En un ambiente ensordecedor, propio de una eliminatoria de fase final, las dos últimas campeonas del mundo se enfrentaron en Saint-Denis con objetivos bien distintos, no tanto clasificatorios sino por experimentar diferentes sensaciones. Dos partes muy diferenciadas explicaron al detalle cómo el corto plazo de ambas selecciones es radicalmente diferente. En la primera, Joachim Löw miró a quien debe mirarse para competir ante Francia -Kylian Mbappé-, mientras en la segunda mitad, el campeón galo tiró de aura y positiva arrogancia competitiva para darle la vuelta a la situación, pasando de lo tibio a lo candente gracias a sus poderosísimas individualidades y su vitola de mandamás del fútbol de selecciones.
Löw se protegió de Mbappé: tres centrales y pases horizontales
Visto en esta Uefa Nations League, Alemania tiene muchos frentes abiertos, tanto tácticos como competitivos. De entrada, la victoria se le viene resistiendo tiempo, y el gol se ha sumado como problema. No obstante, su principal batalla a librar es la que tiene que ver con su propuesta, que está tratando de ajustar tras lo visto en el Mundial y habiendo entendido que está en pleno relevo generacional. Visitar, además, la casa de Mbappé y Griezmann, requiere de adaptación, más si tu posesión de balón y, sobre todo, tu balance defensivo, son más débiles que sólidos. Entre dificultades propias y amenazas demoledoras, Joachim Löw se puso el abrigo y agarró la manta para protegerse.
De atrás hacia delante, el entrenador germano dibujó una defensa de tres centrales formada, de izquierda a derecha, por Hummels, Süle y Ginter. Los tres, además, basculaban con y sin balón, haciendo que el central de cada costado funcionara como lateral si la pelota se movía por ese flanco. No sólo Kroos y Kimmich tenían tres hombres por detrás sino que además se movían hacia fuera para cerrar la transición exterior del rival ante una posible pérdida. Por delante, Kimmich y Kroos jugaron en paralelo, un doble pivote meridiano, mientras Sané y Werner generaban dos líneas de pase a la espalda de los pivotes franceses, Pogba y Kante, y Gnabry mezclaba con Timo la punta. A nivel posicional se percibía la intención por medir cada franja del terreno, decisión compartida en cada pase. Todos los jugadores alemanes templaban, repasaban pases horizontales y asentaban arriba para no caer en la trampa de la impresionante velocidad y poderío físico de les bleus.
Francia sacó pecho de campeona en la segunda parte
Por su parte, en las filas francesas, un hombre fue el encargado de responder a ese dominio con gallardía e inteligencia. Un inspirado Olivier Giroud fue el mejor francés de la primera parte. El ‘9’ del Chelsea estuvo perfecto en cada aparición de espaldas y suyo fue el mérito de dividir la posesión y meter a su equipo más arriba. Sólo las imprecisiones y la poca altura de los laterales, Pavard y Lucas, impidieron a Francia medir la fortaleza alemana en repliegue. En la reanudación, no obstante, Francia creció dos palmos.
Y todo tuvo que ver con su carácter. Como se vio en el Mundial, y de forma ya adquirida e integrada en su proceder competitivo, el conjunto francés gano veinte metros de campo y varios amperios en intensidad para hacer palpable su cantidad de recursos individuales y competitivos. En esos segundos 45′, Griezmann se inventó un gol sencillamente magistral, elevando su ya de por si sobresaliente remate de cabeza, para seguir transmitiendo, a nivel colectivo, lo que define a esta Francia, que no es otra cosa que tomar con naturalidad y final feliz todos los escenarios que se le plantean. Subido en un carro que es trono, Francia salió de nuevo victoriosa.
AArroyer 17 octubre, 2018
No vamos a descubrir lo que condiciona Kylian Mbappé. El planteamiento de Löw a la vista quedó. Y también lo que hablábamos de la calidad. A Alemania le falta calidad diferencial en varias posiciones del campo, es la verdad. Cuando tiene la pelota le cuesta mucho mostrar creatividad, imaginación, toques diferentes, acciones originales. Nada nuevo, parece que le tocará a Alemania pasar por un bachecillo hasta encontrar un bloque de primerísimo nivel junto a una idea dominante.
Lo de Francia pues tampoco sorprende. Se vuelve a tener esa sensación de que siempre tiene recursos para dar un punto más que el rival. La propuesta no permite dar tres puntos más pero su mentalidad y su solidez, más sus individualidades, por supuesto, siempre encuentran dar un 7 sobre el 6 del rival, el 8 sobre el 7. Siempre, siempre, sale bien parado. Con tranquilidad.
P.D.: Qué maravilloso el gol de Griezmann. Qué remate, por favor.