Pedro Porro: presente

El Girona de Eusebio Sacristán ha cambiado varias veces de piel esta temporada. Arrancó el curso en casa ante el Real Valladolid con el clásico 4-3-3 del de La Seca, jugando con David Timor como pivote y Aleix García y Granell como interiores a pie cambiado, y las circunstancias le hicieron readaptar muy temprano su discurso a uno que, con tres centrales y dos carrileros, comulgaba más coherentemente con la configuración de la propia plantilla, y con la herencia de Pablo Machín, que al caso vienen a ser cosas muy parecidas. Tras este cambio de dibujo, experimentado ante el Villarreal y mantenido en el tiempo hasta finales de septiembre, coincidiendo con el 2-2 ante el FC Barcelona, el Girona 2018/2019 ha adoptado diez esquemas diferentes hasta llegar al 4-1-4-1 que estrenó en el Santiago Bernabéu, con tres centrales y un lateral izquierdo en la línea de cuatro. Algo que, en la enésima prueba de Eusebio a través de la pizarra, ha matizado justo antes del parón de selecciones (Valencia, Leganés) con Pedro Porro de lateral derecho.

El Girona de Eusebio ha probado hasta diez sistemas diferentes

El de Don Benito ha sido una de las grandes noticias de la campaña. Debutando en LaLiga como titular, precisamente en aquel primer partido del curso ante el club vallisoletano, y tras adaptarse -entre tanto sistema- a múltiples roles dentro de los planes de Eusebio, el lateral extremeño, que en muy pocos meses ha alcanzado la ficha del primer equipo gerundés y ha debutado con la Sub-21 en este último ‘international break’, ha tenido tal impacto que muchos quisieron volver a acordarse de Maffeo para incurrir en esas típicas comparaciones ciertamente beneficiosas para el que su recuerdo no requiere esfuerzo. Dicho lo cual: vaya por delante que el objetivo de este texto no es, en ningún caso, alimentar el debate.

Porro, siendo lateral (o carrilero), regatea más de lo que centra

El fútbol de Pedro Porro ha sido -y sigue siendo- una bendición para el Girona. Ante las serias dificultades del equipo para identificarse con una idea concreta entre partidos, y sobre todo durante uno mismo, la velocidad en conducción del joven jugador de Badajoz ha permitido simplificar bastantes cosas dentro un de proceso que, de tan reduccionista que ha querido ser, ha atravesado tramos muy empedrados cuando más le ha costado llevar la pelota hasta su delantero centro. Porque la campaña, independientemente del nivel exhibido por el lateral/carrilero, se ha visto mermada por las dificultades de Portu y Borja García por rayar a una versión siquiera parecida a la de hace unos meses con Machín en el banquillo gironí.

Así las cosas, existe un dato muy revelador sobre Pedro Porro: y es que regatea más de lo que centra. Los 5,4 dribles que promedia por partido, comparados con los 4,57 envíos que mete en el área, no son más que el reflejo de las pocas ventajas que le proporciona la pizarra. Siendo carrilero en un sistema de tres centrales y dos mediapuntas por detrás del delantero, lateral en una defensa en la que su amplia mayoría de piezas viven más tranquilas cerca del área o volante por delante de un central reconvertido a la banda, y todo ello en un equipo ya acostumbrado a dividir su posesión en cada encuentro (45%), lo cierto es que el propio método del Girona no ha conseguido potenciar aún al principal suministrador de su futbolista más diferencial. Sin triangulaciones desde dentro que lo hagan correr por fuera con verdadera ventaja, más allá de su explosiva aceleración y de su buen golpeo en carrera, la mejor noticia para el equipo, y para el fútbol español en general, es que el nacimiento de Pedro Porro es más prometedor por lo que aún no se ha dejado ver.