Jorge Resurrección Merodio estuvo tres semanas fuera y el Atlético de Madrid quedó al borde de la eliminación de la Champions tras ser incapaz de batir al modesto Qarabag en ninguno de sus dos enfrentamientos. Esa es la importancia de Koke en este equipo. Ni más, ni menos. Es imprescindible. Y, sobre todo, absolutamente insustituible. Porque más allá del brutal talento que tiene Koke para jugar a este deporte, está el hecho de que sin él el Atlético es incapaz de realizar ciertas cuestiones sobre el campo. Con Koke, el balón es una herramienta de control, dominio y generación de ocasiones para el equipo colchonero. Sin Koke, el balón no es más que un enigma sin respuesta que no es que queme, es que arde.
La primera media hora de Illarramendi fue brillante.
En la visita de la Real Sociedad al Metropolitano tuvimos dos tramos muy diferenciados. El de Illarramendi, apoyado por el resto de las piezas fabricadas en la factoria de Zubieta, y el del propio Koke. Mientras el partido fue del centrocampista vasco, la Real lo controló todo. El ritmo, el espacio y las ocasiones. Los de Eusebio, ante la pasividad rojiblanca, tocaban el balón de un lado al otro esperando que la endeblez del sistema defensivo rival le abriera una puerta por la que pasar. Los de Eusebio sólo tenían que tener paciencia. El error de Partey, Giménez, Godín o Filipe Luis haría el resto. Y lo hizo hasta el punto de que el gol de Willian José pareció un botín escaso para lo que estaba creando en campo rival el conjunto txuri-urdin.
No es que estuviese muy brillante en ataque, insistimos. De hecho la baja de Januzaj y el paso al 4-3-3, liberando a los carrileros, parecía limitar sus posibilidades. Pero es que el Atlético de Madrid, a nivel defensivo, está transmitiendo sensaciones preocupantes. Que la zona de Partey fuese un problema entraba dentro del guion, como ya sucedió ante la Roma o en otros partidos, pero que los despistes de Giménez y Godín fueran los mejores asistentes de Oyarzabal -el único con velocidad en la Real- es algo que le debe preocupar muy mucho al Cholo. A fin de cuentas, no hay sistema defensivo que soporte el bajo nivel de cuatro defensores a la vez.
Koke creó cuatro ocasiones de gol o gol a 40 metros.
Hasta el gol de la Real, el Atlético había tomado una actitud pasiva. No presionaba, no mordía nada, no cargaba. La idea de situar a Griezmann en derecha parecía destinada a defender y castigar de mejor manera a Kevin Rodrigues, pero no tuvo impacto en la práctica porque el dominio era absoluto. Sin embargo, tras el tanto, todo cambió. La Real dio un paso atrás que ya no sorprende a sus aficionados y el Atlético dio dos hacia delante en todos los términos. La actividad se disparó. Thomas comenzó a presionar adelante en vez de esperar tan atrás. Las persecuciones de los atacantes se multiplicaron. Y Koke rescató a la medular.
Primero, partiendo desde la izquierda, Koke comenzó a aprovechar el paso atrás txuri-urdin para filtrar pases de gol. Porque sin ser presionado y con la defensa de la Real adelantada, para Koke dar una asistencia de cuarenta metros a Correa, Griezmann o Gameiro es realmente sencillo. Ahí no tiene parangón en el fútbol español. Es un futbolista ultra determinante desde el último pase. Si no se fue del partido con un par en su aval fue porque éstas le cayeron a un Ángel Correa al que en la definición le falta el instinto que sí tiene jugando entre líneas. Pero más tarde, aprovechando esta inercia, Diego Pablo Simeone realizó el cambio ganador del partido. Koke a la sala de máquinas y Saúl al pico del área, donde tiene valor gol.
Saúl en derecha aprovechó todo el fútbol de Koke.
Con esta configuración, el Atlético de Madrid completó sus minutos más brillantes con pelota de toda la temporada. Cada contra de la Real, aunque fuese con un único efectivo, eran un drama por los despistes defensivos, pero el dominio era total. Koke ejerció como ese gran director de orquesta que debe ser en un futuro más que cercano. Éste es, sin duda, el gran reto de su carrera. Si todo el fútbol que demuestra tener por delante de línea de balón consigue mantenerlo por detrás, Jorge Resurrección Merodio multiplicará su dimensión y el Atlético de Madrid -y la Selección- ganará uno de esos futbolistas que no existen. No debería tener excesiva prisa. A Xavi Hernández o Luka Modric les costó varios años poder darlo.
Pero lo cierto es que el Atlético sí la tiene.
Foto: JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images
JackBonaventura 3 diciembre, 2017
Yo reconozco que como aficionado del Atlético tengo una cosa en el estómago cuando veo jugar a Koke y a Saúl. Siento un poco aquello que deben sentir los romanistas con Totti y De Rossi… es una cosa muy particular e indescriptible. Absolutamente impagable. Con ellos pierdo total objetividad, como unos padres con sus hijos pequeños, me parecen maravillosos: me parecen buenísimos (aun teniendo cosas que pulir) y me parece que se sacrifican tanto por la camiseta que me resulta prácticamente imposible analizarlos intelectualmente.
Eso tiene su lado malo, supongo, pero también su lado bueno. Ayer según salió el pase de Koke hacia Saúl estaba completamente seguro de que ganábamos el partido.
Y digo más: ayer, cuando Jorge Resurrección Merodio (el yunque) se hizo con la manija y liberó a Saúl Ñíguez Esclápez (el martillo) estaba completamente seguro de que el Atlético de Madrid conseguiría una victoria importantísima.
No se lo que pensará el Cholo pero apesta a que ayer, aunque fuera sólo ayer, pensó que este Atlético de Madrid ganará la liga tras la llegada de Costa y Vitolo. Sólo lo pensó durante unas horas, claro, mañana se despertará y pensará en que Thomas en el lateral es un boquete tremendo en defensa y que Giménez y Godin como pareja no funcionan (son dos centrales del mismo corte que se complementan mejor con Savic y Lucas, más reflexivos; Godin particularmente ya no tiene físico para corregir sus errores -Giménez sí lo tiene- y estos se notan mucho) y algunas otras cosas más.
Pero ayer mientras vio al Atlético de Madrid de la insistencia, el Atlético de Madrid de Koke y Saúl (y de Griezmann, y de Filipe, y de Oblak, etc.) tuvo que pensar que con un equipo así, podría disputarle la liga a Leo Messi.