Desde la marcha de Pep Guardiola, el Bayern Munich está buscando o esperando acometer el paso definitivo que complete y/o cierre un ciclo iniciado hace casi diez años, cuando Louis Van Gaal, junto a Arjen Robben, Franck Ribery, Philip Lahm, Bastian Schweinsteiger, Mario Gomez o Thomas Müller, y posteriormente Heynckes y Pep, junto a otros talentos provenientes, como siempre así fue, de sus principales competidores de la Bundesliga -Neuer, Hummels-, fueron creando plantillas y proyectos a mayor altura que cualquier conjunto europeo que no tuviera a Cristiano Ronaldo o Lionel Messi en sus plantillas. El Bayern ha sido un auténtico gigante de la Copa de Europa en la última década. Desde cualquier punto de vista del análisis.
La grandeza del Bayern le obliga a asumir una posición dominante con respecto el juego
Esa autoexigencia alcanzó un punto de sofisticación y método futbolístico singular, por el propio significado de quien llevaba las riendas como por la diferencia que ese concepto entablaba con la historia estilística del club, con la llegada de Pep. Chocando con los tres equipos españoles que más presencia y arraigo han tenido con la Champions en ese tiempo, el conjunto bávaro cerraba la etapa Guardiola e iniciaba una transición que está viviéndose con especial intensidad en la actual temporada. La configuración de la plantilla ha conllevado un reducido margen de maniobra que se añade a su condición de gigante de la Bundesliga a la hora de permitirse algunas concesiones o elecciones tácticas: los bávaros llevan consigo el peso de tener que dominar los partidos domingo tras domingo. Deletrear el nombre del Bayern Munich es crear un campo magnético que imanta el tipo de partido que va a tener que protagonizar.
El centro del campo es la principal falla de los de Kovac
Entendido el estatus de semejante transatlántico y entendiendo que la directiva no ha querido hacer aún demasiado ruido a nivel de mercado, optando por alargar la vida de sus principales estrellas, lo cierto es que todo lo que sucede en el campeón alemán está desconectado en lo estrictamente futbolístico. Casi por inercia, y por la evidente calidad de sus futbolistas, el Bayern suma estadísticas que bien podría firmar un líder ultradominante de la competición: nadie dispara más que ellos (17.5 tiros por choque), maneja un 63% del tiempo la pelota (un 8% más que el 2º, el BVB), es quien menos disparos recibe (menos de ocho por partido), es el segundo equipo que más regates satisfactorios completa y quien más permanece en el último tercio del campo atacando.
La zaga no puede sostener vivir tanto en campo contrario
Todo ello contrasta con una estructura de juego incapaz de conectar los elementos principales que describen, delatan, indican y manifiestan un sistema vivo, sólido y eficaz. Y todo pasa por la medular. La pérdida de identidad, la baja de Coman o Thiago y los pocos minutos de James han llevado al Bayern a incidir de nuevo en un juego exterior para el que todo su alrededor ya no puede sostener si la efectividad no es altísima. Los pivotes, sean uno o dos, no disponen de la energía para acompañar y cerrar las puertas en campo contrario, mismo caso para unos centrales que pasan por un bajo momento de forma. Sin poder agarrarse a ideas, en diferentes grados de importancia, que puedan potenciar a todas las piezas, el Bayern actual está siempre muy cerca del error fatal, o de la inseguridad que humaniza a los jugadores que más expuestos van a estar en situaciones límite.
Martín Seijas 27 noviembre, 2018
Excelente análisis, como siempre.
El mayor defecto de este Bayern llega desde la confección de plantilla, no porque sea mala, sino que los jugadores de los que dispone Kovac no se adaptan a un equipo que se ve obligado a llevar el ritmo de los partidos. Me gustaría centrarme en tres partes:
-Los centrales. Están altísimos, jugando prácticamente todo el partido en campo contrario. Süle ya es lento de por sí, a Hummels, que nunca se había destacado por ser rápido, se le nota especialmente lento esta temporada, y Boateng ya lleva un par de años bajo de forma. Si a estas dificultades para recular le sumamos las imprecisiones que están teniendo con el balón, el resultado es un Bayern que concede, quizás no muchas ocasiones, pero sí muy claras.
-El mediocampo. A excepción de Thiago, no veo a ninguno de los otros jugadores llevando la manija del partido(Tolisso, Goretzka y Renato son, cada uno con sus matices, jugadores muy similares entre sí), y con la lesión de este, un mediocampo que acumula mucha posesión queda expuesto. A esto sumar que el único pivote posicional de la plantilla es Javi Martínez, que tampoco se destaca por la fluidez que aporta a la circulación. Sigo insistiendo en que me gustaría ver a Kimmich en esa posición, pero es que ahora mismo el Bayern no tiene otro lateral derecho de garantía.
-Los extremos. Con la lesión de Coman, solo quedan los ya veteranos Robben y Ribery. En ocasiones Müller ocupa la banda, pero ahí lo veo muy limitado. El conjunto bávaro necesita de urgencia jugadores que den el relevo generacional en esta posición.