La doble jornada de selecciones ha deparado un nuevo estatus para Nacho Fernández. Con la marcha de Gerard Piqué de la selección española, el central derecho de la selección ha quedado a la espera de dueño, y su primer relevo está siendo el central del Real Madrid, quien también ha arrancado el curso ocupando mismo lugar en el campo en dos de las tres primeras jornadas de Liga. Habituado a medir todas sus acciones en equipos sumamente dominantes, la temporada que recién comienza puede ser la que haga al madrileño cruzar la línea y modificar definitivamente su estatus, o al menos, su valor, si su condición, la de perfecto acompañante, permanece inalterada por un estatus mayor. Aunque no goza de virtudes que transformen el juego, entre sus más reseñables características está medir con soberbio equilibrio el contexto que le rodea, una cualidad siempre necesaria en equipos de enormes expectativas, como el que está construyendo Julen Lopetegui.
Nacho supone una fuente inagotable de fiabilidad
Lo primero que siempre debe constar a la hora de hablar de la progresión constante y asentada de Nacho en equipos de semejante entidad es su mentalidad para responder en todo tipo de contextos competitivos, sea siendo parte importante, secundaria o testimonial. En sus pasos hacia adelante, Nacho ha logrado integrarse rodeado de jugadores de enorme talento, jugando 90 minutos, media hora o dos partidos de los últimos quince. Basando su marca personal en darle la misma importancia a toda acción de juego y en toda circunstancia por diferente que fuese, su capacidad para competir sí que está a la altura del desafío. Así constó en la Liga de Zinedine Zidane, de la cual tomó partido en cuatro posiciones y en todas sumó rigor y velocidad defendiendo espacios y facilitando tareas. El nivel de conciencia que Nacho Fernández y sus respectivos entrenadores tienen de sí mismos de manera recíproca ha desembocado en que su figura tenga cabida en cualquier momento. De ahí la confianza y el valor que una pieza como la suya tenga todo el sentido del mundo en una jornada 12 y en una fase final de una competición internacional. Su nivel es de una enorme fiabilidad.
Sabe lo que le rodea y mide toda acción defensiva
Estas dos últimas palabras han de tener una relevancia contextual importantísima. Nacho juega al lado de Sergio Ramos, por detrás de Sergio Busquets, Toni Kroos o Luka Modric. Su toque siempre va a tener una importancia supeditada al de su cercano alrededor. Como escudero de Ramos, Nacho se ha preparado para aportar experiencia y dotar al sistema de un central que no puede permitirse descensos de concentración para defender pendiente de dónde el Madrid pierde la pelota y donde genera ventajas, que no es otro sector, mayoritariamente, que el izquierdo, el de Ramos, Kroos, Isco, Marcelo y los apoyos de Benzema, pero en el que también se juega muy arriba por la zona que le queda más próxima. Carvajal, Modric y Bale reciben rodeados y reciben o finalizan muy arriba. La concentración y un bajo número de errores no forzados se relacionó históricamente con sistemas protectores, resguardados, y no con aquellos que sin las virtudes de los elegidos, suman todo eso siendo el último hombre de la zaga.
Su mayor margen de mejora, su salida de balón
Ahí estuvo Nacho para poner certezas entre las dudas de Danilo, para suplir una lesión de Varane o para recoger el testigo y con mucho sentido, de Gerard Piqué. Manejando los nervios que el riesgo autoasumido por sus colectivos llevan implícitos, Nacho tiene un lugar garantizado en la élite por el conocimiento de sí mismo, la defensa por velocidad y reacción y su seguridad yendo al suelo cuando rebasan su posición. Es con balón donde su crecimiento está más acotado, pero no tiene más remedio que cuidar y regar esa faceta para no dar argumentos al rival a la hora de presionarle en salida. Lopetegui busca explicar cada gota de fútbol de su proyecto desde la posesión de la pelota y ahí no cabe ni un solo despiste.
Andrés Madrid 13 septiembre, 2018
Es muy muy raro que se acaben 90 minutos y decir que Nacho jugo mal o que no estuvo a la altura. Casi que imposible.
Y la verdad es que, pese a que nunca va a ser de los super mejores defensas del mundo, yo perfectamente lo coloco a día de hoy en el escalón de Thiago Silva, Hummels, Otamendi etc.