En pleno febrero, el Deportivo Alavés parece haber culminado un proceso futbolístico que le ha llevado a la final de la Copa del Rey. Viviendo la experiencia de un recién ascendido, nada de lo que está ofreciendo el equipo en el césped se relaciona con ello, pues apenas ha necesitado período de adaptación tras aterrizar en Primera, siendo en los últimos dos meses uno de esos equipos que parece poder llevar la iniciativa en todo momento, tenga o no la pelota. Obrando otro partido completísimo, el conjunto, formidable, de Mauricio Pellegrino doblegó al Celta de Iago Aspas, el único elemento que puso a prueba el gran partido de los vitorianos.
En el arranque, Mendizorroza contempla a un equipo que quiere ritmo alto para sorprender y ponerse por delante con tal de manejar desde el resultado la contienda táctica y las prisas viguesas. Sin reconocimiento previo ni los nervios que sí se vieron en la ida, más comedidos los dos, los locales dan la sensación de necesitar remontar a 15 minutos del final. A través de la movilidad de sus mediapuntas, con un inspiradísimo Toquero, el Alavés va a por el gol con su presión adelantada, mucho más metido en el encuentro que su rival, que pierde cada balón sin dueño con demasiada facilidad. En esas, a los diez minutos, el duelo más determinante de la eliminatoria, el que enfrenta a Aspas con Pacheco, se cita de repente.
Sólo Iago Aspas pudo momentáneamente con el Alavés
Es ese manotazo de Pacheco el que cambia la dinámica de la primera parte. Berizzo reconoce donde está el partido de su equipo, que empieza a bajar el ritmo con la pelota, acercando a sus tres centrocampistas para sacar el esférico de manera segura. No es esta la causa que obliga al Alavés a replegar por tardar en robar, pero el partido se calma tácitamente. El Celta necesita la pelota más que nunca, pues este Alavés ha ido sumando capas a su propuesta. De entrada se erigió como un muro defensivo de altura muy baja, con tres centrales y un doble pivote muy junto; a la vez sumó velocidad a su contragolpe más la supervivencia de Deyverson para, en este último mes, dotar de técnica a su estado de confianza: todos los jugadores del Alavés dejan acciones técnicas a gran velocidad, creando espacios en posicional y cuidando la pelota tanto como su repliegue.
Cada recuperación alavesa guarda un potencial peligro, y mezclando todo lo que se puede mezclar, el juego directo de los de Pellegrino, por envergadura y salto de sus receptores, penaliza a la zaga del ‘Toto’ con mayor frecuencia. No hay margen del juego celeste que inquiete al Alavés, excepto el número ’10’, un Iago Aspas que deja siempre acciones diferenciales en soledad. Ni Wass ni Bongonda pueden con sus pares y su medular no logra dar altura y profundidad a sus posesiones. Es en la segunda mitad donde la superioridad táctica local se va traduciendo en dominio real, con claras ocasiones.
Llorente se sumó más tarde; el cambio de Edgar, decisivo
El juego interior de Camarasa, jugador del momento en las últimas semanas, el exterior de Toquero y el paso adelante de Llorente y Theo con respecto a los primeros 45′, dejan al Celta sin las fuerzas suficientes para cambiar las cosas. El Alavés, físicamente superior en el choque o la velocidad, pierde menos metros con cada minuto que pasa, y cede menos aún a la ofensiva viguesa. En el recurrente cambio de Toquero por Edgar, Pellegrino acompañó a su equipo para dar la puntilla al conjunto gallego. Así, el Alavés jugará la final de Copa, un torneo que representa a la perfección la diversidad, competitividad y calidad del fútbol español, en cuya actual temporada el equipo vitoriano ha demostrado ser, precisa y justamente, todo eso.
Foto: ANDER GILLENEA/AFP/Getty Images
Roman 9 febrero, 2017
Marcos Llorente! Simplemente enorme este chico. Ya quiero verlo con Modric y Kroos en el Madrid.