Suecia solventó con mucha más tranquilidad de lo esperado su duelo ante Corea del Sur. El cuadro de Janne Andersson se impuso desde los once metros gracias a Andreas Granqvist, el central del equipo, que fue el encargo de chutar la pena máxima. Pero dejando a un lado el resultado, lo cierto es que el combinado nórdico se mostró muy superior al coreano en todo momento. Tanto en la primera mitad, en la que poco a poco se fue adueñando del encuentro hasta asentarse en los últimos treinta-treinta y cinco metros del campo; como en la segunda, cuando, ya por delante en el marcador, prefirió dar un paso atrás y resguardarse abajo. Porque de esa versatilidad táctica que manejó el cuadro sueco, acostumbrado a otro tipo de contextos –uno muy concreto-, se explica el poco rendimiento que logró enseñar Corea del Sur durante el encuentro. A su técnico, Shin Tae-Yong, le salió todo a la inversa.
Son Heung-min y Hang Hee-chan estuvieron muy exigidos atrás
Corea, que salió enchufadísima al campo, poco a poco fue cediendo el testigo a su contrario con el paso de los minutos. Y, del 4-3-3 con el que Shin Tae-Yong salió del desde un inicio, el cuadro asiático pasó a un 4-5-1 en el que Hwang Hee-chan (por derecha) y Son Heung-min (izquierda), los dos futbolistas más contrastados de la selección, debieron emplearse a fondo para controlar el dominio que ya había empezado a instaurar el colectivo escandinavo. De esta forma, tan solo al principio y al final (de la segunda mitad), Corea pudo enseñar los distintos mecanismos que traía para Rusia. Como, por ejemplo, la posición de Ki Sung-Yong, el futbolista del Swansea, a la hora de retrasar su sitio en fase de salida: hasta el punto de llegar a incrustarse entre centrales, con ambos muy abiertos, para hacer lo más fluido y ancho posible un ejercicio que, ante lo poco que logró imponerse Corea del Sur a partir del plano táctico, brilló por su ausencia. Fue, a decir verdad, un recurso de lo más pasajero.
Forsberg, por dentro, tuvo muy poco impacto en el primer tiempo
Y bajo ese prisma, el movimiento que intentó repetir Emil Forsberg hasta la saciedad tuvo mucho sentido; para lo poco, en cambio, que consiguió explotarlo Suecia. La amenaza, con Hwang y Son por fuera, ante la lentitud de ciertas piezas como Augustinsson o Granqvist, era muy evidente. Y, por ello, Suecia trató de minimizar al máximo todos los riesgos posibles. Con Ekdal armando el juego desde el perfil izquierdo del doble pivote, y con Augustinsson muy abierto –fijando, así, la posición de Hwang, primero, y Son, después-, el talentosísimo futbolista del RB Leipzig quiso amenazar la espalda del interior derecho surcoreano (Lee) trazando, para ello, una diagonal por delante de la línea del balón (entre Hwang/Son y Ki, como mediocentro puro), con la que sumar mucho dinamismo a la circulación sueca. Sin embargo, dado que Forsberg debía recibir muchas veces girado y que Corea acumulaba muchas piernas en dicha zona, al final el colectivo de Janne Andersson optó por la vía rápida para ganar metros: el envío vertical, y por alto, al desmarque en muy pocos metros de Berg. Una solución no tan atractiva, quizá, como la de activar al ‘10’ entre líneas, pero que sí llevó a Suecia a controlarlo todo. Logró perder el balón en la zona en la que Hwang y Son, con tantos metros por delante, menos daño podrían provocar.
A nivel colectivo, Corea dejó muy pocas cosas en su debut
Corea, tan aculada contra su propia portería, fue incapaz de sacar rédito alguno a los casi dos metros de altura de su delantero, Kim Shin-Wook. Un recurso que, en cambio, echó de menos en la segunda mitad cuando Suecia, ya con el uno a cero, decidió armarse más cerca de Olsen. Con la entrada de Jung Woo-Young, precisamente por la referencia ofensiva, Corea pasó a un 4-2-3-1 en el que Ki, junto al recién incorporado, fueron los responsables de engordar la posesión para los suyos. Ante la poca exigencia ofensiva de Suecia, Shin Tae-Yong resituó a Lee Jae-Sung del interior –el mismo sobre el que atacó Forsberg– al volante diestro. A lo que la entrada de Lee Seung-Woo, el exfutbolista del FC Barcelona, proporcionó mucha frescura por delante del balón. En esas, con Son Heung-min en zona de tres-cuartos y con Hwang Hee-chan como punta, acabó Corea el encuentro. Y tan cierto es que el delantero del RB Salzburgo tuvo la última, en el tiempo de descuento, para firmar el empate, como que Corea, a nivel colectivo –en lo táctico, así como en lo individual- transmitió dudas. Y, sobre todo, una ingenuidad que, tras la derrota, le ha complicado las cosas ante lo que deberá afrontar (México y Alemania) en próximos días.
daviddelapena 68p · hace 357 semanas