El Getafe de José Bordalás es, hablando en presente, una de las grandes noticias de la Primera División. El equipo madrileño peleará hasta final de curso por entrar en Europa tan solo un año después de su ascenso. Y lo hará, como ha sido norma durante los últimos (casi) veinte meses, fiel a la idiosincrasia que tantos éxitos le ha reportado hasta la fecha. El Getafe, como ya avisó el propio Mendilibar tras perder en Ipurua ante el cuadro azulón, “es el mejor en el fútbol que ellos practican; cortan el juego y no dan la posibilidad de que sea continuo. Defienden bien y lo hacen a gusto. A nosotros –en referencia al Eibar-, así, nos harían alguna ocasión”.
El curso del Getafe se explica, en cierta medida, a través de resultados como el que cosechó la última semana en Gran Canaria. El equipo no fue superior, apenas tuvo el esférico y llegó en contadas ocasiones a la portería de Chichizola, pero ese pragmatismo para con el juego y los números es el escenario en el que más cómodo se ha encontrado el equipo. De hecho, esto explica por qué, siendo octavo, ha encajado muchos menos goles que Real Madrid, Valencia, Betis, Villarreal y Sevilla; y, en cambio, es el equipo que menos posesión aglutina (37,93%) del campeonato y el séptimo, pero por la cola, que más veces remata a portería (127).
El Getafe es el equipo que menos posesión tiene de toda LaLiga
El plan, que se ha terminado asentado sobre el 4-4-2, dejó otros dibujos durante el primer tramo de campaña como el 4-2-3-1 o el 4-4-1-1. No obstante, los dos puntas, tomando como referencia a Ángel y Jorge Molina, acompañados, a su vez, por dos volantes que han aportado velocidad y amplitud, han sido la piedra angular sobre la que más –y mejor- ha lucido. Aunque si ha llegado así a estas fechas es, al margen del esquema, por una simple y llana razón: el Getafe de Bordalás es una idea. Una estrategia. Un único mensaje.
Ante Girona (empate) y UD Las Palmas (victoria), por poner como ejemplo dos de sus últimas actuaciones, el Getafe volvió a ponerse el traje de faena. Encadena, con estos dos encuentros, una racha de hasta cinco partidos sin conocer la derrota –cuatro triunfos y un empate-, y en ambas ocasiones volvió a ser honesto consigo mismo. Y es que esa, a fin de cuentas, es la mejor virtud de este Getafe; el hecho de que acepte sus limitaciones supone, sobre la pizarra, la base de todo el proyecto. Construir en función de esas carencias es el sello de un conjunto que, lejos de toda casualidad, comanda dos datos tan significativos como esclarecedores: es, con diferencia, quien más faltas (648) y cartulinas (119) acumula hasta el momento.
El Getafe está cómodo cuando, en su campo, defiende hacia arriba
Por nombres, y sobre todo aptitudes, el clásico 4-4-2 es el sistema en el que más cómodo se encuentra el Getafe de Pepe Bordalás. El equipo, acostumbrado a organizarse a partir de un bloque medio-bajo, hace de la presión, la agresividad y la basculación tres de sus cimientos dentro del dogma. El cuarto, consecuencia de este ideario, resulta de su salida al contragolpe. De esta forma, como le ocurrió precisamente al Girona de Machín, cuando el Getafe logra amarrar sus estribos sobre la parcela en la que mejor se encuentra, resulta complicadísimo, como también experimentaron recientemente Eibar o Real Sociedad, sacarle de sus trece. Es una hazaña meterle mano al equipo, más cuando logra adueñarse de la mitad del escenario.
Por todo ello, de acuerdo a sus intereses, para el Getafe resulta fundamental el hecho de defender hacia arriba, estructurado en su propio campo, pero con la intensidad y –aún más importante- las coberturas necesarias para apretar, sobre todo cuando el balón se dirige hacia una de la bandas, con hasta tres o cuatro futbolistas al mismo tiempo. Es así, de hecho, como el cuadro de Bordalás consiguió desconectar a la Real Sociedad en su visita a Anoeta. De esta forma, es como el equipo madrileño ha conseguido arruinar, oprimiendo mucho hacia los lados, una gran parte de los circuitos asociativos de este campeonato. Y una estrategia que, al mismo tiempo, le permite armar su salida de una manera mucho más sencilla: aprovechando, para ello, su superioridad numérica y lo mal que, generalmente, queda posicionado el rival en las zonas interiores. Una coyuntura que Jorge Molina y Ángel Rodríguez, uno para jugar de espaldas y por alto, el otro, en cambio, mucho más móvil y profundo, se han encargado de explotar a las mil maravillas.
AdrianBlanco_ 12 mayo, 2018
Por plan, desarrollo, identidad, continuidad… ¿podemos estar ante 'el equipo' de la presente Liga?
Lo que ha hecho Bordalás, con esta plantilla, me parece tremendo. Es de 10.