Ganar un Mundial no es fácil. Rodar un western en las cumbres del Atlas marroquí probablemente tampoco debe serlo. Toda una odisea en la que se adentró en 2015 el cineasta gallego Oliver Laxe para llevar a cabo ‘Mimosas’ (2016), una insólita película de aventuras con trasfondo espiritual gracias a la que obtuvo el Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes.
Como en cualquier western, en ‘Mimosas’ hay una caravana cruzando el desierto y los protagonistas son unos mercenarios, salvo que en lugar de cowboys se trata de bereberes. Dos hombres de dudosa moral que se entregan a un objetivo común, llevar el cuerpo de un patriarca al pueblo donde nació, Sijilmas. Para ayudarles contarán con la ayuda de Shakib, un inexperto guía, llegado de otro mundo muy parecido al nuestro, que se deja llevar por la fe para conducirles a su destino.
“Si tú lo haces bien, yo lo haré mejor”. Una frase que repite como un mantra Shakib y que describe a la perfección lo que todos esperamos del partido. Si Marruecos muestra el descaro y el atrevimiento que exhibió durante los primeros 45 minutos contra Irán, en los que combinaron con desparpajo y Amrabat se dio un festín adueñándose del carril derecho, España sufrirá y se pondrá a prueba. Pero a diferencia del partido contra Irán, también agradecerá encontrar más espacios y un ritmo de fútbol más elevado. Los octavos de final están en juego, la lógica y lo racional queda fuera de nuestra comprensión, es el momento de creer que si Marruecos lo hace bien, España lo hará mejor.