El Borussia Dortmund de Lucien Favre es uno de los equipos más particulares del momento. Dueño del 56.5% de la posesión en la Bundesliga, tan solo por detrás de Bayern Múnich y Bayer Leverkusen, y del 59.1% en la presente edición de la Champions, en la que solo FC Barcelona, Real Madrid y Manchester City han reunido más cuota de balón que ellos, el cuadro amarillo ha entendido el actual tramo de la temporada con la comedida responsabilidad con la que ha venido actuando desde la fase de grupos. Así las cosas no ha extrañado que, como ocurrió en el Wanda Metropolitano, el BVB de Reus, Sancho, Götze, Guerreiro y Alcácer, Witsel o Weigl haya aceptado una peculiar inferioridad en escenarios muy señalados, como su visita a Wembley en la ida de los octavos o el desplazamiento de los de Peter Bosz al Westfalenstadion. Una adaptación al tiempo y al espacio de estos partidos que, si por un lado encumbra la pizarra del técnico suizo, por otro, en cambio, puede chocar con el potencial de su plantilla.
En su fase ofensiva el BVB se organiza en un 4-2-3-1; en la defensiva, pasa a un 4-4-2 automáticamente
Respetando, en cualquier caso, el 4-2-3-1 de partida cuando tiene el esférico, el BVB de Lucien Favre sigue siendo un equipo eminentemente vertical desde su construcción. Con dos hombres como Witsel y Delaney en el doble pivote, la propia configuración del cuadro teutón apuesta por habilitar el mayor número de líneas de pase por delante de ambos. De esta forma, con sus dos centrocampistas muchas veces en paralelo, la intención del suizo es hacer progresar la posesión de una manera muy vertical, tratando de superar la colocación defensiva rival desde el pase más que la conducción o el envío directo. Una disposición que, con los extremos bien abiertos, y los dos laterales en una posición intermedia hasta que el balón rebasa la divisoria, está siendo posible gracias a la movilidad dentro-fuera de sus dos referencias ofensivas. Ya sea Reus o Alcácer el acompañante de Götze, la movilidad del primero –que evidentemente es diferente ya sea uno u otro– siempre es complementaria con la diagonal del segundo.
Ocurre, en cambio, que el 4-4-2 que adapta en su posicionamiento defensivo fue desde un inicio el plan utilizado en los partidos anteriormente señalados. Con el delantero y el mediapunta en la línea más adelantada, la actitud del Borussia Dortmund no está yendo encaminada a presionar los primeros pases del contrario, sino a tapar la mayor cantidad de espacio posible. Basculando de un lado a otro, de izquierda a derecha y respectivamente, en función de la circulación por la que apueste el equipo contrario, el 4-4-2 de Favre tiene muy interiorizados los desplazamientos horizontales en su propio campo. Algo que, con el equipo organizado en un bloque medio y con muy poca distancia entre su primera línea y la última, le está permitiendo al BVB competir desde una propuesta mucho más reactiva que en otras ocasiones. Y a través de la cual el Dortmund se está apoyando en la versatilidad funcional de sus puntas, sobre todo en el caso de Paco Alcácer, para coger altura y continuidad en la parcela rival.
Paco Alcácer ha intervenido en 14 goles hasta la fecha con el Dortmund: 13 tantos y una asistencia
La importancia del valenciano va más allá de sus cifras. Tanto para darle profundidad al equipo en escenarios de mayor protagonismo posicional, explotando sus desmarques de ruptura cerca del área, para los que domina muy buen timing para aparecer por sorpresa en zona de remates, así como para hacer progresar al BVB en situaciones a campo abierto, alejándose de la defensa para tirar el apoyo de cara a su propia portería, el fútbol de Alcácer está dotando de muchos recursos a la pizarra de su técnico. Una amalgama de destrezas, entre toques, devoluciones, descargas y movimientos sin balón, que son tan importantes como los que están relacionados directamente con el esférico, que le están permitiendo al Borussia Dortmund adoptar diferentes posturas según el oponente, el escenario y, más importante si cabe, el momento del encuentro. Porque esa mutabilidad para con la posesión y/o el espacio es la que está caracterizando a los de Lucien Favre; un equipo capaz de cambiar de fondo (manteniendo la forma: 4-2-3-1 / 4-4-2) con soltura entre partido y partido, y también durante uno mismo.
Pero obviamente, la capacidad ofensiva de este BVB no se reduce a la voracidad del de Torrente. Cuando el fútbol lo inician sus pivotes en mediocampo, el Borussia Dortmund opta en multitud de ocasiones por generar la triangulación en el carril exterior, conectando a su centrocampista (Witsel/Delaney) con el lateral (Hakimi/Diallo) y el extremo (Sancho/Bruun Larsen) de un perfil concreto para que, con el primero ensanchando cerca de la cal y el segundo instalado unos metros por delante, el pivote consiga tejer la sociedad mirando a la portería contraria. Una manera de avanzar desde atrás en la que Götze, o el segundo punta al uso, ayuda a crear la superioridad mediante la diagonal hacia fuera. Y que, como (no) sucedió en los primeros 45’ ante el Augsburgo, ha quedado demostrado que es de vital importancia para la continuación de la jugada. Un aspecto para el cual el equipo de Favre cuenta con una buena cuantía de opciones de inicio, pero también desde el banquillo. Todas ellas, eso sí, cortadas por un mismo patrón: con capacidad para el circuito asociativo y piernas para un plano más reactivo. De ahí que Alcácer, ahora que la comparación viene al pelo, deba estar cambiándose tantas veces de traje.
AdrianBlanco_ 5 marzo, 2019
Tengo la sensación de que esta Champions, en líneas generales, se le ha quedado algo grande al Borussia Dortmund. El equipo tiene en su haber el 4-0 al Atlético de Madrid el pasado mes de octubre, eso es innegable, pero creo que, como proyecto, aún se encuentra lejos de lo que demanda la Copa de Europa. Dicho lo cual, talento tiene. Y potencial, mucho más.