Lautaro Martínez celebró anoche ante el Napoli su primer gran gol con la camiseta del Inter. El argentino, que entró en la recta final cambio de sistema mediante por parte de Luciano Spalletti, dio valor al 4-4-2 con el que el cuadro nerazzurro atacó durante los últimos diez minutos. Un 1-0 que, si bien es cierto que también pudo ser 0-1 o incluso 1-1 en el último tramo del encuentro, sirve, además de para reducir la distancia entre ambos (5 puntos), para encumbrar la lectura del toscano desde la pizarra. Aprovechando la debilidad partenopea, cuando el Napoli se quedó en inferioridad numérica, el Inter reajustó el dibujo para, al tiempo que limpiaba la zona de 3/4, cargar el área con dos puntas a la vez. El tanto, llegando por fuera para acabar siendo rematado en el punto de penalti, fue el reflejo de la enorme relevancia de los cambios en el cómputo global.
El Inter de Milán fue superior al Napoli durante los primeros 45’
El Inter salió a tener la pelota en la primera parte. Y la tuvo, como acabaron probando las cifras al descanso (53-47%), a partir del mecanismo que Spalletti había preparado con Joao Mario y Valero como interiores por delante de Brozovic. Así, con el croata asumiendo el primer pase en fase de salida, el equipo interista escalonó al español y al portugués a distintas alturas para abrir el 4-4-2 del Napoli. Con Valero y Joao Mario intercambiando perfiles pero no roles en mitad de campo, el Inter dio el primer paso para apoyar su dominio en campo contrario. Mientras que el primero, primero por izquierda y después por la derecha, se situaba siempre cerca de Brozovic, tendiendo así una línea -muchas veces- horizontal sobre la que juntarse, el segundo, en el lado opuesto, se encargó de trazar movimientos verticales sin balón con los cuales, atacando la espalda del doble pivote rival, el Inter de Milán podía profundizar por dentro.
Sin embargo, al Inter le faltaron dos cosas primordiales para fraguar ese dominio. Y ambas, como suele suceder en este tipo de situaciones, se encuentran relacionadas entre sí. La primera -y más importante- tiene que ver con las ocasiones, y no tanto con la cantidad sino con la calidad de las mismas, ya que, a colación de la siguiente, no acabó de generar situaciones “limpias” de remate en los primeros 45’. Atacando por fuera, recurriendo en reiteradas ocasiones al centro lateral, dicho control posicional careció de una portentosa triangulación con la que hacer progresar la(s) jugada(s) en clara ventaja. Dejando las mismas en un simple esbozo, sin apretar realmente sobre el contorno de estas, especialmente en el sector derecho, una vez comenzó a actuar sobre dicho perfil Valero y Politano, con D’Ambrosio abierto, encontró el escalón intermedio entre Mario Rui y Zielinski. El extremo (Politano) y el interior (Valero) fueron, de hecho, los dos futbolistas más destacados del Inter durante la primera mitad, en la que Icardi participó más que otras veces fuera del área (alejándose de los centrales) y el Napoli, que se quedó muy pronto sin Hamsik, debió cambiar su forma en lo táctico.
La lesión de Hamsik obligó a ciertos reajustes desde la pizarra
Tras la lesión del eslovaco, que se tuvo que retirar antes de la primera media hora, Ancelotti mantuvo el 4-4-2 del principio; aunque, para ello, se vio obligado a reajustar unas cuantas piezas. Callejón, que había empezado el partido como lateral derecho, cambió su posición para, una vez Maksimovic se ocupó de dicha demarcación, pasar a ocupar su ya clásica posición como volante derecho; algo que, por el propio efecto rebote, también tuvo su repercusión por el otro costado: Fabián pasó a jugar a pie natural, por izquierda, como ya ha hecho tantas otras veces desde la llegada de ‘Carletto’, al tiempo que Zielinski, que había arrancado el partido justamente por ahí, cerró el doble pivote acompañando a Allan. Una serie de cambios, todos ellos provocados por la repentina salida de Hamsik, que realmente cobraron su impacto bien mediada la segunda mitad.
El Inter acabó atacando el área con Icardi-Lautaro a la vez
Después de una primera mitad algo apática, en la que apenas llegó a rematar en una ocasión a Handanovic, el Napoli se sacudió el dominio tras el descanso a raíz de su comportamiento con el balón. Con él, iniciando la jugada desde atrás, dejando en la retaguardia a Maksimovic como tercer central junto a Koulibaly-Albiol, el equipo encontró en sus dos puntas, Insigne y Mertens, la referencia sobre la que desarrollar la acción. Mientras que sin ella, cuando la perdía, la presión quedó configurada en un constante emparejamiento 2×2 entre atacantes (Insigne-Mertens) y centrales (De Vrij-Skriniar), volantes (Callejón-Fabián) con laterales (D’Ambrosio-Asamoah) y pivotes (Allan-Zielinski) sobre los centrocampistas (Vecino-Brozovic). Aunque fue en esas, con el Inter cada vez más lejos de Meret, cuando la inspiración de Spalletti cobró su trascendencia. La entrada de Keita estiró al equipo por izquierda, nada más que por su insistencia en el uno para uno, mientras que la de Lautaro fue, como se conoce en economía, un coste de oportunidad: optó por una referencia más dentro del área en lugar de un nexo fuera… Y acertó.
AdrianBlanco_ 27 diciembre, 2018
Me gustó mucho la lectura de Spalletti en la segunda parte. Acertó de lleno con los cambios y ganó un partido que estuvo a punto de haber perdido pocos minutos antes.
No metió a Lautaro para jugar por detrás de Icardi, sino en paralelo a él arriba, y le funcionó muy bien.