Fabio Cannavaro estuvo a punto de cambiar el curso de la historia. El central italiano, campeón del Mundo en 2006, Balón de Oro unos pocos meses después, y entrenador del Tianjin Quanjian chino por aquel entonces, intentó tentar a Nikola Kalinic con una suculenta oferta para que tanto él, como unas cuantas generaciones de su sangre, no tuvieran que preocuparse por el dinero durante el resto de sus vidas. Pero en mitad del curso (2016/2017), con una Fiorentina que soñaba con volver a meter su pasaporte en la maleta, fue el mismísimo delantero de Solin, nacido en una de las cunas arqueológicas más importantes de Croacia, el que decidió parar las máquinas. Quería quedarse. Era el enero de 2017.
El paso de Nikola Kalinic por la Lombardía fue bastante pobre, por resumirlo de alguna manera. El bagaje, que ya de por sí fue bastante tibio como así señalan los seis goles y cuatro asistencias que fue capaz de firmar en los 41 partidos que disputó con la elástica rossonera, dejó bastantes cosas a deber en un delantero que poco antes, más allá de sus números, había hecho de todo y prácticamente todo bien, durante su estancia en Florencia. En las dos temporadas que estuvo (2015/16 y 2016/17), cuando fue fichado procedente del Dnipro, Kalinic convirtió más de una treintena de tantos y cerca de una decena de asistencias que, como rigen sus destrezas, logró completar con un amplísimo repertorio técnico –taconazos, controles, toques y devoluciones- mucho más funcional que decorativo. Algo que llamó la atención del Milan. Y que será, casi con total seguridad, en lo que también se habrá fijado el Atlético. Esa versión de Nikola Kalinic, vistiendo de morado, será la que pretenderá recuperar Simeone.
Nikola Kalinic es mucho más que su cuerpo y su remate de cabeza; eso es lo que dice su técnica
Porque ese Kalinic de la Fiorentina, capaz de vivir bastante bien lejos del área, es el que casaría como uña y carne con el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. El contexto rojiblanco, en función de los derroteros que ha venido adoptando en los últimos tiempos, le exigirá al croata un punto intermedio entre el Milan de Vincenzo Montella y el de Gennaro Gattuso. Así las cosas, atendiendo siempre al escenario que regirá en cada momento, Nikola Kalinic deberá hacer valer sus condiciones cerca de la portería rival, si es que Simeone, imaginemos por un momento, está obligado a cargar el área y decide echar mano del remate y las espaldas de su nuevo delantero; y por otro lado, pues también se dará el caso, cuando el plan le exija actuar algo más distanciado del punto de penalti. Dos tipologías de partido, a la que se podría añadir una tercera, cuando el Atlético deba armar su ataque desde un plan más posicional, para las que Kalinic, en cualquier caso, está hecho para actuar sean cuales sean las reglas que rija el partido.
Es el mejor aval con el que cuenta Kalinic, ahora que deberá asumir un rol y una responsabilidad sin parangón alguno dentro de su ya dilatada trayectoria. Tanto en Florencia como en Milán, el flamante fichaje rojiblanco ha sido –o al menos ha partido- como primer espada de los proyectos de Paulo Sousa, Vicenzo Montella y hasta de Gennaro Gattuso. Una situación que ahora, si nada extraño sucede de por medio, será muy distinta en su nueva aventura en el Atlético de Madrid. No obstante, centrándonos en lo puramente futbolístico, pues lo demás ya es cosa de Simeone, el fichaje del croata es bastante coherente conforme a la idea y las líneas rojas de un Atlético de Madrid que, ya puestos a entrar en materia, poco se parece con el de hace seis o siete campañas. La renovación de Griezmann, así como los fichajes de Rodri Hernández, Lemar, Gelson Martins, Diego Costa o Vitolo son, sin temor a equivocarnos, claros indicios de que algo –que empezó ya hace bastante tiempo en el club rojiblanco- ha cambiado en el Club Atlético de Madrid. Y ese proceso, el que ha conseguido transportar a la entidad a una nueva dimensión para la parroquia rojiblanca, es el que este equipo, armado con una de las mejores plantillas de su historia, pretende confirmar ahora que ya se sabe que albergará la final de la Champions.
Kalinic es un delantero muy completo en cuanto a sus destrezas. Va bien por alto, ayudado por su envergadura, maneja un importante abanico rematador dentro del área y su técnica, a la que antes hacíamos mención, le avala como uno de estos atacantes a quienes alguien, por aquello de distinguirlos con los clásicos cañoneros del punto de penalti, decidió catalogarlos ‘modernos’. Ese compendio de habilidades es el que encandiló a Montella, quien quiso (re)construir al Milan en torno al esférico, y del que Gattuso, con una propuesta mucho más visceral que su homólogo, quiso sacarle partido utilizándolo como lanzadera a bastantes metros del área contraria. Si bien es cierto que Kalinic se quedó muy lejos de rendir con el Milan según lo esperado, esta tipología que hoy en día lo define encaja, a priori, muy bien con aquello que pretende Simeone; y, más si cabe, con el entorno que lo vestirá (entre Griezmann, Saúl o Koke) cada vez que entre al césped. Porque Kalinic, a modo de corolario, es un delantero para engrosar las cifras y mejorar el juego del equipo, haciendo uso de su (gran) abanico con el primer toque.
El delantero croata se maneja bastante bien lejos del área, sin ser como Diego Costa ni Mario Mandzukic
Su perfil no es el de Diego Costa, por muy bien que remate cerca del portero y sepa hacer gala de su cuerpo. Si el hispanobrasileño, por efectuar la comparación, es capaz de abarcar grandes latifundios sobre el terreno a través de su carrera y sus diagonales dentro-fuera, Kalinic también es capaz de dominar esos espacios mediante un repertorio mucho más reposado y cerebral en el empleo de sus extremidades. El Atlético de Madrid, si la situación así lo requiere, podrá salir y desplegarse a partir del pecho y el juego de espaldas del croata, pero ahí su calidad para según qué tipo de acciones es la que lo diferencia de Costa y de su compatriota, que también jugó para el Atlético de Madrid, Mario Mandzukic. Porque Kalinic, por norma, no recibe todos estos envíos para prolongarlos o aportar, con ellos, unos segundos muy valiosos a la segunda línea del equipo mientras esconde la pelota en zonas muy poco productivas, sino que sus pases, sus toques y sus dejadas comparten un denominador común: generar algún tipo de ventaja. Ya sea para perfilar de cara a algún compañero –que bien podría ser Griezmann, sin ir más lejos, para salir al espacio o chutar a puerta si se encuentra en 3/4-, o estirar al conjunto –con un estilo más rimbombante que el del actual atacante de la Juventus- a través de una serie de controles que caen a plomo de su pecho al pie. Un sinfín de recursos, en definitiva, que ahora será Simeone quien deba saber cómo explotarlos. Cuándo y dónde, que siempre es lo más importante. Y a su debido momento, como todo en esta vida. Porque si algo necesita Kalinic, con tal de escapar del bache que lo tiene atrapado desde que emigró de Florencia, es tiempo. Lo demás debería de llegar solo.
Andrés Madrid 12 agosto, 2018
Pues no he visto a Kalinic mucho, pero como lo están describiendo hacen que me parezca muy buena idea si explota alinear el Costa-Kalinic- Griezmann, y de esa forma al salir del area a "crear" abrir espacio al desmarque de Costa y Griezmann.
"armado con una de las mejores plantillas de su historia"
Bueno, y entre las 4 o 5 mejores del mundo a día de hoy, añadiría yo. Para empezar que la columna vertebral, Oblak-Godín-Lucas-Koke-Saúl-Griezmann es algo que solo encuentra respuesta de ese nivel en el Barça-Madrid-Juve y tal vez PSG.
Entiendo que el discurso de Simeone sea otro, porque de seguro así motiva más a sus futbolistas, pero el Atlético no mira desde abajo a nadie hoy, por más que lo nieguen los colchoneros más románticos.