La idea básica de Julen Lopetegui tras su llegada al banquillo de la selección española ha estado en darle todo el dinamismo posible a su medio campo. Con el indiscutible Sergio Busquets como base, hasta cuatro jugadores, sin contar los apoyos que pueda ir haciendo el delantero centro -que serán más o menos dependiendo de la figura elegida- se mueven por delante de balón abarcando todo el eje horizontal con mucho ritmo y agresividad. Koke, Iniesta, Silva e Isco son a priori los elegidos, pero la alternativa de Thiago es evidentemente una opción que encaja perfectamente en la idea.
Para lograr agilizar una circulación que en la última Eurocopa mostró demasiada rigidez, a esos dos interiores muy móviles al lado de Busquets, Lopetegui ha añadido a Isco y Silva partiendo de posición de extremos. Evidentemente, por tendencia, ambos mediapuntas van a tejer hilos asociativos con los dos interiores, que en muchas ocasiones les llevará a jugar incluso por detrás de ambos, después de hacer una pared que les deje correr, o simplemente haciendo un movimiento más largo de apoyo para ocupar un espacio cerca de Busquets, liberado tras un arrastre de los Iniesta, Koke o Thiago.
El tipo de futbolista elegido por Lopetegui obliga a correr riesgos para ganar profundidad
Eso lleva a una naturaleza muy especial del sistema de la selección española, ya que sus dos extremos no sólo tendrán tendencia interior en caso de que reciban la pelota abiertos, sino que, directamente, abrirán una línea de pase por dentro de forma constante. Lopetegui ha buscado compensarlo con la elección de laterales explosivos y que dominen muy bien los movimientos de ruptura, como es el caso evidente de Jordi Alba, Carvajal y Odriozola, y por supuesto con un denominador común en sus tres nueves, más allá de que cada uno de los elegidos tengan características muy diferentes.
Diego Costa -el más enfocado a los movimientos en vertical, sobre todo con espacios más abiertos-, Rodrigo Moreno e Iago Aspas saben romper al espacio. Es cierto que en estos dos últimos casos hablamos de futbolistas perfectamente capaces de integrarse en un circuito de pases en espacio reducido, pero también consiguen equilibrar el constante juego de apoyos que buscarán Isco y Silva para incluso, en situaciones de repliegue rival, ofrecer movimientos de ruptura que, o bien abran espacios, o bien les dejen mano a mano con el portero.
Los puntas de España saben moverse muy bien en vertical
Son las dos formas con las que Lopetegui -además de algún posible movimiento vertical llegado desde posición de interior, algo que se potenciará más si es Saúl el elegido- ha diseñado para compensar el hecho de que sus dos extremos estén estrechamente relacionados con la conservación de la pelota. Algo que, no obstante, no les evade de tener que asumir responsabilidades en el remate, hasta el punto de que se puede considerar a Isco y a Silva delanteros dentro del sistema del entrenador vasco, como consecuencia de las medidas estructurales que ha adoptado el técnico vasco.
Y es que si España de verdad consigue desarrollar su idea de juego, logrará reducir el número de transiciones al ataque del rival, y por tanto tendrá que pasar bastante tiempo jugando en campo rival y atacando un espacio de campo muy reducido. Eso provocará dificultades para el delantero centro, que o bien se encontrará mucho tiempo jugando de espaldas, o bien bastante acorralado. Es ahí donde Isco y Silva deben asumir una responsabilidad de cara a la finalización. El sistema de España necesita que ambos golpeen a puerta cuando logren abrirse espacio, y por tanto su peso en el éxito del combinado español se antoja si cabe más grande.
David de la Peña 7 junio, 2018
Lopetegui ha buscado mejorar mucho la circulación y para eso ha asumido riesgos. La posición de los laterales o dejar muy solo a Busquets para la transición defensiva. Isco y Silva me parecen dos llaves del éxito tremendas. Por un lado, porque tienen que sumar goles si España tiene que ir avanzando en el torneo, y por otro, porque tienen que acabar jugadas. España en alguna ocasión va a tener que elegir disparar en vez de masticar para reducir el riesgo de contragolpes. ¿Lo veis así vosotros? ¿Creéis que tienen "pegada" suficiente para asumir esa responsabilidad?