El partido inaugural de la Copa del Mundo de Rusia 2018 parecía estar programado para que Aleksandr Golovin se mostrara al mundo en su totalidad. El futbolista del CSKA Moscú es el hombre más grácil y fluído del combinado ruso, una valoración que se pondría de manifiesto desde el primer momento en que arrancó la cita ante Arabia Saudí. La debilidad de los saudíes permitió que un gran partido suyo conllevara un significado múltiple, pues regó de ánimo y júbilo a su gente, colmó de energía y confianza a la anfitriona para encarar los compromisos más difíciles desde un triunfo incontestable, y asomó y respondió, como individualidad, con el foco alumbrando, una condición indispensable para crecer y destensar cualquier posible dificultad que la presión le imponga a partir de ahora. Rusia venció a Arabia Saudí en medio de un menú que hubiera soñado elegir antes del pitido inicial.
Para explicar el 5-0 que reflejó el marcador basta con entender la facilidad rusa a la hora de sacarle rédito a cada decisión colectiva que Cherchesov, su míster, puso en práctica. Eligio de inició presionar la salida saudí y obtuvo recompensa; replegó tras marcar y recogió un mayor botín, para terminar cerrando una goleada que se cayó por su propio peso. En cada proceso y en cada fase del juego, Rusia jugó con la ventaja de enfrentar a un país y a un combinado que apenas puede convivir con el fútbol de élite para mejorar, una diferencia competitiva que se expresó desde el primer compás. En esa distancia se dejó ver Golovin para constatarlo.
Golovin fue el gran artífice del desequilibrio ruso
El anfitrión arrancó su participación en su Mundial con Dzagoev de segundo punta, con Smolov en el ‘9’, Golovin en la izquierda, Samedov en la derecha y sus dos laterales muy proyectados tanto en la presión como en la posesión. Zhirkov en la izquierda y Fernandes en la derecha ampliaban el campo y permitían a Rusia recuperar muy arriba a pesar de perderla rápido. Uno de los condicionantes del choque radicó en que las dificultades defensivas y competitivas de los saudíes impidió valorar con exactitud y valor real lo que Rusia puede mostrar en esta fase de grupos. Los rusos fallaban pases pero ganaban segundas jugadas por consecuencia de su altura defensiva. En el momento en el que Arabia Saudí perdió toda posibilidad de instalarse arriba, comenzó a abrir sus líneas y dejar tiempo y espacio para que cada recepción de cualquier jugador ruso significara correr. Ahí, Golovin fue goteando apariciones de calidad, sobre todo desde la arrancada, virtuosa y sencilla, muy natural, con mentalidad para jugar en largo y cambiar de ritmo o dirección con inteligencia.
Desde su golpeo se adelantó Rusia, y posteriormente se lesionó Dzagoev, que estaba también sumándose a las transiciones de tres contra tres pero cuya ausencia permitió al bloque ruso activar desde el banquillo a Denis Cheryshev, el otro gran nombre de la noche. El del Villarreal fue el consecuente segundo panel al bloque defensivo bajo que Golovin, como bisagra, unió para jugar al espacio mientras los saudíes intentaban superar líneas sin garantías ni conceptos en campo contrario. De entre las mayores dificultades de los hombres de Juan Antonio Pizzi estribaron los problemas para asegurar la pelota entre varios hombres. A la segunda conexión, Rusia imponía su mayor calidad física y táctica para irrumpir en la acción e interrumpir el avance.
Cheryshev aprovechó la coyuntura para finiquitar la cita
Si Rusia se había encontrado bien en la presión alta y en la recuperación temprana, fue el ritmo bajo lo que les permitió marcar más diferencias en el cambio de ritmo. Aunque el esfuerzo fuera mayor, solo con acompañar cada transición servía para encontrar hombres libres por el carril opuesto pues las atenciones en el retorno y las coberturas y ayudas al compañero carecían de continuidad en los árabes. Así fue muy sencillo que el futbolista ruso disfrutara de un contexto favorable para aumentar la ventaja. Un partido a imagen y semejanza de un debut mundialista soñado, en el que la pieza más joven y talentosa tuvo motivos para medirse ante la Uruguay de Tabárez como un tipo al que, cuanto menos, respetar.
AArroyer 15 junio, 2018
No sé qué expectativas teníais puestas en el encuentro pero la primera es que Arabia Saudí, desafortunadamente, cumplió con ese papel distanciado del fútbol del máximo nivel. Le cuesta mucho todo tipo de situación táctica y competitiva. Se nota cuáles son sus dificultades para progresar hacia el máximo nivel. Muchos problemas colectivos que en el fútbol más competitivo están asentadísimas.
Y de Rusia lo que comentamos ayer en Twitter con #MinutoMundial. Un debut prácticamente soñado, que no sirve para calibrar problemas y posibles márgenes de mejora pero que se saldó con muchas cosas positivas para poder soñar con la clasfiicación. Y claro, Golovin como jugador indispensable. Baja molesta, eso sí, la de Dzagoev. Pintaba a importante.