Aunque cada temporada admite sus lógicos matices y excepciones, hay un doble fenómeno que siempre suele afectar a los equipos recién ascendidos. El primero, el positivo, es que son clubes que, además de arrastrar una dinámica muy positiva, cuentan con la confianza en el modelo que las propias victorias le han dado. El segundo, el negativo, es el bajón que se produce en un momento muy concreto, normalmente a partir del tercer mes, que lo que hace es erosionar lo anteriormente comentado: la confianza en el modelo.
No hace falta ir muy lejos para tener ejemplos muy concretos: la SD Eibar de Gaizka Garitano (14/15) o el CD Leganés de Asier Garitano (16/17) reflejan muy bien como las temporadas, para los recién ascendidos, suelen tener dos mitades. Algunos se recuperan, otros no. Pero el reto suele ser parecido. A fin de cuentas, conforme avanza la temporada, el nivel de exigencia crece. Los equipos están más desarrollados y la ventaja inicial de los clubes que vienen de Segunda se comienza a diluir. La calidad juega, entonces, un papel fundamental. Y ésta no siempre acompaña en su justa medida a la estructura general. Con lo que dudar del modelo, del objetivo y de uno mismo es hasta cierto punto natural. Aunque también mortal.
¿Estos equipos tienen argumentos para resolver una crisis?
Levante, Girona y Getafe se encuentran ahora en la mitad fácil del año. O más que fácil, en la mitad más propicia para distanciar a equipos que arrastran una dinámica contraria, caso del Deportivo de la Coruña. Todos ellos, además, tienen un estilo bastante definido. Si miramos al equipo de Muñiz encontramos a un conjunto con preferencia por el fútbol exterior que se maneja muy bien atrás en un bloque medio. Si hacemos lo propio con el de Bordalás, tenemos a un equipo hecho a la imagen y semejanza de su técnico: agresivo, enérgico, intenso y activo. Y si ojeamos al que está más abajo, al que menos ha podido puntuar, más de lo mismo. El Girona es un equipo directo que se maneja muy bien bajo su particular 5-2-2-1.
La pregunta entonces es: ¿tienen suficiente calidad para resistir el cambio de tercio? Los tres equipos tienen futbolistas con calidad. Sobre todo en el caso granota, que ha juntado a Toño, Morales, Ivi, Lerma, Campaña o Bardhi de centro del campo hacia adelante. Además, si entendemos que hay diferentes tipos de calidades, lo cierto es que tanto Girona como Getafe tienen futbolistas muy apropiados para sacar ventajas de la idea general. Djené, Bergara, Granell o Aday son ejemplos obvios. Sin embargo, los tres equipos tienen un problema que ya pudo costarle muy caro al Leganés de Garitano, un equipo que jamás estuvo en zona de descenso por su solidez colectiva pero que siempre pudo bajar por su falta de gol.
Porque si algo vincula en lo negativo a estos tres equipos recién ascendidos es la falta de goleadores. De hecho, solamente suman 19 tantos en 18 encuentros. Aquí hay que tener en cuenta que el Girona apenas ha marcado tres, pero la diferencia con Levante (8) y Getafe (8) no es precisamente individual porque, incluso, el nueve gerundense (Stuani) ha marcado más goles (2) que el punta del Getafe (Molina, 1) y del Levante (Alegría, 0). Es verdad que, como sucedía con Guerrero en el Leganés, estos tres nueves tienen una función muy importante dentro del equipo. Su capacidad para ganar el juego aéreo, poner de cara a su equipo arriba o cargar el área es incluso decisiva para sus entrenadores. Pero, como decíamos, hay un momento del año en el que los sistemas no marcan goles. Que los sistemas comienzan a perder fuerza. Y es ahí donde cada uno de estos equipos deberá resolver el reto que decidirá su futuro.
Foto: JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images
jcperez 29 septiembre, 2017
En La Liga veo muchos equipos, incluso los que están para competición europea, a los que les hace falta un nueve goleador.
Menciono esto porque esta semana estaba escribiendo algo comparando La Liga y la Premier, y me fijé que a los equipos ingleses, incluso a los pequeños, no les hace falta goleadores. ¿A qué se debe? ¿Es sólo el mayor poder adquisitivo de los ingleses, o es también una cuestión de diferencias estilísticas en el fútbol de ambos países?