De alguna forma, como todo en la vida, un concepto concreto puede necesitarse, usarlo a tu favor o significarse en tu contra. En el caso del fútbol, la expectación, en su justa medida, con inercia positiva, surge como un estímulo competitivo. Y ahora, metido de lleno en la pelea por salvarse, la SD Huesca está generando expectación, tanto a nivel interno, en su afición, como de quienes siguen la Liga española en busca de interés competitivo. En el proceso que ha llevado al colectivo a generar esta expectación, el trabajo de Francisco aparece como uno de los principales argumentos del equipo para sentirse hoy como se sienten.
Es muy interesante comprobar cómo todo lo que transmiten los partidos de la SD Huesca desde que llegó Francisco, verbalizados en argumentos, son compartidos por los propios jugadores. En la primera vuelta, el equipo aragonés carecía de rumbo por completo. Era un equipo inseguro, ingenuo, que se caía a la mínima oleada o acercamiento rival, que no disponía de una fase del juego competitiva. Su falta de calidad y su falta de conocimiento, a todos los niveles, de la competición impedía disfrutar de su aterrizaje. Este verbo, mucho más vital para equipos debutantes que para cualquier otro, era un imposible. Y ahora, como dice Xabi Etxeita, las cosas han cambiado muchísimo.
Xabi Etxeita, en Radio Marca: «Hemos estado disputando bien los partidos pero ciertos detalles, por falta de experiencia, por no tener más experiencia en Primera no hemos podido sacara esos partidos adelante. Ahora, con los refuerzos del mercado invernal y la pequeña experiencia de la primera vuelta, el equipo es más competitivo, sabe a lo que juega y sabemos lo que tenemos que hacer ahora para sacar los partidos adelante».
Cuando Francisco llegó, el equipo necesitaba una reestructuración en conjunto y por separado. Trabajar el estado de ánimo, construir un relato diario con el que motivar al futbolista de que estar donde están hoy es posible, sonaba a locura. El equipo, en lo táctico, ocupaba el campo de manera muy irregular, le faltaba mucha cuerda que lo fijara, lo ordenara y lo guiara como un acordeón, sin dejar tantos espacios y sobre todo, sin tener tanto miedo. El propio Francisco, de hecho, fue partícipe de muchos varapalos, con el gol de Pizzini como ejemplo paradigmático. Y es ese trabajo tan insistente por recuperar el control emocional del jugador, que confiara en sí mismo, lo que ha hecho que el equipo, mentalmente, pertenezca a la categoría. Como dice el propio Francisco, él ya no tiene que trabajar más lo psicológico. Esa etapa está superada.
Francisco: «Somos conscientes de lo que nos estamos jugando, dentro de la dificultad que tenemos, siendo muy humildes, saber que estamos con opción de llegar a ese final de liga como queremos pero en lo psicológico cada vez hace menos falta trabajar porque el jugador está empapado de eso. Hemos preparado el partido perfecto en lo táctico y estamos preparados para competir otra vez y estamos preparados para sacar un resultado que nos venga bien.»
Ahora, a 14 partidos del final, la SD Huesca sigue sabiendo de la dificultad que tiene por delante, pero habiendo despejado la duda que se cernía sobre todo miembro del plantel, no tiene más desventaja con sus rivales en lo mental. Sabe sufrir, administrar y gestionar las dificultades, el equipo juega mucho más junto sobre el campo y nada más ha de preocuparle que tener algo de suerte y, ahora sí, disfrutar de la competición en los últimos tres meses.