El Sevilla de Pablo Machín superó con creces su debut liguero, tras volver de Lituania (Zalgiris) y a pocos días de coger el avión con destino a la República Checa (Sigma Olomouc), con un 1-4 en el Estadio de Vallecas. El triunfo hispalense, que quedó visto para sentencia antes de llegar al descanso, podría personificarse a partir de tres nombres propios: Kjaer, Banega y André Silva. El defensor danés, el centrocampista argentino y el delantero portugués dieron fondo y forma a una victoria que, como sus propias posiciones señalan, el Sevilla consiguió labrar gracias a su superioridad en estas tres zonas del campo. Un dominio, plasmado en dicha goleada, que empezó, se desarrolló y se terminó materializando desde las acciones individuales de cada uno de estas tres hombres.
El Sevilla construyó su victoria a partir de tres nombres propios
El planteamiento de Míchel, todo hay que decirlo, tenía todo el sentido del mundo con aquello en lo que viene trabajando Machín desde hace semanas. A partir de un 4-3-3, con Kakuta (por el lado derecho), Embarba (izquierda) y Trejo en punta, sin una verdadera referencia en el área, el Rayo Vallecano quiso ensuciar la labor creativa del Sevilla desde la marca –casi al hombre- de Medrán sobre Banega. Con el ex de Real Madrid o Valencia muy cerca del argentino, encimando en todas y cada una de sus recepciones, el cuadro madrileño consiguió lastrar la tarea posicional del Sevilla hasta que el propio Banega, que de esto sabe bastante, encontró la forma de recibir mucho más holgado de cómo lo estaba haciendo hasta entonces. El paso atrás del rosarino, con el que se alejó del radar de Medrán, acabó siendo decisivo en el devenir de los primeros cuarenta y cinco minutos: pues el Sevilla, a través de ese gesto, empezó a ordenarse mucho mejor en la otra parte del campo.
Con Banega gestionando esos primeros pases, conectando de manera directa con la defensa de tres centrales, el Sevilla fue asentándose poco a poco sobre el terreno vallecano. Una puesta en escena que, como viene siendo ya habitual, Machín ordenó completar con la profundidad lateral de Escudero (izquierda) y Navas (derecha), y una retahíla de movimientos entre Sarabia y Franco Vázquez en zona de tres-cuartos que André Silva, he aquí el segundo de estos nombres, dotó de coherencia conforme al plan establecido. El delantero portugués, que se incrustó entre los dos centrales del Rayo, fue un verdadero dolor de muelas para la estructura defensiva de la ‘franja’. Se ofreció de espaldas en la frontal, donde sirvió de pared para poner de cara a Sarabia y ‘Mudo’ Vázquez, estiró a través del carril central, mediante una serie de movimientos muy profundos, y dentro del área, como mandan los cánones, tiró de repertorio para firmar 3 de los 4 goles de los suyos.
El Rayo volvió a echar en falta la presencia de un ‘9’ en el área
El partido, por otro lado, sirvió para evidenciar que los problemas que tuvo el Rayo fueron más de bulto que de concepto. El equipo, que responsabilizó a Kakuta –por el sector derecho- de la tarea ofensiva, consiguió llegar en numerosas veces hasta el rectángulo defendido por Vaclik mediante Trejo y Pozo, pero todas y cada una de estas ocasiones compartieron un denominador común: el Rayo echó en falta un puntito de malicia dentro del área que, más allá de la entrada de Javi Guerra en la segunda parte, quizás, por no tenerlo, le obligue a echar mano del mercado para así poder alinearlo. Alguien que al menos, de haber estado dentro del área, hubiese podido amenazar en alguno de los 17 centros (cuatro remates) que probó el equipo a lo largo de la tarde. El mismo que, por su incomparecencia, llevó a Kjaer, nuestro tercer y último hombre, a completar una actuación muy acorde –posicionalmente hablando- con las que ofreció en el Mundial. Porque el Rayo, ya por estas fechas, conoce lo que quiere, pero no tiene con qué ejecutarlo.
AdrianBlanco_ 20 agosto, 2018
Pablo Machín debe de estar frontándose las manos con la llegada de André Silva. Ya tiene su delantero "rematador" (a la espera de ver cómo cierra el mercado), y el portugués, además, le ofrecerá un abanico de posibilidades más amplio del que le daba Stuani. Ojalá que lo del luso en Vallecas no sea solo un espejismo.