RCD Espanyol y FC Barcelona disputaron un derbi diferente para cerrar esta particular trilogía con la que han abierto el 2018. La lluvia torrencial condicionó el partido maleando el estado del césped, ello limó la diferencia técnica entre ambos colectivos y favoreció que Quique Sánchez Flores imprimiera a los suyos un carácter más agresivo. Por su parte, Valverde decidió dar descanso a Messi con todo lo que ella conlleva. Sin el argentino, cada movimiento cambia.
Además, a la ausencia de Messi se le sumó la de Sergi Roberto, y por delante no se situó ningún extremo creativo, sino que quien más cayó por allí fue Paco Alcácer, que con la pelota en los pies no genera ventajas. Tal disposición hizo que el sector derecho del Barcelona resultase muy improductivo, y la mayor parte de su caudal ofensivo recayó sobre el triángulo formado por Digne, Iniesta y Coutinho en el lado izquierdo. Los tres fueron de más a menos, comenzando con cierta sensación de equilibrio y terminando poco más que el tirazo de Coutinho. El 4-4-2 perico no estaba incómodo.
Gerard Moreno completó una de las actuaciones que le definen.
Cabe repetir lo de 4-4-2 porque implicó una diferencia con respecto a los planteamientos de Quique en la eliminatoria copera. En este caso sí alineó a Gerard Moreno y Leo Baptistao juntos arriba, e incluso situó a Jurado en el costado derecho para dar un plus de calidad a las salidas. El valor táctico del velocista hispano-brasileño resultó clave desde un principio y fue a más a medida que el césped iba viéndose perjudicado, pues convertía cada pelotazo en largo de sus centrocampistas en una posible ocasión de desequilibrio. Eso en lo relacionado con los movimientos más profundos. Por supuesto, su rutina derivó en un distanciamiento entre la línea de Piqué y Umtiti y la línea de Busquets, que de partida pretendían estar más pegados porque incluso la salida dibujada era de tres hombres, y ahí apareció Gerard Moreno para cuajar una de esas actuaciones suyas que le definen como jugador de culto de nuestra Liga. Por el gol y por tratarse del derbi, lo de ayer adquirirá más resonancia, pero no hizo nada que no haga cada fin de semana.
El Espanyol defendió muy bien su 1-0, pero no pudo conservarlo.
El énfasis ofensivo del Espanyol se notó hasta en las sustituciones, con la inclusión de Sergio García, un delantero, en el lugar de Jurado. Y producto del plus de calidad y la falta de costumbre del Barcelona para protegerse ante un saque en largo de su propio portero, llegó el 1-0. De ahí en adelante, el control esgrimido por los de Quique fue total. Valverde había intentado mover el árbol desplazando primero a Suárez hacia la derecha para activar el perfil muerto y luego con los ingresos de Sergi Roberto, Messi y Alba, pero en las alternativas condiciones en las que se estaba jugando, el Espanyol parecía tener maniatado cada recurso azulgrana. Excepto el empuje. Fruto de ello llegó no una ocasión, sino una falta quizá evitable que se convirtió en el gol del empate de Piqué, que había sido, en términos de consistencia, el mejor jugador del Barça contando los 90 minutos. A este Piqué le gusta jugar cuando llueve.
Foto: Alex Caparros/Getty Images
pinosvalle 5 febrero, 2018
Vamos, que a Piqué le gustan los charcos