El rendimiento de Jorge Molina ha tenido dos constantes a lo largo de su ya extensa carrera: cuando descendía su nivel subía, pero cuando ascendía su nivel bajaba. Lo que le sucedió entre 2013 y 2017 es tremendamente paradigmático. Marcó 9 goles el año del descenso del Betis, al año siguiente anotó 19 en la temporada del ascenso, de nuevo en Primera sólo pudo marcar 1 tanto y el año pasado, ya con el Getafe, realizó un curso sobresaliente tras marcar 20 goles decisivos para permitir a los de Bordalás regresar a la élite.
En su caso siempre dio la sensación de que esa falta de acierto en el último toque, que fue lo que le lastró en Primera División, estaba completamente relacionada con la falta de tiempo para definir. En Segunda, Jorge Molina se imponía físicamente. Por fuerza e incluso por velocidad. Siempre tenía tiempo. Pero en Primera, mucho más exigido y agobiado, el delantero alicantino perdió hasta el olfato. Es algo que le sucede a muchos delanteros. Porque no es lo mismo marcar la diferencia en una categoría que en otra. El contexto es diferente. Y ahí está el recordado ejemplo de Nino, pero también el de su ahora compañero, Ángel Rodríguez, para ratificarlo.
Su mejor curso en Primera fue el 12/13 con trece tantos.
Sin embargo, tras su último ascenso, Jorge Molina está cambiando el sino de su carrera. Su comienzo de curso está siendo formidable. Más allá de las cifras goleadoras, que son positivas para el Getafe, pues de mantener la línea acabaría con 13 goles la temporada, está el hecho de que ahora sí es determinante en el sistema. En el Betis, era Rubén Castro quien se encargaba de dar anchura y profundidad a cualquier idea de su entrenador. Molina era importante en el juego directo, pero como recurso. El resto era área, área y área. Pero en el Getafe la cosa es diferente. La forma de entender el fútbol de su entrenador, donde prima la velocidad, la intensidad y la verticalidad, provoca que el equipo necesite constantemente una forma de poner de cara a la línea de mediapuntas. Y es ahí, ya sea por alto o por bajo, donde Jorge Molina habilita constantemente una línea de pase vertical que, primero, desahoga a su equipo y, después, le hace más peligroso. Porque es así, con Molina como pivot sobre el que girar, como Amath, Gaku o el mencionado Ángel están haciendo mucho daño a los conjuntos rivales, sobre todo en un Coliseum donde el ritmo que imprimen es altísimo tanto en defensa como en ataque.
Luego está su capacidad rematadora y esa vendetta personal que tiene contra sí mismo, pero aún no alcanzando los dos dígitos Jorge Molina sería clave en este Getafe de José Bordalás. Si encima los alcanza, conociendo quién es su entrenador, el conjunto azulón no tendría que preocuparse más que de mirar hacia arriba en la tabla.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
Pedro Lampert · hace 378 semanas
Abel Rojas 130p · hace 378 semanas
Pedro Lampert · hace 378 semanas
@J_Garcia_7 · hace 378 semanas
Arroyo · hace 378 semanas
Iba a decir exactamente esto. Para Molina es fundamental que a su lado tenga perfiles de este tipo y en general, para ls propuesta de Bordalás, más aún. Muy de acuerdo.
MigQuintana 101p · hace 378 semanas
Absolutamente.
Primero lo fue Amath, ahora lo está siendo Ángel con más colmillo.
En general es que el Getafe es un equipo muy coherente y muy bien estructurado en todos los sentido.