La ilusión que despertaron en Málaga los fichajes llegados en verano nunca se vio refrendada ni alimentada sobre el césped. Ni siquiera en el momento en el que Juande Ramos pareció dar con la tecla del equipo, es decir, cuando situó a Pablo Fornals junto a Camacho y por detrás de Juanpi Añor, el conjunto malaguista llegaba a corresponder con lo que esperado. Sea como fuere, poco a poco el Málaga estaba comenzando a competir mejor, había encontrado en Sandro Ramírez a un líder improvisado y su nuevo doble pivote, que en realidad tan nuevo no era, le comenzaba a dotar de identidad a todo el colectivo.
Sin embargo, tan pronto como llegó se fue. El equipo, la ilusión y Juande. La sensación es que aunque La Rosaleda había sufrido con amargura las sucesivas ventas de Sergi Darder, Samu Castillejo, Juanmi o Samu García por lo que representaban a medio-largo plazo para la entidad, a quien añoraba de verdad era a Javi Gracia. Él había sido el artífice de que, pese a todo, Málaga siempre quedara más cerca de París que de Soria. Y esto era algo que contrastaba demasiado con esa falta de optimización de recursos que parecía definir la etapa de Juande, con Keko y Jony Rodríguez pasando más desapercibidos de lo que cualquier entrenador se puede permitir.
A Juande Ramos le ha sucedido un viejo conocido de Málaga.
«Aquellos que me han visto jugar saben cómo he sido dentro del campo. Voy a transmitirles a los jugadores lo que quiero como entrenador, como futbolista y lo que la afición quiere ver. La gente quiere ver a su equipo competir, quiere ver un equipo sólido y convencido de salir a ganar», explicaba Marcelo «El Gato» Romero en su primera rueda de prensa como entrenador malaguista. Del uruguayo poco sabemos a nivel táctico, pues éste es su debut en los banquillos, pero ya estuvo dos años como segundo de Gracia, conoce perfectamente al club, ha convivido con este vestuario y, por lo pronto, la afición ha acogido sus primeras palabras con un renovado optimismo. De su talento, de su astucia y también de su fortuna dependerá mantener esta inercia, pero desde luego su llegada ha tenido impacto y, sobre todo, significado. Y esto, aunque se diga poco por imponderable, a veces puede llegar a ser lo más importante.
Además, como regalo anticipado de Reyes, Romero recibió la noticia de la cesión de Adalberto Peñaranda, otro de los jugadores que el año pasado brilló de forma especial en La Liga. Su velocidad, su olfato de gol, su capacidad para arrancar con un toque diferente, su partido ante el Real Madrid… El venezolano cambió el pulso de Granada nada más desembarcar en el primer equipo. Cierto es que luego se apagó, que al igual que el de Isaac Success su talento es demasiado juvenil, pero para entonces ya había dado muestras de que, bien encarrilada, su carrera le debería llevar a disputar la Champions League. A fin de cuentas, no hay tantos jugadores que puedan marcar un gol como el que Peñaranda le marcó al Levante con únicamente 18 años.
Calidad en ataque no le faltará a Romero.
Por todo esto, parece obligado prestarle una atención extra al Málaga durante los dos próximos meses. El debut de un nuevo técnico que ilusiona a su afición, jugadores con talento asociativo como Fornals, la calidad diferente de Juanpi buscando su espacio, la intensidad de un Sandro que quiere quedarse una década en Primera, la oportunidad para Keko y Jony de volver a maravillarnos sábado a sábado… Y la despampanante calidad física y técnica del venezolano Peñaranda. Todavía no sabemos cómo tratará de romper este Málaga de «El Gato» Romero, pero sí sabemos una cosa: si lo hace nos va a encantar
Foto: JUAN CEVALLOS/AFP/Getty Images
JackBonaventura 7 enero, 2017
A mi lo del Málaga con Venezuela me fascina, simple y llanamente. Un equipo con cuatro futbolistas venezolanos ha de ser bancado si o si. Prácticamente medio XI de la selección.
El Shakhtar Vinotinto