El suspiro de Luka Modric tras marcar su gol en la tanda de penaltis representó una irreal justicia poética, que Kasper Schmeichel, después de una actuación memorable, probablemente mereció a la misma altura. Pero el crack blanco se reservó un segundo de gloria después de presenciar el abismo, cuando erró un penalti en la prórroga que de haber entrado, prácticamente daba el pase al cuadro balcánico. Un instante en medio de una batalla que Modric logró equilibrar a favor de su equipo en un buen puñado de episodios, a pesar de que el escenario del encuentro era complicado gracias al buen trabajo danés.
Dinamarca se adaptó muy bien al plan croata
Hareide adaptó sus piezas a Croacia, demostrando otra vez bastante cintura, como ya se vio en el choque contra Francia, momento en el que hizo la primera variación realmente significativa en esta Copa del Mundo, cuando utilizó a Christensen como pivote defensivo. Para esta ocasión, volvió a ubicar al defensa central del Chelsea en medio campo, esta vez para formar un doble pivote con Delaney y acercar a Eriksen a la corona del área, una medida probablemente motivada a no perder el balón en los primeros pases, donde Croacia es realmente dañina buscando transiciones rápidas y verticales.
Dinamarca apostó por Cornelius como primer punta y Youssuf Poulsen escorado a derecha, con Braithwaite en el puesto habitual de Pione Sisto. La idea, más con Eriksen jugando como segundo punta, era clara: saltar las líneas de presión croatas con envíos sobre el punta o el extremo diestro y pelear la segunda jugada. El éxito danés fue relativo, porque Christensen fijaba su posición muy atrás y no siempre conseguía ganar esa pelota dividida, lo que le hizo recibir despliegues del equipo croata con el equipo bastante separado.
En ese contexto de partido comenzó a lucir uno de los futbolistas más dañinos del encuentro, Ante Rebic. Croacia aprovechaba que el partido comenzó a tener más transiciones de lo que podía esperarse en un principio para lanzar a sus dos extremos, y especialmente el del Eintracht de Frankfurt comenzó a estar acertado con esas carreras al espacio. Su velocidad y potenciac fueron muy difíciles de controlar para el cuadro danés, que tras el descanso hizo una modificación que le permitió ganar metros de forma más constante, logrando juntarse en campo rival y haciendo más complicadas las salidas de una Croacia que, en cualquier caso, seguía profundizando gracias a la aportación de Luka Modric.
Modric cambió la dinámica de un duelo que dominaba Dinamarca
Hareide decidió introducir a Schone por Christensen en el descanso, y Dinamarca ganó un punto de apoyo intermedio para lanzar al equipo. Más cerca de Eriksen y más sencillo para el equipo ganar la disputa y un rango de pase más amplio, ya que el cambio de orientación pasó a ser una posibilidad. Con los daneses mejor ubicados para evitar contragolpes, apareció la movilidad de Luka Modric, que comenzó a estirar el medio campo rival con diagonales constantes sobre el perfil derecho croata, permitiendo que el dominio fuera alterno. El centrocampista del Real Madrid sumó además una acción decisiva, al dejar mano a mano a Rebic, aunque después falló el penalti en la prórroga que hubiera significado el 2-1. En la tanda, el presumible héroe Kasper Schmeichel dejó ese honor a Danijel Subasic, para girar el guión de un encuentro vibrante.
AdrianBlanco_ 2 julio, 2018
El contexto era complejo, porque Dinamarca, que se organizó muy bien, hizo todo lo que no llegó a hacer Argentina en la noche del 0-3, pero qué frío me dejaron los 120 minutos de Croacia. Al final, que Rebic volviese a ser uno de los futbolistas más destacados del equipo, es sintomático. El propio Rebic, Perisic o Vrsaljko necesitan ritmo y espacios. Y la única manera que encontró Croacia para dárselos fue, como en la 2ªP, cediéndole toda la iniciativa a los de Hareide. Veremos, porque Rusia habrá tomado nota de ello.