Asier Garitano afrontó la ida de la semifinal de la Copa del Rey contra el Sevilla FC de una manera diferente. Múltiples pudieron ser los motivos que le llevaron a situar a Gabriel Pires como centrocampista más adelantado en lugar de en su posición más estándar en los últimos tiempos: quizá buscó un trabajo más intelectual y directo sobre Banega, potenciar la amenaza goleadora o intentar pausar la posesión un poco más arriba aprovechándose de la, a veces, falta de intensidad del argentino defendiendo su espacio. Pero la apuesta, vista con perspectiva, no le funcionó bien.
Para el doble pivote de Butarque, verse desposeído del cerebro de Gabriel Pires fue un problema irresoluble. El joven Gumbau carece de experiencia y Brasanac es un centrocampista de ímpetu y de procedimientos más programados que reflexivos, lo que derivó en un comportamiento mixto de la medular pepinera que desestabilizó al equipo: tácticamente tardaban en salir pero, técnicamente, salían con una agresividad extra. Es decir, iban a sitios a los que llegaban tarde. Ever, el señalado como víctima potencial del planteamiento, se vio favorecido al estar desmarcado en zonas intermedias en las que recibía con comodidad, jugando al gato y el ratón con Brasanac y Gumbau para liberar entre líneas a Correa y, sobre todo, Sarabia.
El impacto de Javier Eraso saliendo desde el banquillo fue claro.
A tenor de lo expuesto, se deduce con facilidad que el CD Leganés estuvo dominado. Su modelo de juego se cimienta sobre la base de fijar la posesión de balón del adversario donde su entrenador elija en cada momento del partido y, sin embargo, el Sevilla lo estaba moviendo en la altura que determinaba su hombre clave. Ello permitió a los de Montella atacar más y mejor, y también aplicar ese ejercicio defensivo de líneas adelantadas que tanto espacio está recortando a sus posteriores ataques. El partido, se insiste, era hispalense. Pero el Lega, sujetado por las espaldas de Siovas y la velocidad de El Zhar, encontró resistencia defensiva y una vía de escape con la pelota. En apariencia, era como un pez fuera del agua, pero aleteaba e incluso lanzaba mordiscos.
El impacto de Javier Eraso saliendo desde el banquillo fue claro.
El punto de inflexión se produjo en el minuto 46, tras el regreso desde vestuarios. Asier Garitano sacrificó a Brasanac, introdujo al, para él, capital Javier Eraso y devolvió a Gabriel Pires su puesto y su rol habituales. Con el crack del Leganés aportando su lectura e interpretación defensiva en el doble pivote, Banega perdió gran parte de la ventaja que había estado gozando y la altura de la pelota se instaló bastante más cerca del área de Rico, o lejos del área de Champagne, que durante el primer periodo. En ningún caso el Sevilla quedó anulado del envite, pero el superviviente más humilde de esta Copa había conseguido desviar el juego hacia unos derroteros en los que se sentía más capaz. Porque lo es. Y así, labró un empate que le permite viajar al Ramón Sánchez Pizjuán con opciones de clasificación intactas. Su sueño se alargará siete días.
Foto: Aitor Alcalde/Getty Images
Abel Rojas 1 febrero, 2018
Tengo muchísimas ganas de ver el partido de vuelta. Me espero el mejor Sevilla de la temporada. Parece preparado para hacer ese partido bomba.