La modesta localidad de Éibar vivió ayer una jornada histórica ante la visita del 13 veces campeón de Europa. El cuadro de José Luis Mendilibar se impuso con todas las de la ley frente al Real Madrid de los Sergio Ramos, Luka Modric, Toni Kroos, Karim Benzema o Gareth Bale. Y lo hizo, como ya es costumbre en Ipurúa, a través de una amalgama física y táctica con la que borró del mapa a los de Santiago Hernán Solari. Presionando arriba, eligiendo bien dónde y a quién encimar, gobernando las segundas jugadas e imponiéndose en el juego directo, la línea adelantada de su defensa jamás fue un problema para la integridad defensiva de la SD Eibar. El equipo vasco celebró una victoria que tardarán muchísimos años en olvidar. Un 3-0 justificado desde lo táctico, pero también respaldado desde lo anímico, con el cual el Eibar desnudó al peor Madrid de la 2018/19.
Solari volvió a probar con Ceballos como único pivote
Porque al Real Madrid no le salió absolutamente nada en Ipurúa. O casi, teniendo en cuenta que en el primer cuarto de hora ya perdía por 1-0. Con la baja de Casemiro, Solari volvió a probar la misma fórmula de Balaídos situando a Ceballos como pivote por delante de Kroos y Modric. Un 4-3-3 muy marcado con la pelota, que sin ella pasaba a ser el 4-1-4-1 con el que salió a esperar al Celta. No obstante, hasta el gol de Escalante, el Real Madrid realizó dos cosas que perdió por completo tras el primer gol en contra: una fue su presión sobre los primeros pases del Eibar, y la otra, con el esférico en los pies, fue su intención de escapar por abajo y en corto del esfuerzo armero por recuperar cerca de Courtois. Fue en ese tramo del encuentro en el cual el Madrid, desprovisto de certezas colectivas en aquello que tiene que ver con la posesión, debió recurrir a lo más primigenio de su fútbol, la calidad individual de sus propios futbolistas, para saltar una presión que se extendió a lo largo y ancho del campo. Lo cual tuvo efecto mientras duró la inspiración.
La propia disposición táctica no benefició en este punto. Con Asensio (izquierda) y Bale (derecha) totalmente abiertos desde el arranque, el Madrid encontró muchísimas dificultades para armar su juego a través del esférico. Un detalle que, por descontado, también tuvo su impacto a nivel defensivo. En fase de salida, el equipo no supo imponer su superioridad (numérica) en el centro del campo. Y esto se debe a dos motivos principalmente. El primero es que, con los dos extremos tan abiertos, el único envío (medianamente) seguro para Kroos y Modric fue hacia fuera, donde el Eibar defendía con volante (Cucurella y Orellana) y lateral (Cote y Peña) esta recepción; y el segundo, en relación al anterior, tiene que ver con lo solo que volvió a quedarse Benzema en la última línea. Con los dos hombres de banda (Asensio y Bale) tan abiertos a la cal, con balón y sin él, pero sin capacidad de devolver el esférico hacia dentro para hilvanar una jugada, el Madrid se vio abocado a una improvisación que, dentro del peculiar “contexto” de Ipurúa, no le sentó nada bien.
Cucurella firmó un partidazo desde el lado izquierdo del 4-4-2
La situación del Real Madrid es complicada. Y así seguirá siendo mientras el equipo siga siendo tan endeble a las vicisitudes de la competición. El 1-0, como decíamos más arriba, echó por tierra todo lo (poco) visto hasta el momento. Y es, a partir de este tramo, cuando el equipo perdió el norte por completo. La SD Eibar, sabedora de las dificultades de su rival, vio la sangre y tomó, posiblemente, la decisión más importante de todo el encuentro: no quiso proteger su ventaja desde el espacio (replegando) sino ambicionando una diferencia aún mayor. De ahí que, con el dominio del juego, de las ocasiones y del resultado, quiso ir a por más con el Madrid malherido. Debido a que el Madrid intentó salir muchas veces desde la derecha, con Bale anclado a dicho sector, Mendilibar fue muy inteligente a la hora de visionar este mismo lado para, a diferencia de otras ocasiones, construir su perfil más fuerte para atacar. Ya que, una vez recuperado el balón, la ventaja (Cucurella) ya estaba hecha sola entre Modric-Bale y a la espalda de Odriozola.
En cualquier caso, la floja actuación del Real Madrid no merece eclipsar la grandísima versión de la SD Eibar. Porque mientras unos siguen buscándose a sí mismos, perdidos en un mar de dudas, José Luis Mendilibar ganó sin renunciar a sus principios. Siendo muy valiente en todo momento. Atacando a través de cada posesión, buscando a su rival muy arriba. Y, sobre todo, siendo fiel a una idiosincrasia que siempre le ha acompañado, y a la que esta misma semana hizo referencia en una entrevista: “El fútbol es movimiento”. Y desde esa actitud su Eibar, ayer, pasó por encima del Real Madrid.
Juantelar 25 noviembre, 2018
El fútbol es movimiento y el Eibar de Mendilibar no para quieto. Y para muestra, Cucurella, que se hartó de correr y romper al espacio. Y además metiendo unos centros bastante buenos que dieron origen a dos goles, si no me falla la memoria.
Pero es que el Eibar hizo un partido tremendo. Muy intenso y concentrado, presionando bien en campo rival, aprovechándose de los groseros errores del Madrid y provocando constantes 2×1 en las bandas. Además que el Madrid los centros laterales le hicieron un daño tremendo, era incapaz de defenderlos con un mínimo de garantías. Kike y Enrich se impusieron siempre a los centrales, y Orellana se metió bien por dentro entre líneas.
Del Madrid imposible rescatar nada. Parecía que podría haber aprovechado los espacios que dejaba el Eibar a espalda de los zagueros, pero a Benzema (de lo poco salvable de los blancos) siempre le dejaron en fuera de juego.
Si es que visto lo visto, lo mejor para el Madrid fue el resultado.