El Camp Nou tiene su propio manual de instrucciones cuando se visita, sea por primera o por enésima vez. La adhesión de una idea y una manera de entender el juego trasciende el tipo de jugador y equipo que da forma o alinea el Barça: el oponente sabe a lo que va y, por tanto, ha de adaptarse a (todo) ello. Aunque no esté Leo Messi, medirse al equipo culé trae consigo una preparación concisa, a saber, tener menos balón y, lo verdaderamente fundamental, manipular con precisión la altura de tu bloque en cada fase del partido. Tomar esa decisión, desde el principio hasta el final, suele marcar las opciones de competir y/o ganar en uno de los campos más condicionantes del mundo del fútbol. Y el Tottenham de Mauricio Pochettino, jugándose el pase a octavos de final de esta Champions, optó por lo siguiente.
El Tottenham decidió defender en un bloque medio con presión sobre centrocampistas del Barça
El cuadro ‘spur’ buscó con mucha más frecuencia un bloque medio y posterior repliegue con una directriz clara de dar espacio a la primera línea blaugrana para incidir en la recepción de la segunda, es decir, buscar el robo en zonas intermedias y no a todo campo buscando una intercepción altísima. Esta decisión llevó al Barça a lateralizar su salida, a intentar progresar por fuera para medir el riesgo, mirarlo de frente y estar preparado para la pérdida en campo propio viendo que la acción se precipitaría habiendo muchos futbolistas, de ambos equipos, en una zona exterior, asumiendo una pequeña ventaja ante un potencial robo inglés. Al lateralizar la salida, el Tottenham basculaba su presión y acosaba hacia la cal.
De este modo, en espacios más reducidos, el extremo y el interior, siendo Aleñá y Dembélé los que más sufrieron esta presión, mucho más que los del sector contrario -Arthur y Coutinho-, jugaban de espaldas y tenían que bailar con su marca, girando, fintando y protegiendo el balón para intentar escapar. En esta acción del juego, la más constante del partido, antes y después del espectacular gol de Ousmane Dembélé, se comprobó lo asimiladas que tiene el conjunto culé las decisiones colectivas e individuales que se deben tomar cuando la presión del rival es sobre el receptor, y no sobre el poseedor, y cuando se realiza en una de las dos bandas.
FCB consiguió utilizar con claridad el lado débil de la presión ‘spur’
Es en este tipo de situaciones donde el rival tiene que trabajar y medir los espacios del lado débil. Al contrario de lo que pueda parecer, el Barça tiene muy en cuenta en todo momento la ventaja que puede extraer del lado menos vigilado por la presión lateralizada que el rival realiza cuando los culés salen por fuera. El Tottenham tenía igual número de jugadores y defendía hacia arriba, encerrando al Barça, pero no estaba preparado para acudir al lado débil. Y el Barça fue especialmente hábil desde su triángulo derecho.
Con Aleñá en el apoyo, Dembélé amenazando y Semedo estirando en desmarques cuando uno de estos dos, ya sí, jugaba de cara en lugar de espaldas, permitió al Barcelona sacar limpia la jugada, en más veces de las que la perdió, hacia un Arthur y un Coutinho, más Miranda, que estaban completamente solos. El cómo del Barça a la hora de entender presiones intermedias, creando un contexto de salida lateral en espacio reducido y el uso del envío horizontal hacia zonas vacías es ADN Fútbol Club Barcelona. Juegue quien juegue.
AArroyer 12 diciembre, 2018
La verdad es que me dejó muy frío el Tottenham, en todos los sentidos y en todos los momentos del partido. Y el Barça controló bien las distintas presiones de Pochettino, sobre todo en la acción más repetida del partido. Salió casi siempre bien de la presión lateral. Aún sin Messi, vi al Barça sabiendo encontrar a Arthur y Coutinho, bastante solos cuando el balón se jugaba por derecha.