Es probable que, entre otras muchas razones, el Villarreal se haya perdido entre tanta calidad. La presencia y tenencia de jugadores de tanto nivel genera una expectativas que hacen la caída aún más sonora. Desorientado, el conjunto amarillo dio tumbos fijándose en diferentes jugadores sin que nadie pudiera apoderarse del ritmo del equipo. Hubo tiempo para que fuese de Fornals, de Chukwueze, de Cazorla o de Javi Fuego. Pero con ninguno despegó. Esta lectura debe constar como paradoja, pues alejándose de una realidad colectiva que podía enfocarse y darle las riendas a alguien concreto, la calidad de la plantilla permitía que todos pudieran potenciarse. Tanta calidad individual daba para, rodeados de una idea, como siempre fue en tierras castellonenses, se produjera uno de esos equipazos que ya se conocen por el actual Estadio de La Cerámica.
Javi Calleja llegó con la idea de resetearlo todo
La extrañeza de su temporada ha llevado a que Javi Calleja retome las riendas que no supo o pudo enderezar desde comienzos de temporada. Con Luis García Plaza como punto intermedio, la llegada del actual entrenador traía consigo una duda pertinente y más que legítima: ¿qué haría el técnico con la misma plantilla y su propia manera de construir un equipo? Con esa experiencia, no dudó ni un instante y pasó a jugar con tres centrales, una decisión compartida por multitud de colectivos pero que no había sido tomada en aguas del ‘submarino’. Calleja sabía a su segunda llegada que tenía que modificar cosas, que no podía poner la misma voz, mandar el mismo mensaje y tratar de convencer con el mismo argumento a los que seguían siendo los mismos hombres. Metidos en el mismo problema.
El equipo no podía ser motivado de la misma forma
De los dos rasgos más directos, frontales y significativos de un sistema de tres zagueros y dos carrileros -superioridad en área propia y primera línea con balón + amplitud fija-, lo que más está destacando es esto segundo. Una de las principales carencias del sistema de Calleja previo al primer cambio de entrenador, y también en un 4-3-1-2 de la 2017-2018, residía en el poco juego exterior de los hombres que partían desde la última línea, los laterales. No había extremos ni tampoco laterales largos y condicionantes en lo positivo. Todo eran transiciones o caídas a banda de los puntas. Ahora, con Pedraza como hombre más liberado, el Villarreal sí puede estirar, en conducción o desmarque, uno de los costados.
Ante el Sevilla, Iborra jugó muy arriba como interior izquierdo
Ante la visita del actualmente apagado Sevilla de Pablo Machín, además de dar continuidad a esta decisión, que parece apuntalarse como estructura de la etapa que lleve al Villarreal a salvar la categoría, Calleja ubicó a Vicente Iborra como el interior más adelantado, siempre un escalón por delante de Cazorla. Este detalle tuvo dos consecuencias de gran valor. La primera, seguramente más importante, fue comprobar que el centrocampista valenciano, a sus 31 años, no ha perdido la frescura mental ni técnica para moverse, inquietar y producir cerca del área, dejando toques y movimientos con los que su carrera hizo de bisagra. La segunda fue puramente táctica, y es que el Sevilla ha perdido confianza e intensidad en la presión y en su defensa más retrasada, lo que permitió al Villarreal sumar colmillo y llegada a espaldas de los centrocampistas. Iborra fue una de las superioridades. La plantilla del Villarreal, en efecto, tiene para dar y regalar.
AArroyer 18 febrero, 2019
Lo comentamos el otro día en "Las Gaunas Youtube". La verdad es que es muy interesante ver como un entrenador, que vuelve tras dejar el equipo, tenga que darle una vuelta a todo, desde el primer momento. No puedes trabajar igual con los que son los mismos jugadores. Tienes que convencer de otro modo, y de momento, 4 partidos sin perder. No es tanto que el sistema ahora encaje mejor a X futbolistas, es más cambiar todo, que el jugador gire la cabeza. Me parece que Calleja ha hecho algo que no esperábamos pero que era muy necesario.