El Valencia se ha tenido que enfrentar a una nueva realidad en la segunda temporada de Marcelino García Toral. La clasificación a la Liga de Campeones ha derivado en una exigencia distinta, lo que llevó a un mercado de verano en el que la intención fue doblar más posiciones ante la perspectiva de tener que jugar domingo – miércoles – domingo. El nuevo panorama provocó un problema para el equipo ché, que basó su indiscutible éxito durante la pasada temporada en el mantenimiento de un ‘plan A’, con matices muy pequeños entre partido y partido, prácticamente siempre en función del ratio de posesión que pudieran acaparar.
Marcelino ha tenido que cambiar la dinámica de trabajo después de la clasificación para la Liga de Campeones lograda la temporada pasada
Marcelino, que venía destacando como técnico a partir de sistemas bien estructurados sin balón, se encontró con un equipo en el que sus jugadores más dominantes demandaban algo más de cintura. Parejo y Rodrigo dieron paso a un sistema que obligaba a construcciones ofensivas algo más complejas, mientras que Guedes abría la puerta a la adaptación a rivales que no permitieran que ese primer escenario se diera con continuidad. La cuestión es que contar con piezas tan decisivas en el once titular y el hecho de no verse obligado a rotar llevó a que el Valencia pudiera mantener un discurso casi idéntico en cada encuentro, cuestión que en la presente temporada, ante la mayor profundidad de plantilla y la mayor carga de partidos, no se ha podido repetir. Esto ha provocado que el equipo entrase en una dinámica delicada, donde los caminos hacia el gol no se encontraban con tanta fluidez, y por ende, los resultados no han terminado de llegar.
Ahora Marcelino, en vista de las necesidades, ha recurrido a exprimir esas piezas de su plan A, a pesar de la acumulación de partidos. Parejo, Guedes, Rodrigo y Carlos Soler están teniendo continuidad, y a partir de ahí el equipo está consiguiendo mostrarse más estable en sus construcciones ofensivas, algo fundamental para competir, teniendo en cuenta que los jugadores más decisivos de la plantilla necesitan de una estructura de ataque sólida para poner en disposición del equipo todo su talento. No sorprende que dentro de ese entramado, el que esté encontrando el gol sea Santi Mina, que ya conoce mecanismos imprescindibles para moverse como delantero centro en el 4-4-2 de Marcelino en Mestalla. De momento, ha sido una ecuación que no han conseguido descifrar ni Batshuayi ni Gameiro, jugadores con más recorrido en el primer nivel y en un principio, más resolutivos a la hora de finalizar jugadas que el delantero gallego.
El canterano del Celta destaca por encima de sus dos competidores por el puesto en algo importante en la transición ofensiva ché, y es la amplitud de sus movimientos por delante de Rodrigo. Mientras que Batshuayi y Gameiro están ejerciendo de nueves clásicos, con clara incidencia en el carril central -ya sea para venir a buscar el apoyo, algo que intenta mucho o el belga, o para trazar movimientos hacia portería, caso del francés-, pero sin ensanchar la ofensiva. La diferencia con respecto a Mina está en el espacio que limpia a Rodrigo Moreno, que encuentra más situaciones de finalización con él –al menos por el momento-, al ejercer el gallego de lanza con movimientos diagonales que limpian terreno para la ruptura del segundo punta. Esto se complementa con su interpretación del ataque posicional, cuestión que Mina domina bien a pesar de no ser un futbolista ágil en los espacios reducidos.
Santi Mina recupera conceptos básicos del sistema del Valencia de la temporada pasada
La necesidad de un jugador que descargue rápido de espaldas a portería es crucial en el equipo de Rodrigo y Guedes. El primero lo agradece porque eso significa una pared en la corona del área que le permitirá encarar a portería, y el segundo porque le es más sencillo, tras trazar la diagonal hacia el área, disparar al arco. El crecimiento de Mina en esa fase del juego es un recurso que Marcelino, ya sin Zaza en plantilla, necesita para que sus cracks puedan terminar jugadas. A esa jugada concreta, Mina suma además una agresividad para cargar zona de remate fundamental. Para Carlos Soler, que pone pelotas de gol sin necesidad de desborde, es el perfil clave, porque sin tener la velocidad de Gameiro para zafarse de la marca ni la potencia de Batshuayi para ganar posición tras chocar, muestra un híbrido de ambas condiciones que le permiten atacar en ventaja ese centro lateral, además de mostrar buena lectura para atacar el primer palo o esperar el pase al punto de penalti -jugadas que con Gayá o el propio Rodrigo se repite mucho-. Una conjunción de argumentos que hacen a Mina, en esta fase de la temporada, un recurso clave para que el Valencia pueda estar más cerca de la victoria.
AArroyer 13 noviembre, 2018
La verdad es que Santi Mina es un jugador difícil de encajar. Es un futbolista con olfato y sentido dentro del área, su mejor virtud es cómo se mueve y orienta sus toques y remates en el último tercio, pero tampoco es un segundo punta que pueda generar mucho fútbol a través de sus intervenciones. A mí me ha extrañado un poco que Marcelino opte por esta decisión pero es que sus '9', por unas u otras cosas, están realmente mal. Y mina sí puede ser la profundidad que necesita Rodrigo. A ver si las victorias recientes aclaran un poco el juego del Valencia y Guedes y Parejo despegan por fin.