Ernesto Valverde trató de emular en el Ciutat el mismo planteamiento que ante el Getafe. O uno, al menos, muy parecido (en cuanto a la forma) al del pasado domingo en el Coliseum. Con hasta siete de los menos habituales en el once, el FC Barcelona planteó una serie de detalles que, más que favorecerle las cosas sobre el césped, lo que hicieron fue concederle una serie de ventajas al Levante. Con Busquets “haciendo de Rakitic ante el Getafe”, retrocediendo mucho su posición hasta situarse en paralelo a los otros dos centrales, con Vidal y Aleñá por dentro, encargados de recibir ese primer envío, y con Coutinho por detrás de Dembélé y Malcom, el 5-3-2 del Levante se cobró para su beneficio todos los desajustes tácticos del 3-4-1-2 de los ‘culés'; que fueron unos pocos.
Valverde, como en Getafe, volvió a probar a retrasar al pivote
El Levante aprovechó esta tesitura para plantear una estrategia muy parecida a la de la última visita del Barça. Debido a que Valverde decidió incrustar a Busquets muy abajo, pretendiendo asegurarse así una salida de balón mucho más aseada con Murillo y Chumi, y escalonando para ello a Vidal, Aleñá y Coutinho, en una especie de rombo en el que Dembélé ejercía como vértice más adelantado, Paco López entendió este escenario como una oportunidad desde lo táctico. Ordenando a Rochina que presionara arriba, a la misma altura que Boateng-Mayoral, tal y como ocurrió en el encuentro liguero, el Levante se aseguró de este modo una certeza indispensable para entender lo que ocurriría después: emparejar numéricamente su presión con la salida del Barcelona. Algo que, mientras Busquets permanecía más cerca de los centrales que del centro del campo, le brindó la oportunidad a los de Paco López de crecer con cada recuperación (con los puntas) desde el carril central.
La pareja Mayoral – Boateng le dio muchísimo aire al Levante
Robando muy arriba, asegurándose de tener siempre a tres de sus futbolistas -los dos puntas y un tercero- en la primera línea de presión, emparejando a sus dos carrileros con los dos laterales rivales y aprovechado su superioridad numérica atrás, con Cabaco, Postigo y Chema, para liberar al primero y responsabilizarle de la cobertura sobre el interior derecho, en el espacio que dejaba Rochina cada vez que adelantaba su posición, el Levante consiguió mantener alejado al Barça de su portero -Aitor Fernández- durante largas fases de la primera mitad. Mientras que, tras el 2-0, el nivel de inspiración de sus dos delanteros le permitió preservar sus opciones ofensivas en el tiempo en el que replegó sobre su propio campo. Un plan que fue adoptando sus matices, como es obvio, como el hecho de que Rochina dejase de ir tan arriba para defender el espacio -y no al hombre- cuando Busquets recuperó su altura como pivote, o cuando introdujo a Morales para acompañar a Mayoral, mediante el cual el Levante consiguió desafiar y hasta superar a este Barcelona.
Philippe Coutinho volvió a dejar a deber desde el perfil izquierdo
Asumiendo, eso sí, bastantes riesgos: permitiéndole todo el tiempo a los Dembélé, Malcom y Coutinho la posibilidad de amenazar al espacio, debido a que su agresividad en la presión le llevó a distanciarse mucho de su área, Paco López consiguió imponerse a partir de este mecanizado trabajo defensivo. Pero también gracias, en buena parte, a todo lo que consiguió el equipo desde la pelota. Con tiempo y espacio para juntarse a través de ella, explotando para ello las cualidades más asociativas de Rochina y Campaña, e imponiéndose en los duelos individuales, tanto en el área (Boateng-Mayoral vs. Murillo-Chumi) como por fuera (Moses-Coke vs. Semedo-Miranda), el Levante logró azuzar al Barcelona a distintas alturas. Lo hizo, además, siendo fiel a su propia identidad. Siendo valiente, apostando por recuperar lo más arriba posible, con la capacidad para tener el balón sin miedo de quemarse -se debe insistir una vez más en la brillante actuación de sus puntas- y con la evidencia de que, con un puntito más de acierto, podía resolverlo.
Ahora, en clave barcelonista, es momento de reflexionar sobre bastantes cosas. Es cierto -y a la vez lógico- que la ausencia de Messi es -y será- muy determinante, pero el equipo no dio señales en ningún momento de tener la situación bajo control. Ni con la pelota ni sin ella. La realidad, a estas alturas, es el equipo no se encuentra en disposición de hacer retroceder a Busquets, pues entonces corre el riesgo de que este, como ocurrió ayer ante el Levante, ni pueda presionar (que es como mejor defiende) ni tampoco garantice ninguna ventaja desde el desplazamiento largo; mientras que, ya sea para la vuelta de esta misma eliminatoria, para la que está por llegar en la Champions o para la rutina más simple de LaLiga, es vital que el equipo recupere al mejor Coutinho. Aunque, si el plan va a seguir siendo similar, no parece algo sencillo.
AdrianBlanco_ 11 enero, 2019
No le sentó nada bien al Barcelona la decisión de retrasar a Busquets. Valverde quiso hacer algo parecido a lo del otro día en Getafe y para ello lo situó entre centrales. Ahora, esto, en lugar de agilizar la salida/circulación del Barça, lo que hizo fue potenciar la presión del Levante y, sobre todo, habilitar un espacio preciosísimo para sus dos delanteros.
Y no solo eso, sino que retrasar tanto a Busquets es prácticamente anularlo. Ni puede presionar ni tampoco tiene un rango de pase capaz de generar ventajas. Extraña decisión, como dije durante el partido.