El Inter de Milán vuelve a la Champions seis años después. El buque nerazurro, después de varias idas y venidas, de viajes hacia ninguna parte, al fin ha conseguido encauzar su rumbo en la primera temporada de Luciano Spalletti al frente del timón. Pero la travesía no ha sido fácil. El Inter, que empezó el curso (2017/18) consolidado por una implacable racha de resultados, no conoció la derrota hasta mediados de diciembre. Fue en casa, ante el Udinese, y tras ella hubo dos más consecutivas: Sassuolo y Milan; esta, además, en los cuartos de Copa. Una estocada, la de caer eliminado a manos de su vecino y principal enemigo, que dejó al equipo tocado. Y mucho. Hasta casi el final del campeonato. No volvió a ganar hasta la segunda semana de febrero. Y esta irregularidad, de la cual no consiguió deshacerse, le llevó a jugarse el todo por el todo en la jornada 38. El partido, seguramente, más importante del equipo en el último lustro; pues en él iba implícito ser o no ser. Y terminó siendo tras remontar –y sufriendo- a la Lazio por 2-3 en el Olímpico.
La mejor temporada de Nainggolan fue la 2016/2017, con Spalletti
Del centro de Italia, precisamente, llega su flamante fichaje para la 2018/19. Radja Nainggolan vuelve a reencontrarse así con Spalletti, dos temporadas después de firmar –bajo la tutela del toscano- su mejor curso a nivel individual: 14 dianas y 7 asistencias con la camiseta de la Roma. Una incorporación, la del belga por el Inter, que se entiende a partir de los dibujos que utilizó Spalletti durante la anterior campaña, y en estos primeros amistosos de la presente. A excepción de contadas ocasiones en las que cambió el sistema, como ante SPAL, Crotone (4-3-3) o Atalanta (3-4-2-1), el primer Inter de Luciano Spalletti se ordenó en un 4-2-3-1, sobre el que bailaron más actores que fichas. El esquema, el mismo que empleó en la AS Roma antes de aterrizar en Milán, dotó al Inter de más piernas que pie en mediocampo (Brozovic & Vecino), a la vez que trató de potenciar el afán rematador de su delantero (Icardi) en el área a partir de sus costados (Perisic & Candreva). Una estrategia más teórica que práctica, que no siempre salió bien; y para la que el Inter se ha propuesto matizar ciertos aspectos de cara a esta temporada.
Solo así, de hecho, se explica el cambio de tendencia entre un futbolista como Rafinha –o Valero, que también llegó a jugar partidos entre el medio y la delantera- y otro como Nainggolan. El día y la noche. El mar y la montaña. Ahora bien, el fichaje del belga por el Inter tiene su explicación. Y esta, entre las virtudes y las limitaciones del belga, no es otra –a priori- que llevar al equipo a un método parecido al de aquella Roma 2016/17; salvando, para ello, las particularidades entre aquel equipo y este Inter; pero no adoptando –salvo sorpresa- ningún otro pasaje aún por explorar dentro del librillo táctico de Spalletti. Porque así de alargada es la sombra del belga dentro de cualquier esquema, o equipo; tal es así que de su autonomía supedita, en gran parte, la base de todas estas pizarras. Porque antes de adaptarlo a él a una idea que, a sus 30 años, posiblemente jamás llegará a controlar, lo mejor –como hicieron Cagliari y Roma- es construir en torno a su anarquía. Y si el plano sigue siendo el mismo que el del año pasado, Icardi, Lautaro, Candreva o Perisic parecen buenos argumentos para explotar y aprovechar la mejor versión de Nainggolan en medio de todos ellos.
El Inter 2018/19 ya está trabajando, por ahora, en un sistema 4-3-3
A la espera de ver cuál es el dibujo por el que se decanta Spalletti para la 2018/19, el Inter ya ha formado de inicio en todos sus amistosos en un 4-3-3 que parece ideado, así a bote pronto, para sacar el mayor rédito posible al ataque de sus extremos. Estos, dentro del 4-2-3-1, ya cumplieron con un papel crucial en la anterior campaña a la hora de sumar apoyos por dentro, actuando (casi) como interiores, despegándose –más que de costumbre- de su hábitat natural: la línea de cal. Por ahí, quizás, puedan ir los tiros de cara a la siguiente temporada, volviéndole a otorgar a Nainggolan un rol parecido al que ha tenido en la Roma de Di Francesco, como interior en el centro del campo. Desde esta, llegando y no estando –si es mediapunta-, el de Amberes es capaz de abarcar bastantes metros para acercarse al área rival; conduciendo muchas veces el ataque de su equipo. La balanza, en este sentido, es clara: contar con Nainggolan más arriba, por detrás del punta, permite al equipo –sea la Roma, el Inter o el que sea- presionar de una manera mucho más agresiva; como interior, en cualquiera de los dos perfiles, llegar a la frontal en segunda línea. Porque ese, sea más arriba o más abajo, es el Nainggolan de hoy. El que ha adquirido este Inter. El mismo que, a todo esto, aún no se ha consagrado en la Champions.
DavidM_SVQ 29 julio, 2018
La incorporación de Nainggolan le va a venir bien a Mauro Icardi pues el año pasado hubo partidos en los que el argentino estuvo bastante desaparecido (aunque tampoco es un problema para un goleador como él) pues la segunda línea no conseguía amenazar el sistema defensivo rival que por dentro solo tenía que centrarse en él. Con el belga eso no va a pasar, pues suele llevarse todo el partido agrediendo a la zona entre el pivote y los centrales.
De cara a la presión nada hay que decir que no se sepa. Pocos jugadores aprietan tan bien arriba y además tienen recursos cuando recuperan la posesión.