forma más o menos regular a lo largo del curso.
En primer lugar hay que decir que la estructura culé a la hora de hacer circular la pelota dejó varias grietas que provocaron esas salidas del conjunto madrileño. En primer lugar, la poca armonía del trío Busquets – Arthur – Vidal, sobre todo por la posición del chileno, que con los dos primeros atrás y administrando el cuero sobre el perfil izquierdo, venía dentro y quería meterse entre líneas, precipitando un envío en vertical y no permitiendo el pase hacia el perfil derecho para hacer respirar la jugada, algo clave si Messi arranca desde esa banda.
La circulación de balón del Barcelona fue realmente espesa durante la primera mitad
Después, el transparente concurso de Philippe Coutinho, que consciente de que abajo no hacía falta por la presencia de Arthur y por la evidente influencia de Messi, se quedó a medio camino entre construir y percutir, de modo que el Barça perdió un jugador efectivo por delante de la línea de la pelota. Una falta de fluidez que además se encontró con un Rayo Vallecano que tuvo armas para pisar campo rival, haciéndolo además con colmillo.
El primero de ellos fue la simple presencia de Raúl de Tomás. El delantero del equipo madrileño fue un dolor de cabeza durante la primera mitad, porque fue a la vez apoyo para lanzar a sus compañeros y proyectil para acabar él mismo las jugadas. Su calidad y el especial feeling con el balón que muestra en este momento le permiten, además, ejecutar acciones de potencial gol a pesar de que exijan perfección técnica, tal y como sucedió en el 0-1.
Raúl de Tomás por dentro y Advíncula y Moreno por fuera amenazaron a un Barcelona que tuvo que cambiar su dibujo en la segunda mitad
El segundo fueron Advíncula y Moreno. Primero porque el sistema de cinco defensas permitió desactivar la jugada que en este momento resulta un patrón en el ataque culé. El pase de Leo Messi sobre Jordi Alba nunca fue recurso, en parte porque la falta de tacto de Coutinho a la hora de posicionarse estorba la línea de pase, pero sobre todo porque con los tres centrales ocupados del centro, el regreso de Advíncula nunca permitía al lateral del Barça recibir con comodidad. Un trabajo defensivo que se completó con la velocidad de ambos carrileros rayistas para atacar el espacio, un problema añadido en el regreso de los laterales del Barça debido a la mala gestión del balón en campo rival.
La dirección de Valverde cambió el escenario. El paso al 4-2-3-1 dio control al Barcelona, sobre todo por la presencia de Ousmane Dembélé en el extremo derecho. Con un jugador fijo a la espalda de Moreno y aliviado el problema del medio campo, en el que Vidal y Busquets dibujaron un doble pivote en el que el reparto de espacios y funciones fue mucho más claro, el Barcelona mostró mucha más soltura a la hora de circular la pelota y por tanto espació mucho más las salidas del Rayo Vallecano. Una remontada edificada en un control que no había aparecido durante los primeros 45 minutos.
Albert Blaya Sensat 10 marzo, 2019
Puñetera la lesión de Dembélé, duda para el miércoles. ¿No creéis que l 4-2-3-1 es el que mejor se adapta a la plantilla azulgrana?